A qué se dedica en realidad un sexólogo
"La gente
piensa que un sexólogo clínico se pone, literalmente, manos a la obra".
ElHuffPost
8/7/19
Ser sexólogo no es
tan escandaloso como el nombre de la profesión pueda sugerir.
Sexología es el término general para el estudio
científico de la sexualidad humana y del comportamiento sexual, y las personas
que lo estudian se conocen como sexólogos.
Algunas personas creen que sexólogos y terapeutas
sexuales son lo mismo. Aunque un buen número de sexólogos decide seguir su
carrera como terapeutas (en otras palabras, trabajando directamente con
pacientes en un escenario clínico), otros exploran su carrera como investigadores,
educadores e incluso activistas por las políticas públicas.
Isiah McKimmie,
sexóloga que vive en Melbourne (Australia), cuenta al HuffPost que,
basándose en el nombre de su título, la gente suele confundirse sobre lo que
ocurre realmente dentro y fuera de su despacho.
“La gente me pregunta qué es ‘lo más loco’ que he visto en mi trabajo, con la
idea de que alguien acude al sexólogo por motivos ‘locos’. Pero, sinceramente,
veo a gente del todo normal con problemas muy corrientes, como poco deseo
sexual, sensación de desconexión o falta de orgasmo”, explica McKimmie, que
también es terapeuta sexual y de parejas. “O piensan que estoy obsesionada con
el sexo duro, y no es verdad. Soy una persona normal, y además me gusta el sexo
convencional”.
Para entender mejor a qué se dedica un sexólogo y cómo
llegar a serlo, la edición estadounidense del HuffPost ha consultado a varios expertos de este
ámbito.
El camino está claro
Como explica la web emagister,
la única vía para convertirse en sexólogo profesional en España es cursar un
máster o un posgrado. Estos cursos suelen tener en cuenta la formación previa,
ya que están pensados —a priori— para graduados en Psicología, Medicina, Trabajo
Social, Educación Social o Ciencias de la Educación.
Si el máster es en concreto de Sexología Clínica, los
requisitos son más estrictos: normalmente, sólo pueden matricularse graduados
en Psicología o Medicina.
En cualquier caso, para ejercer como sexólogo es
necesario que el máster sea “profesionalizante o
habilitante”, señala la web. De lo contrario, “el curso te servirá
para aumentar tus conocimientos, pero no para trabajar profesionalmente”,
recalca.
La sexóloga clínica Claudia Six,
que tiene su consulta en California, asegura que el campo de estudio ha
cambiado mucho desde que ella empezó a trabajar hace casi 30 años.
“Por
aquel entonces, no había muchos programas escolares y tenías que abrirte
camino. Yo hice un máster en Psicología de asesoramiento para aprender más de
terapia”, cuenta. “Luego hice un doctorado en Sexología Clínica para estudiar
los aspectos psicológicos de la sexualidad. Tengo el certificado de la Sociedad
Americana de Sexología, y durante muchos años hice consultas clínicas con los
mejores en el campo para perfeccionar mi oficio”, enumera.
Los sexólogos pueden usar su conocimiento de muchas formas
“Hay muchas formas de ser sexólogo. Yo he elegido la
investigación, la enseñanza y los talleres, además de dar asesoramiento —no
terapia— basado en datos interdisciplinares”, explica la sexóloga Pepper Schwartz,
que también escribe y es profesora de Sociología en la
Universidad de Washington.
Los sexológos que también son terapeutas sexuales
trabajan con clientes, ya sea individualmente o en pareja, para mejorar y
abordar los problemas de su vida sexual, todo lo que tenga que ver con desajustes de libido, dificultad para el
orgasmo o relaciones sin sexo.
Los terapeutas deberían tener una cierta
cualificación, pero ese no es siempre el caso, sostiene McKimmie.
(Por ejemplo, en Estados Unidos, Florida es el único Estado que requiere que un
terapeuta tenga una certificación para llevar a cabo terapia sexual).
No esperes contacto físico durante una sesión con un sexólogo clínico
“La gente a veces piensa que un sexólogo clínico se
pone, literalmente, manos a la obra”, apunta Claudia Six. “En absoluto. Yo
describo lo que hago como: ‘Todo palabras, nada de acción’. No soy asistente sexual,
que es una profesión diferente que implica contacto sexual con los clientes”.
McKimmie afirma que sus clientes suelen tener dudas
similares, y preocupaciones sobre cómo será una sesión con ella. La sexóloga
siempre les asegura que no va a haber desnudos ni actividad sexual.
“Las sesiones conmigo son como las sesiones habituales
de un psicólogo, pero con educación sexual incluida”, aclara. “Si tengo que
explicar algo más gráfico, utilizo una vulva de juguete que tengo en mi oficina
o un diagrama de un libro. Mis clientes reciben ‘deberes’ más ‘prácticos’ y a
veces sexuales cuando llega el momento”.
Este artículo
fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ EEUU y ha sido traducido del
inglés por Marina Velasco Serrano
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