El señor nuncio y su gran viga de 150 metros en el ojo
Quizás convenga
aclarar algunas cosas a este ‘diplomático’ que no ha respetado la soberanía del
Estado español.
05/07/2019
ElHuffPost
Citemos,
para empezar, las palabras de Jesús de Nazaret: “¿Por qué miras la paja que hay
en el ojo de tu hermano y o ves la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decir
a tu hermano, ‘hermano, deja que te saque la paja de tu ojo’, tú que no ves la
viga que tienes en el tuyo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu ojo, y
entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano”. (Lucas 6,
41-42),
Y el señor nuncio (embajador) del Estado del Vaticano en España,
tan melifluo que parece una caricatura, Renzo Frattini, ha decido aprovechar su
despedida del cargo con una ‘perfecta injerencia’ insólita en los modos
diplomáticos. Aunque en esto se parece a otro personaje de ópera bufa, Donald
Trump, que se atreve a indicarle –apuntándoles con el dedo índice desinquieto
que tiene– a los británicos a quién deben elegir premier y
cómo han de acometer el Brexit para mejor joder a Europa.
El delegado del papa es posiblemente uno
de los monseñores a quien S.S. Francisco, visiblemente harto y cabreado de sus
habladurías, les pidió alto y claro que dejaran de criticarle, cotillear y, en
suma, crear problemas; éste personaje los ha creado.
Frattini acusa al Gobierno socialista de
haber resucitado a Franco por la decisión de trasladar sus restos desde el
Valle de los Caídos al cementerio de El Pardo, donde están los de su esposa,
Carmen Polo. Reagrupamiento familiar, pues. “Hay tantos problemas en el mundo y
en España… ¿porqué resucitarlo?”. Y añade: “Dejarlo en paz era mejor”. Y para
ya meter la pata hasta el corvejón: “No ayuda a vivir mejor recordar algo que
ha provocado una guerra civil (…)”. Para el embajador detrás del proyecto de
desenterrarlo y trasladarlo subyacen “motivos sobre todo políticos”. “Está
detrás una ideología de algunos que quieren de nuevo dividir a España”.
Etc.
Como verán ustedes, es de perfecta
aplicación el ejemplo de ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el
propio. Esa viga tiene 150 metros de alto, con dos brazos de 24 metros cada
uno, es la mayor del mundo, un prodigio de construcción y narcisismo
pompocrático de ‘Su Excelencia’, y corona el mausoleo del dictador, el
‘Caudillo de España por la Gracia de Dios’, Francisco Franco Bahamonde, el
general superlativo: generalísimo de todo.
Cuando el señor Nuncio se refiere a los
‘motivos políticos’ y a la ‘ideología de algunos que quieren de nuevo dividir a
España’, como son palabras muy similares a las del PP y Vox con respecto a la
llamada ‘Ley de memoria histórica’ del Gobierno de Zapatero, quizás convenga
aclarar algunas cosas a este ‘diplomático’ que no ha respetado la soberanía del
Estado español.
Desde el pontificado del polaco Juan Pablo
II, empezó una oleada de beatificaciones y canonizaciones de ‘mártires del
siglo XX’, de la ‘cruzada’, en la terminología del nacional catolicismo, que
con mucho juicio sus antecesores habían enfriado. Franco iba bajo palio,
rodeado de obispos y sacerdotes serviles. Han sido cientos los mártires
católicos beatificados o canonizados en varias tandas. Pero eso no es meter el
dedo en la llaga, como sí lo es para ellos buscar los restos de los asesinados
en las cunetas o en los muros de los camposantos.
Han sido cientos los mártires
católicos beatificados o canonizados, pero eso no es meter el dedo en la llaga
para ellos como sí lo es buscar los restos de los asesinados en las cunetas.
El 18 de octubre de 2007 y en nombre de Benedicto XVI,
fueron 498. En representación del Gobierno socialista estaba el ministro
Moratinos y el embajador Francisco Vázquez, a pie firme. Recientemente, el
10/11/ 2018, con Francisco de Pontífice, fueron beatificados otros dieciséis
religiosos y laicos “víctimas entre 1936 y 1937 de la persecución por parte de
anarquistas, comunistas y otras fuerzas de izquierda radical y anticlerical”.
Etc.
A las celebraciones, en el Vaticano y en las diócesis,
ha solido acudir un ministro del Gobierno, del PSOE o del PP.
Nunca, ninguno, aprovechó una de estos actos para
acusar a la Iglesia de estar removiendo el pasado, hurgando o de “resucitar a
Franco” (y a su régimen). A pesar del visiteo propagandístico, de los réquiem y
los inciensos, de las homilías afiladas, en las misas empapadas de divisionismo
nostálgico y rencoroso que se celebran en la abadía, en la que del abad para
abajo el ambiente y el talante lo impregna más el 18 de Julio de 1936 que el 6
de diciembre de 1978.
Sin embargo, localizar a otros mártires, a otras
personas igualmente asesinadas, pero por el bando vencedor y mayormente tras
terminar la guerra, ajusticiadas sin juicio, con un tiro a bocajarro, sacadas a
la fuerza de sus casas para darles ‘el paseo’, a las que se quiere dar digna
sepultura, es considerado por los partidos de la derecha trifásica como
revanchismo, como resucitar los odios, como sutilmente deja caer el nuncio,
ganas de dividir.
Y no es nada de eso. Es una obligación moral, tan
cristiana como laica, y es una obligación legal internacional. ¿Cuántas veces
hace falta que la ONU lo recuerde? España es uno de los países que más
desaparecidos tiene.
Otra vez la dichosa viga en forma de monumental cruz
en el ojo y en los cerebros de los que, como buena parte de las jerarquías
eclesiásticas, no aceptan la igualdad de trato. Si los católicos asesinados por
el mero hecho de mantener sus ideas tienen derecho no solo a una sepultura
digna sino al reconocimiento de su martirio, los republicanos asesinados en la
guerra o después de la guerra por la misma circunstancia, tener ideas
republicanas o socialistas, tienen el mismo derecho. Porque antes de ser
asesinados todos eran españoles y lo siguen siendo aún en los desperdigados
huesos que bordean las cunetas o están en fosas comunes y sin identificar en
algunos cementerios o campo a través.
En Canarias no hubo guerra; como en las islas el
comandante general era Franco, desde el primer día los sublevados controlaron
todos los resortes, naturalmente con la fuerza de sus armas, por los cañones o
por las culatas. Se crearon campos de concentración que albergaron a miles de
hombres que no habían cometido ningún delito, ni empuñado ninguna arma. Solo
por pertenecer a un partido de izquierdas, o republicano de derechas, o a un
sindicato obrero, o a la juventudes socialistas…
Y sin embargo hubo cientos, quizás un par de miles, de
desaparecidos. También su búsqueda ha suscitado esas crueles e infames a fuer
de cínicas acusaciones de reabrir la herida “de cosas de hace 80 años”…
Mientras haya un desaparecido a la herida de falta un punto para cerrar.
Señor nuncio, señores y señoras que
comparten sus ideas, relean los evangelios, y se darán cuenta de que ni usted
ni los que comulgan con usted le hacen puñetero caso a Jesús de Nazaret.
En los últimos años la búsqueda ha dado sus frutos. En
profundos pozos de la isla han aparecido los esqueletos de algunos de los
‘paseados’ por las escuadrillas falangistas del amanecer.
Y si hay asesinados, es que hubo asesinos; que esos sí
que están desaparecidos; de esos no hablan los que lo saben, ni nadie, excepto
algunos historiadores, los ha buscado nunca.
Tampoco la Iglesia ha beatificado, por cierto, a todos
sus sacerdotes asesinados. Solo a los que fueron asesinados por los
‘rojos’.
Gracias a Dios (por cierto) no todos los curas y
obispos y nuncios y cardenales son iguales. Y tampoco los papas, como han
demostrado, entre otros, Juan XXIII o Francisco.
Pero quedan muchas ataduras con
aquella iglesia, aquel poder eclesial sin conciencia y abusador que retrató
Benito Pérez Galdós en Electra, la historia de una huérfana despojada de
sus riquezas por un cura y enviada al convento. Ahí cobró forma tanto un nuevo
feminismo como una ola de anticlericalismo social.
Por eso la Iglesia carca española consideraba a Don
Benito un gran enemigo. El obispo de Canarias, un vasco integrista y del PNV,
Antonio Pildaín y Zapiaín, que tampoco podía ver a Franco, amenazó con
excomulgar al Ayuntamiento si se conmemoraba y propagandeaba a Galdós en su
ciudad.
Por eso los republicanos, y entre ellos mi padre, iban
todos los años, y llevaban a sus hijos, a depositar un ramo de flores en el
monumento a Don Benito, obra de Vitorio Macho, en el viejo muelle de Las
Palmas. Amén.
Señor nuncio, señores y señoras que comparten sus
ideas, relean los evangelios, y se darán cuenta, como yo me la he dado, de que
ni usted ni los que comulgan con usted le hacen puñetero caso a Jesús de
Nazaret. Dicen su nombre en vano, ojo.
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