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Homosexuales en el franquismo perseguidos y condenados por peligrosos
El catedrático de Derecho Penal de la Universidad de Jaén, Guillermo
Portilla Contreras, acaba de publicar el libro 'Derecho Penal franquista y
represión de la homosexualidad como estado peligroso'.
3/11/2019
Olivia Alonso
Heraldo
El catolicismo extremo del franquismo
salvó de la castración y la esterilización a los homosexuales, cuyo
"estado peligroso", sin embargo, fue perseguido y penado con
privación de libertad y destierro, de acuerdo a las Leyes de Vagos y Maleantes y Peligrosidad Social
aplicadas en base a informes forenses.
Así lo ha relatado el catedrático de Derecho Penal de la Universidad de Jaén,
Guillermo Portilla Contreras, quien acaba de publicar el libro 'Derecho Penal franquista y
represión de la homosexualidad como estado peligroso' (Ministerio
de Justicia). Un trabajo de más de 500 páginas en el que Portilla explica cómo funcionaba la persecución
penal de los homosexuales, estudia la labor de los jueces, el
contenido de los expedientes y hasta el concepto mismo de
"homosexualismo" que manejaban los tribunales.
¿Por qué ahora este libro sobre
la represión de la homosexualidad en el franquismo?
Me interesa mucho el Derecho
Penal de autor, el que sancionaba a las personas por lo que eran y no por lo
que hicieran, como es el caso de la condición sexual. Además, trabajo en el
Derecho Penal y la Memoria Histórica desde 2005 y me dio la impresión de que no
se había estudiado la represión de la homosexualidad. Aparte de la parte penal,
me interesaba la represión en base a medidas de seguridad.
¿Qué leyes ampararon esta represión?
Primero se utilizó la Ley de
Vagos y Maleantes republicana, que en 1954 incorporó el estado peligroso de la
homosexualidad. Así, el Derecho Penal actuaba de dos formas: a través del
delito que hubieran cometido los homosexuales y a través de la peligrosidad
social del homosexual por serlo. Los sancionaban con medidas de seguridad
de 1 a 3 años de privación de libertad y cuando los habían cumplido eran
desterrados de la ciudad en la que vivían. A su regreso se les aplicaba la
libertad vigilada y los delegados de Gobierno, en principio encargados de
conseguirles trabajo, se encargaban de comunicar a posibles empleadores que
aquella gente eran pederastas, que era terminología que se utilizaba en ese
momento. En 1970 esa ley es sustituida por la de Peligrosidad y
Rehabilitación Social, que se prolonga hasta 1995.
¿Por qué se sabe tan poco de esta represión penal?
Nuestra Ley de Patrimonio
Histórico no permite sacar los documentos hasta que han transcurrido 50 años
desde la firma de los mismos, por lo que hasta hace muy poco no los hemos
podido sacar a la luz. Hoy en día, aun no se pueden publicar los expedientes de
Peligrosidad.
En el Archivo Histórico de Aragón
¿Cuántos homosexuales sufrieron esta represión franquista?
Es imposible
dar una cifra porque no hemos podido trabajar en todos los archivos. Por
ejemplo, en Zaragoza, el Archivo Histórico de Aragón todavía no contiene estos
expedientes y en Valencia se han destruido una gran parte de los documentos de
la Guerra Civil y no se encuentran los referentes a los homosexuales.
¿Qué más problemas ha afrontado para la redacción y publicación de
este libro?
El libro ha
estado cinco meses en un cajón porque Protección de Datos se negaba a que se
publicaran los nombres de jueces y forenses. Por mi parte, he sido muy
meticuloso y he borrado los nombres de los homosexuales o los calificativos que
les aplicaban policías y guardias civiles, tipo 'Luisa la guapa', para que
nadie les pueda reconocer. Por eso, también he quitado las referencias a los
lugares en que fueron detenidos.
En la
represión penal se sustituyó el pecado -que perseguía la actividad sexual sin
reproducción, la masturbación y el bestialismo-, por la enfermedad. La
psiquiatría comenzó a perseguir a los homosexuales para curarlos. En ese
momento aparecen los forenses, que emitían unos informes, casi todos morfológicos,
basados en un análisis superficial del ano. En función de los pliegues definían
si era pederasta activo o pasivo. Curiosamente al activo no solían condenarlo
porque hacía el papel del hombre en la relación sexual, mientras que al pasivo,
que cumplía el de la mujer, sí. Los forenses le ponían muy fácil la
condena a los jueces, que, en la mayoría de los casos, repetían los argumentos
de los primeros.
¿Qué terapias proponían para
"curar" la homosexualidad?
La castración quirúrgica, la
química, la lobotomía, el electroshock, o descargas eléctricas. No he podido
demostrar que ninguna de esas terapias se llevaran a cabo en los campos de
concentración de Miranda de Ebro (Burgos) y Nanclares de Oca (Álava), en las
colonias agrícolas en las que eran recluidos (como la de Fuerteventura) o en
las cárceles. Pero sí he podido confirmar que en los psiquiátricos,
fundamentalmente en el Frenopático de Barcelona, sí se aplicaron.
Principalmente pagadas por los padres y con el consentimiento del homosexual
para acabar con esa "enfermedad".
Comenta que hay que agradecer al catolicismo extremo del
franquismo el que no se aplicaran en España ni castraciones ni esterilizaciones
a los homosexuales.
Juan Antonio Vallejo
Nájera, que era el psiquiatra de Franco, defendía la eugenesia, pero no la
física sino la moral, para crear una súper casta española, una nueva raza de
los mejores. Pero estaba en contra de la castración y de la esterilización.
Sin embargo, Antonio Sabater
Tomás -juez de Vagos y Maleantes de Cataluña y posteriormente también de
Peligrosidad Social en esa comunidad- sí defendía la castración química y
física, pero no llegó nunca a aplicarse (salvo en las excepciones comentadas,
por decisión familiar y consentimiento del afectado).
¿Quién denunciaba a los homosexuales?
El proceso se iniciaba con la
denuncia de un tercero (policía o guardia civil entre otros). Durante 5 días el
acusado podía proponer pruebas en su descargo y designar procurador y letrado.
Posteriormente (el día siguiente por lo general), el juez emitía un auto en el
que se daba por recibida la denuncia y en un máximo de tres días se decretaba
la prisión preventiva. Tras los informes pertinentes, el fiscal valoraba el
"estado peligroso de homosexualidad" y solicitaba las medidas de
seguridad que se tenían que aplicar hasta que, finalmente, llegaba la
sentencia.
¿Han sido recompensados los homosexuales por esta represión?
Es la gran deuda pendiente. Eran
presos comunes y no fueron beneficiados ni por indultos ni por las leyes de
amnistía, como sucedió con los políticos.
En una medida adicional a una
Ley de Presupuestos se les reconoció una indemnización, que solo reclamaron 116
personas. Supongo que muchos no se enteraron o no la pidieron porque se
consideraban indignos y sus familias nunca supieron que habían cumplido esas
penas, por lo que habría que iniciar de nuevo una campaña para que se les
reconozcan sus derechos.
Respecto al lesbianismo, solo aparece una condena. ¿Por qué?
He encontrado solo una sentencia
de 1968 de una chica que detienen vestida de hombre en Barcelona. En España no
se aceptaba que la mujer pudiera tener relaciones con otras porque se salía de
nuestro pensamiento. Pero yo creo que no se la persiguió por el delito de
homosexualidad sino que se las condenó por el estado peligroso de prostitución
o por el mismo concepto de vagancia o de comisión de delitos. Como los archivos
no están catalogados, es muy difícil saber que número de personas fueron
condenadas por cada uno de esos delitos peligrosos.
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