Por qué
están tan enfadados
Cuando un
candidato mínimamente sospechoso de izquierdista alcanza el poder, sus
opositores en la derecha embarran el campo. Gritan, porque carecen de
argumentos
En los
últimos tres días, han pasado dos cosas lamentablemente inusuales en la
política española. Una dimisión, la de Rivera, y un pacto, el de Iglesias con
Sánchez
Asumir
responsabilidades es una virtud política. También lo es pactar, y ceder sobre
lo que dijiste antes, y asumir el veredicto de las urnas
13/11/19
Las reacciones contra el pacto
entre PSOE y Unidas Podemos han sido casi unánimes, y eso que el nuevo Gobierno
ni siquiera está constituido. La gran mayoría de los medios y toda la derecha
en pleno han recibido el abrazo entre Sánchez e Iglesias con abierta
hostilidad, gruesas descalificaciones y un discurso apocalíptico que permite
adivinar cómo serán los próximos años. Nos espera la legislatura más crispada
de la reciente historia democrática española. Y eso que el nivel ya estaba
alto.
Era de esperar. Porque es lo
que pasa siempre cuando llega a La Moncloa cualquier presidente progresista.
Porque todos los líderes de izquierda son "estadistas" si están
muertos o retirados. La misma derecha reaccionaria que en su momento acusó de
todo tipo de barbaridades a Zapatero, a Rubalcaba, a Anguita, a Guerra, a
Carrillo… Ahora los ponen como ejemplo frente a los líderes actuales. Hoy son
modelos a seguir, una buena izquierda sensata y responsable; antes eran el
demonio con cuernos, proetarras, radicales, sectarios, guerracivilistas...
Porque es una norma no escrita, pero inexorable: para la derecha, el único buen
líder izquierdista es el que ya es historia.
Van a intentar tumbar a este
Gobierno con todos los recursos a su alcance. ¿Recuerdan la conspiración del
11M y cuando Zapatero había llegado a La Moncloa por medio de un atentado
terrorista organizado en un complot entre el PSOE, ETA y los servicios secretos
marroquíes? Pues en esta legislatura es posible que superemos ese siniestro
disparate.
Ha pasado siempre, pero ahora
será peor. Porque en el Congreso habrá 52 parlamentarios de extrema derecha que
desprecian esa cámara y lo que representa: la soberanía popular, la democracia,
ese sistema donde todos somos iguales ante las urnas, sin importar su renta.
Tienen derecho a estar allí, porque Vox también se lo ha ganado con los votos.
Pero exactamente el mismo derecho asiste a quienes la extrema derecha
descalifica como "los enemigos de España". Una "antiespaña"
que suma una mayoría absoluta, porque entre "sociatas",
"podemitas", "indepes", "nacionalistas"... son
más de la mitad de los españoles.
Si Pedro Sánchez consigue el
apoyo del Congreso –cosa más que probable, por eso la respuesta contra el
acuerdo ha sido tan furibunda– será porque la soberanía popular así lo
respalda. Y si PSOE y Unidas Podemos han pactado tan rápido es porque,
sencillamente, no había otra opción parlamentaria.
La derecha que ahora plantea
"una gran coalición" sabe perfectamente que el PP nunca la habría
aceptado. Tampoco la quería el PSOE y por parecidos motivos: porque no hay otra
vía más rápida para el suicidio político de ambos partidos y sus respectivos
líderes.
Quienes critican el acuerdo
entre PSOE y Unidas Podemos no lo hacen porque tengan una alternativa mejor.
Simplemente no la había. Del Parlamento que han votado los españoles hoy no
salía otro Gobierno viable, ni tampoco otro presidente que no fuese Pedro
Sánchez.
Habrá tiempo en esta
legislatura para criticar al nuevo Gobierno. En eldiario.es sin duda lo
haremos, igual que lo hemos hecho antes con el PSOE y con Unidas Podemos cuando
han dado motivos para ello. Se puede criticar, en este caso, que no pactaran
mucho antes. O la contradicción entre lo que dijeron en campaña y este abrazo.
Pero no es criticable que ambos partidos lleguen a un pacto cuando no existen
otras mayorías y la única alternativa realista a este acuerdo eran las quintas
elecciones en cuatro años.
En los últimos tres días, han
pasado dos cosas lamentablemente inusuales en la política española. Una
dimisión, la de Rivera, y un pacto, el de Iglesias con Sánchez. Con suerte, en
unas semanas tendremos el tercer milagro: un Gobierno que no esté en funciones.
Y en unos meses, el cuarto: unos Presupuestos que no sean los de Montoro.
Hubo elecciones, habrá después
un Gobierno. Es lamentable que lo más ordinario nos parezca casi milagroso. Es
una prueba del deterioro en el que habíamos caído en estos últimos cuatro años.
Asumir responsabilidades es
una virtud política. También lo es pactar, y ceder sobre lo que dijiste antes,
y asumir tus debilidades tras el veredicto de las urnas. Sin responsabilidad y
sin acuerdo no hay ni política ni democracia.
Quienes se oponen a este
Gobierno, y han empezado su demolición antes siquiera de que nazca, solo tenían
una esperanza: otra legislatura inane, otra investidura fallida. Forzar otra
repetición electoral, a ver si a la tercera ganaba la derecha. Su pronóstico se
ha frustrado del todo. Confiaban en que la guerra entre PSOE y Podemos
continuase. Y contra su deseo, a la segunda no ha pasado.
Por eso están tan enfadados,
tan crispados. Porque el entendimiento de las izquierdas supone la derrota de
la derecha.
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