Diario de un obrero
Pedro Benito Martin · 21 de junio ·
Lo que ha dicho Miguel Ángel Rodríguez no es un exabrupto. Es una agresión calculada, envuelta en refrán barato para que parezca que no dijo lo que todos entendimos. Pero sí, lo dijo. Nos ha llamado putas. A todas las mujeres socialistas.
Usar “calladas como puertas” como guiño cínico para evitar decir “calladas como putas” es de una bajeza moral que debería avergonzar incluso a quienes comparten militancia con él. Es el machismo de siempre, el de los bares, el de los despachos cerrados, el de los que se creen impunes por tener el altavoz de un cargo público.
No hay ninguna denuncia legítima en sus palabras. Solo desprecio. A las mujeres, a la política y a cualquier noción básica de respeto. Y lo más doloroso no es que lo diga alguien como él. Lo más preocupante es que haya quien lo escuche, lo aplauda o mire hacia otro lado. Porque el silencio —ese sí— es cómplice.
Y luego dirán que les gusta la fruta. Ya.
Y
por si a alguien le parece ingenioso responder llamándole borracho,
no. No es por ahí. El machismo no se combate con estigmas. Las
adicciones son una enfermedad, no un insulto. Seamos más valientes
que ellos. Y mucho más decentes.
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