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viernes, 1 de agosto de 2025

 





Ayuso y su nostalgia del AVE de 1994: la casta que viajaba sin esperar en el andén

✍️ Luna Izquierdo

👉 Cuando la derecha llora por un pasado inventado y se olvida de las colas, los precios y la realidad de la España actual.

EL “MUNDO DE AYER” ERA SOLO PARA UNOS POCOS

Isabel Díaz Ayuso ha vuelto a demostrar que la memoria selectiva es una de las cualidades más útiles en política. Tirando de nostalgia barata, reivindicó aquel anuncio del AVE de 1994 que prometía devolver el dinero del billete si el tren llegaba con más de cinco minutos de retraso. Un gesto publicitario de otra época, cuando España apenas tenía una línea de alta velocidad, la que conectaba Madrid y Sevilla, y cuando viajar en AVE era un lujo de pocos bolsillos.

Óscar Puente, ministro de Transportes, no tardó en recordárselo en la red social X: “Isabel es muchas cosas y ninguna buena”, un dardo certero contra la dirigente madrileña y su “mundo de ayer” donde la alta velocidad se reservaba a menos de un millón de pasajeros al año y a precios inalcanzables para la mayoría.

Aquí el tuit: https://twitter.com/oscar_puente_/status/1950492219296620627

Hoy, 40 millones de personas viajan en AVE cada año y por el punto de Torrejón de Velasco circulan casi 300 trenes diarios. Pero Ayuso prefiere el decorado nostálgico, donde viajar era exclusivo, donde la puntualidad extrema era un privilegio más que un derecho. No hay referencia a los retrasos que ya sufría el sistema ferroviario ni a la ampliación de la red a partir de 2003, cuando la línea llegó a Lleida, en 2006 a Tarragona y en 2008 a Barcelona. Ayuso vende pasado idealizado, sin contexto ni memoria de clase.

RETRASOS, INCIDENCIAS Y UNA REALIDAD OCULTA BAJO EL MARKETING

La dirigente madrileña habla de un servicio perfecto que nunca existió. Renfe no se salvaba de las incidencias ni en los noventa, solo que entonces había menos trenes y menos pasajeros a los que rendir cuentas. Ahora los retrasos se miden en millones de viajeros y afectan a una red compleja, mientras el compromiso de devolución del billete se ha diluido con el tiempo: solo si el retraso supera los 60 minutos se devuelve el 50% y, a partir de 90 minutos, el 100%, un retroceso notable frente a los estándares publicitados en 1994.

Pero Ayuso prefiere el discurso simplista del “antes era mejor”, aunque ese antes excluyera a casi toda la población trabajadora. La derecha madrileña se recrea en un mito ferroviario mientras ignora que las mejoras tecnológicas y la ampliación de líneas han democratizado el acceso al AVE, aunque no hayan solucionado la eterna precariedad del servicio público español: precios elevados, frecuencias saturadas y devoluciones que rara vez compensan los perjuicios.

Puente lo resumió con la crudeza que merecen las fantasías neoliberales de Ayuso: “su mundo de ayer” era el de ella y su casta, no el de las y los trabajadores que nunca pudieron pagar esos billetes ni exigir puntualidad en un tren que no podían coger. La derecha sueña con un país donde el tren bala era un capricho de élites, no un servicio para todas y todos. Ese sueño huele a vagón de primera clase y a puertas cerradas en la cara de la mayoría.

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