El 3 de agosto de 1939, trece mujeres fueron juzgadas en un procedimiento sumarísimo y a puerta cerrada. Pasarían a la historia como Las Trece Rosas. El tribunal franquista las declaró culpables de 'adhesión a la rebelión' y las condenó a muerte, fijando su ejecución en un plazo de setenta y dos horas. Ni olvido ni perdón.
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