08 Feb 2017
Público
Por Vicenç
Navarro
Autor del libro
‘Ataque a la democracia y al bienestar. Crítica al pensamiento económico
dominante’
Hace sólo unos
días recibí una llamada de Pablo Iglesias preguntándome si estaría dispuesto a
estar en su propuesta de lista de miembros del Consejo Ciudadano de Podemos,
cuya elección tendrá lugar esta semana. Le dije que podía contar conmigo tan
pronto me lo pidió. Y las razones de mi aceptación son fáciles de entender para
aquellos que conocen mi trabajo y mi biografía. Desde hace años he documentado
las causas y las consecuencias del enorme subdesarrollo social de España, que
se traduce en ser uno de los países de la Unión Europea de los Quince (UE-15,
el grupo de países de semejante nivel de desarrollo al de España) con uno de
los gastos públicos sociales por habitante más bajos de esta comunidad,
subfinanciación que incluso ha descendido todavía más durante los años de la
Gran Recesión. Los datos hablan por sí solos. Los servicios públicos del Estado
del Bienestar (la sanidad, la educación, las escuelas de infancia –mal llamadas
guarderías en España-, los servicios domiciliarios a las personas dependientes,
los servicios sociales, la vivienda social, la formación profesional, la
prevención de la pobreza y de la exclusión social, los servicios de integración
de la población inmigrante, y muchos otros), así como las transferencias
públicas (como las pensiones y ayudas a las familias), están muy poco
financiados.
Esta situación
no se debe a que España sea pobre. No lo es. Ya antes de la crisis su PIB era
el 94% del promedio del PIB per cápita de la UE-15. Y, sin embargo, su gasto
público social por habitante (el gasto en los servicios y en las transferencias
públicas del Estado del Bienestar) era solo el 74% del promedio del gasto
público social por habitante de la UE-15. España, por su nivel de desarrollo
económico, debería gastarse al menos unos 66.000 millones más de lo que se
gasta en su pobre Estado del Bienestar. España tiene este dinero. Lo que pasa
es que el Estado (sea central, autonómico o local) no lo recoge. Y la causa de
que no lo recoja se debe primordialmente al excesivo poder político y mediático
de los que derivan sus rentas de la propiedad del capital y de sus gestores,
que ejercen su influencia a través de los partidos conservadores y liberales, y
también hoy, por desgracia, a través del Partido Socialista, cuya dirección y
aparato se han ido integrando en la estructura de poder político-mediático y en
los establishments financieros y económicos del país. La evidencia de que ello
es así es abrumadora (ver mi libro El subdesarrollo social de España. Causas
y consecuencias, Anagrama, 2006). Y esta influencia política y mediática es
lo que explica las nefastas reformas laborales que han provocado el gran
deterioro del mercado laboral con una elevada tasa de desempleo, de precariedad
y de bajos salarios.
Por qué la
enorme Gran Crisis y sus causas
El enorme poder
de esta clase dominante es lo que ha creado la enorme crisis. Puesto que la
mayoría de los ingresos al Estado proceden de las rentas del trabajo, tales
medidas de bajada de salarios han creado un enorme déficit en las cuentas del
Estado y también un gran déficit en la demanda doméstica (el motor y estímulo
del crecimiento económico). De ahí la crisis económica. Pero tal
disminución de los salarios ha creado otro gran problema: el endeudamiento de
las familias, endeudamiento que ha generado el gran crecimiento de la banca,
que, a fin de aumentar su rentabilidad, ha invertido masivamente en actividades
especulativas, como el sector inmobiliario y el ladrillo, creando las burbujas
que al estallar han creado la gran crisis financiera. De nuevo, la
evidencia científica que avala lo dicho es abrumadora y convincente (ver mi
libro Ataque a la democracia y al bienestar. Crítica al pensamiento
económico dominante, Anagrama, 2015).
Estas crisis
–la económica y la financiera- eran fáciles de prever, tal como algunos
hicimos. Las políticas llevadas a cabo por los gobiernos españoles, alentados
por la Troika, han sido un auténtico desastre y han afectado muy negativamente
la calidad de vida y el bienestar de las clases populares. Y los responsables
de tanto desastre tienen nombres y apellidos conocidos, y continúan dominando
las instituciones políticas y mediáticas del país. Las políticas públicas
impuestas (y digo impuestas pues no estaban en los programas electorales de los
partidos gobernantes) que han causado tanto daño no variarán sustancialmente
bajo el bloque de PP, PSOE y Ciudadanos. Los tres partidos están comprometidos
con las líneas generales de aquellas políticas liberales.