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viernes, 22 de febrero de 2019

Despues de 80 años familiares de 560 fusilados en Paterna, siguen denunciando



Familiares de la fosa de Paterna suman 560 denuncias a la querella argentina

Acción Ciudadana contra la Impunidad recuerda que los crímenes del franquismo "no prescriben"

r. c. v. | valència 11.12.2018 Levante

Unas 560 denuncias de familiares de personas fusiladas en Paterna durante el franquismo, y cuyos restos están en fosas comunes del cementerio, han decidido sumarse a la querella argentina contra la dictadura y así «buscar» en «la justicia internacional» la «tutela» y el «amparo» que se «niega» en la española «reiteradamente».

Así lo indicaban ayer representantes de estas familias aprovechando la celebración del 70 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Los fallecidos para los que piden «justicia» son víctimas de «delitos de lesa humanidad que no prescriben», recordaba Aradia Ruiz ayer, abogada contra la impunidad del franquismo y representante legal de Fosas Paterna en estas denuncias.

«Después de 80 años continuamos pidiendo justicia», indicaba Ángel González. Tras ello, ha hecho mención a los «2.238 fusilamientos» registrados en Paterna «en los primeros tres años de la posguerra» y el inicio del franquismo, como hace también referencia la pancarta que se ha mostrado en la rueda de prensa bajo el lema '2.238 víctimas de la represión franquista. Asociación de Familiares de Fusilados. Contra el olvido, el silencio y la impunidad. Fosas comunes de Paterna por la dignidad', impulsada por Acción Ciudadana Contra la Impunidad del Franquismo en el País Valenciano-Coordinadora Estatal de Apoyo a la Querella Argentina contra crímenes del franquismo (Ceaqua).

La llamada Querella Argentina la instruye la jueza María Servini de Cubría para juzgar a los responsables de crímenes de lesa humanidad. Familiares y miembros de Ceaqua viajarán este miércoles a Madrid para tramitar en la Embajada de Argentina su iniciativa y «formalizar la incorporación a esta querella».
Ese mismo día acudirán por la tarde al Congreso de los Diputados para exponer sus reivindicaciones y reclamar «amparo» para quienes fueron fusilados y represaliados por el régimen franquista y continúan en fosas comunes, ha avanzado Ángel González, miembro de Ceaqua, que ha precisado que se mantendrá un encuentro con «diputados de la Comunitat Valenciana y de los grupos de trabajo de la memoria histórica».
Los representantes de Ceaqua han criticado que tras comunicar a los juzgados de Paterna el hallazgo de restos en fosas comunes de su cementerio «con balas, señales de proyectiles y signos de violencia», «se proceda al archivo» de estas denuncias diciendo que «hace más de 20 años» de los fallecimientos y que «la Ley de Amnistía de 1977 otorga perdón».

Angel González subrayaba que los veinte años deben contar «desde la aparición de los restos» y no desde la muerte y ha afirmado que «ninguna ley de amnistía puede ser considerada de punto y final ante crímenes de lesa humanidad», al tiempo que ha censurado que se «silencie la verdad» y que la justicia «ignore» lo sucedido en Paterna.
Llum Quiñonero, impulsora y representante de Acción Ciudadana explicaba que se «busca amparo en la justicia argentina», en «un tribunal que abre las puertas a españoles que buscan justicia», porque «la española se demora en afrontarlo».


El origen del Alzhéimer


'Porphyromonas gingivalis'

Un estudio refuerza la teoría sobre el origen del Alzhéimer: una infección en la boca

El descubrimiento del patógeno que provoca la periodontitis crónica en el cerebro de pacientes fallecidos de Alzheimer puede revolucionar los estudios sobre esta enfermedad
2401/2019
A lo largo de los últimos años, diversos científicos han apuntado a una hipótesis poco conocida sobre el origen del Alzheimer: según su teoría no sería sólo una enfermedad, sino una infección. Ahora, un nuevo estudio publicado en Science Advances refuerza esa teoría y lo hace vinculando esa enfermedad degenerativa con un origen inesperado: una enfermedad en las encías.

Jan Potempa, microbiólogo de la Universidad de Louisville, ha descubierto ‘Porphyromonas gingivalis’ en el cerebro de pacientes fallecidos de Alzheimer. Se trata del patógeno que provoca la periodontitis crónica, conocida como enfermedad de las encías, y no es la primera vez que ambas enfermedades se asocian, ya que un estudio de 2010 ya valoró esa posibilidad.

Se han llevado a cabo experimentos con ratones, en los que se provocaban infecciones orales con el patógeno, que condujeron a que las bacterias llegaran al cerebro y que éste produjera el péptido beta amiloide (Aβ), la proteína asociada con el Alzheimer. Los científicos creen que aún no han descubierto el origen de esta enfermedad degenerativa, pero están convencidos de que esta línea de investigación es importante.

Stephen Dominy, que coordina la investigación a través de la farmacéutica Cortexyme, asegura a Science Alert que "los agentes infecciosos han estado implicados en el desarrollo y la progresión del Alzheimer antes, pero la evidencia de la causalidad no había sido convincente. Ahora, por primera vez, tenemos pruebas sólidas que conectan el patógeno intracelular P. gingivalis y la enfermedad de Alzheimer".

La importancia de la boca


Los investigares no se quedaron ahí e identificaron enzimas tóxicas llamadas gingipainas en el cerebro de pacientes con Alzheimer. Pero, además, también encontraron esas gingipainas en cerebros de personas fallecidas que no fueron diagnosticadas con Alzheimer.

Hasta ahora, el patógeno Porphyromonas gingivalis y el Alzheimer se habían relacionado pero no se sabía si la enfermedad de las encías provoca Alzheimer o si es la demencia la que conduce a un cuidado bucal deficiente. Ahora, el hecho de encontrar gingipainas en personas que nunca fueron diagnosticadas de Alzheimer podría sugerir que podrían haber desarrollado la enfermedad si hubieran vivido más tiempo.

Los autores de la investigación aseguran en su estudio que "nuestra identificación de antígenos de gingipaina en los cerebros de personas con enfermedad de Alzheimer y también con patología de esta enfermedad pero sin haber sido diagnosticados de demencia, sostiene que la infección cerebral con Porphyromonas gingivalis no es el resultado de una atención dental deficiente después del inicio de la demencia o una consecuencia de la enfermedad, sino un evento temprano que puede explicar la patología encontrada en personas de mediana edad antes del deterioro cognitivo".

Las últimas testigos del horror nazi


ElMundo

ENTREVISTA

Las últimas testigos del horror nazi




 Hédi Fried (izquierda) y Anette Cabelli (derecha).


·         EL MUNDO entrevista a dos supervivientes del campo de exterminio de Auschwitz, que advierten del riesgo de banalizar el Holocausto judío




·         ALBERTO ROJAS | Madrid

29/01/2019

Anette Cabelli, presa número 4065 del campo de exterminio de Auschwitz tatuado en el antebrazo, griega de la Salónica de preguerra, francesa del París de la Guerra Fría y española por genética, habla del horror en la vieja lengua de los sefardíes, el ladino, separada del castellano actual por 500 años de evolución casi detenida, encapsulada en el tiempo, pura arqueología idiomática. No espera a que el periodista haga las preguntas. Ella cuenta lo que tiene que contar: "Te puedo decir lo que pasó, pero no explicarlo. Aún no me lo creo, pero todo fue real". Cabelli tiene hoy 93 años y es una de las pocas supervivientes del Holocausto que quedan con vida y que, además, sigue testimoniando lo ocurrido. "Quedamos vivos muy pocos. No sé el tiempo que me queda. Es importante que sigamos haciendo esto", dice Cabelli.

Hédi Fried nació en Sighet en 1924, en la frontera entre Rumanía y Ucrania. También es superviviente de Auschwitz y de Bergen-Belsen, el campo al que fue a parar después. Lleva el número A-7603 tatuado en el brazo. Calló durante 40 años hasta que decidió contar su experiencia para que ningún otro tuviera que repetirla, pero reconoce estar muy enfadada por el surgimiento de ideologías venenosas que creía olvidadas. "Nuestro testimonio es importante, pero parece que la gente no quiera escucharnos", comenta.

Fried vive hoy en Suecia, donde cada vez ve más pruebas del crecimiento del antisemitismo que emerge de nuevo, misma semilla que cristalizó en el Holocausto y el asesinato de seis millones de judíos, gitanos o eslavos en Europa. Presenta en España su libro Preguntas que me han hecho sobre el Holocausto (Plataforma Editorial), donde refleja años de conferencias en la Universidad intentando explicar su experiencia. "No hay preguntas estúpidas ni prohibidas, pero es necesario hablar para no olvidar, dar testimonio y contar todo con el objetivo de ayudar a los jóvenes a aprender de la tragedia de la Segunda Guerra Mundial y evitar un genocidio en el futuro", afirma.

Una pregunta para ambas: ¿qué le dirían a aquellos que aseguran que el Holocausto nunca sucedió?

Cabelli: "En Grecia había 65.000 judíos. Cuando acabó la Segunda Guerra Mundial quedábamos 100 supervivientes. Todo lo que sucedió en Auschwitz no me lo ha contado nadie. Yo lo vi".

Fried: "Auschwitz es un horror difícil de creer incluso para mí. Es como si lo hubiera vivido a través de otra persona".

Cabelli, de paso por Madrid gracias a Casa Sefarad, es un torrente de recuerdos cristalinos de resistencia, matanzas y anécdotas: "Cuando los rusos liberaron Auschwitz ya nos habían sacado de allí a los que podíamos caminar. Nos llevaron, en las marchas de la muerte, hacia el interior de Alemania. Por el camino íbamos descalzos, semidesnudos, con un frío terrible, sin comer ni beber nada durante días. Los que caían al suelo eran rematados por los soldados de las SS con sus armas". 


Experimentos con mujeres


Por momentos, mueve las manos como si pudiera tocar a los protagonistas de sus recuerdos: "Recuerdo perfectamente hoy ver a mi compañero de la enfermería de Auschwitz, donde me pusieron a trabajar, con la cabeza agujereada por las balas", cuenta, emocionada, una mujer que conoció allí al doctor Mengele, el ángel de la muerte. "Después llegamos a Ravensbrück física y mentalmente destruidos. Nos pusieron a trabajar haciendo cerillas y, días después, los guardias de las SS tiraron los uniformes y huyeron. De repente, no sabíamos qué hacer. Tras años recibiendo órdenes y palizas, no sabes cómo gestionar tu libertad. Éramos un grupo de siete judías griegas que hablábamos ladino y cuatro judías húngaras con las que los nazis habían hecho experimentos. Estaban muy debilitadas, más aún que nosotras".

Fried cuenta que la experiencia de Auschwitz ha marcado cada acción de su vida: "No puedo acumular comida en casa porque en el campo de concentración era peligroso guardar alguna ración de alimento. Si te encontraban un pedazo de pan escondido durante una inspección, te castigaban con una paliza o la muerte. Como resultado, hoy sólo compro lo que necesito para el mismo día".

Ambas han pasado varias veces por Auschwitz a lo largo de su vida. A veces junto a su familia, a veces como parte de algún homenaje: "Yo cada vez que he ido lo he visto como lo que es, un gigantesco cementerio", comenta Cabelli. "El campo era muy grande. Nosotros estábamos en el campo A, que tenía cinco bloques. Para llegar a él tuvimos que atravesar esa puerta que dice Arbeit macht frei (El trabajo os liberará). Todavía hoy me pregunto qué querían decir con esa frase ahí", afirma Fried, que también vivió las marchas de la muerte, en su caso hacia Bergen-Belsen, donde fue liberada por los soldados soviéticos.

"A mi madre la gasearon el primer día, nada más llegar en tren", recuerda Cabelli. "A mí me pusieron a trabajar en una barraca que era utilizada como hospital. Eso me salvó. La persona que entraba a aquel lugar no salía más. Por la mañana sacábamos todos los muertos. Había mujeres que no estaban todavía muertas. Moribundas. Pero tenían parte del cuerpo comido por las ratas".


Compromiso con los muertos


"Esto nunca debe ser olvidado. Se lo debemos a todos estos millones de personas que murieron, entre ellos mi padre y mi madre. Deseo que nadie nunca, nunca, tenga que pasar por lo mismo. La única cura es hablar de ello y enseñar. Los libros de Historia no son suficientes. Nuestra historia debe ir de boca en boca", asegura Fried.

"Tras el Holocausto nadie sabía qué hacer con nosotros", cuenta Cabelli. "Como no tenía papeles y no quería volver a Grecia, me inventé que era francesa. Los rusos nos dejaron pasar al lado aliado a cambio de comida y viajamos en un viejo Citröen sin gasolina tirado por un caballo cojo. Cuando los americanos vieron llegar a esos espectros dentro del coche no podían creérselo. Nos metieron en un camión con destino a París y nos juntaron a todos en el hotel Lutetia. Allí nos recuperamos poco a poco de la desnutrición y las enfermedades. Y volvimos a la vida".


San Francisco Franco, Generalísimo, Criminalísimo por la Gracia de Dios

Estreno cinematográfico


Galería

Foto: Luis Viadel

No sirve solo pedir perdón


Descarnado recado de Àngels Barceló a la Iglesia Católica en plena cumbre sobre las violaciones a menores.
No sirve solo pedir perdón

No sabemos qué conclusiones saldrán de la cumbre sobre abusos dentro de la Iglesia, que ha empezado hoy en Roma. Pero, de momento, está sirviendo para que mucha gente abra los ojos. Los testimonios de las víctimas, que haciendo un enorme esfuerzo, cuentan su sufrimiento, los abusos, las violaciones pero también cómo la Iglesia intentó silenciarlos, cómo protegió siempre a los abusadores. Hemos oído solo a unos cuantos, desconocemos la verdadera dimensión de este drama, que, en nuestro caso, la Iglesia española ha ignorado voluntariamente, cuando no protegiendo a los curas acusados. Algo que no han hecho Iglesias de otros países.

Solo en los últimos días ha hecho algún movimiento para aparentar que llegaba a Roma con los deberes hechos, pero no se deduce, de su actitud hasta ahora, ninguna voluntad ni de reconocimiento, ni de condena, ni de reparación a las víctimas. Cada historia es un horror. El sufrimiento de la víctima por el abuso y, sobre todo, la soledad en la que se han sentido durante tanto tiempo, primero sintiéndose culpables, sin querer compartir lo que pasaba, y el que se atrevía a dar el paso la incredulidad o el chantaje como respuesta.

De la cumbre de Roma debe salir un compromiso firme de la Iglesia para revisar su pasado, para obligar a las diócesis que se resisten a hacer su trabajo, a investigar, a denunciar, a acompañar y escuchar a las víctimas. Saber toda la verdad, y que las víctimas que todavía guardan silencio se sientan tan arropadas, tan comprendidas que hablen y cuenten y denuncien. Y que los abusadores rindan cuentas ante la justicia ordinaria, la que juzga y condena este tipo de crímenes. No sirve solo pedir perdón, eso que lo hagan en sus púlpitos, deben responder ante la justicia como cualquier otro individuo que forma parte de la sociedad a la que ellos también pertenecen. Si no es así no habrá servido de nada.


jueves, 21 de febrero de 2019

4.000 ciudadrealeños ejecutados por la dictadura de Franco



Los recuerdos desdibujados por la represión franquista

El libro «Para hacerte saber mil cosas nuevas», que se presenta este miércoles a las 18.00 horas en Puertollano, rescata la memoria de 4.000 ciudadrealeños ejecutados por la dictadura de Franco


21/12/2018





«No sé cómo empezar, pues soy analfabeta. En mi vida he tenido varios traumas. El primero, haberme criado sin padre; y, el segundo, no haber podido estudiar por falta de medios económicos». Así comienza el relato de las memorias de Mercedes Velasco Pedrero escritas por su hija Paloma Rivero Velasco, nieta de Maximiliano Velasco Sánchez, uno de los 4.000 ciudadrealeños que se llevó por delante la represión franquista y que fue condenado a pena de muerte por garrote vil en 1942 por el delito de «adhesión a la rebelión tras un juicio sumarísimo», como en otros muchos casos.

El único recuerdo de su padre que guarda Mercedes son los tres años que pasó con él bajo la cama de su hogar, escondidos siendo inocentes y sin poder llamarlo papá, «sólo chache Maxi», para que nadie sospechara, cuenta a ABC Paloma. Así, hasta que alguien lo delató, se lo llevaron a la cárcel de Ciudad Real y ya jamás lo volvió a ver. «En prisión -relata- fue el único sitio donde lo pudo llamar por su nombre, pero ya no pudo besarlo ni abrazarlo».

Esta y otras historias son las que rescata del olvido el libro «Para hacerte saber mil cosas nuevas», editado por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) en colaboración con la Diputación de Ciudad Real. El origen de este trabajo está en una investigación iniciada en el año 2000 por el grupo que se llamó entonces «Todos los nombres de la represión de posguerra en Ciudad Real», dentro del departamento de Antropología de la universidad, bajo la dirección de María García Alonso.

El proyecto continuó en el tiempo sin recursos económicos hasta que en 2017 la Diputación de Ciudad Real se implicó para crear «Mapas de memoria», dirigido por el catedrático Julián López García, también del departamento de Antropología de la UNED. «Este último impulso es el que ha posibilitado terminar una investigación que se inició hace más de diez años», señala a ABC Jorge Moreno, uno de los antropólogos participantes en este trabajo.


Ahora, todo este trabajo, que recoge las historias, la documentación de archivos y materiales que los represaliados enviaban desde la cárcel -fotografías, cartas y poemas-, sale a la luz en forma de libro, bajo el título «Para hacerte saber mil cosas nuevas», prologado por el conocido hispanista Ian Gibson. Una obra que, tras el éxito de su primera presentación el 3 de noviembre en Ciudad Real ante más de mil personas, ahora se presentó en Puertollano.



 Maximiliano Velasco Sánchez, con su mujer y dos de sus hijos- Paloma Rivero





Una de esas asistentes al acto de presentación fue Paloma, que es una de las que cuenta además en el libro el testimonio de su progenitora, Mercedes, y la historia de su abuelo Maximiliano Velasco. Los recuerdos de esta mujer son los de una vida escuchando a una madre que no podía olvidar que con tres años le arrebataron a su padre injustamente. La historia de Maximiliano comienza con un matrimonio normal, acomodado gracias a la tienda de comestibles que tenían en Ciudad Real y en la que compraba todo el mundo. Pero, cuando estalló la Guerra Civil, todo cambió: los jornaleros no tenían trabajo y él les daba de comer.

Según narra su nieta, «la injusticia que vio le llevó a adquirir un posicionamiento que no gustaba a las clases pudientes y al clero, que dejaron de ir a la tienda del 'rojo', por lo que comenzó a arruinarse. Cuando ya no pudo más, se fue de voluntario a la guerra sin despedirse siquiera de su familia». Una herida por disparo lo dejó cojo e hizo que regresara antes de lo previsto a su hogar, donde no le quedó más remedio que esconderse durante tres años, tras los cuales fue delatado por el casero de su piso y entró en prisión, donde murió por garrote vil.

Los restos de Maximilliano yacen en una fosa común en el cementerio de Ciudad Real, donde los investigadores creen que podría haber hasta 1.000 represaliados del franquismo. Ahora, el nombre de la inmensa mayoría de ellos ocupa un lugar en la memoria colectiva gracias a este libro, que recoge estos testimonios. «Con este trabajo -señala Jorge Moreno-, lo que se ha pretendido y se ha conseguido es, por un lado, saber cuantitativamente casi todos los nombres y apellidos de las víctimas. Y, por otro lado, conocer cómo, dónde y cuándo murieron, su estado civil, su profesión o su ideología».

«Tenían la necesidad de contar sus testimonios»


El antropólogo de la UNED, y uno de los autores del libro, resalta el arduo trabajo de campo llevado a cabo durante varios años, recorriendo pueblo a pueblo de la provincia de Ciudad Real, analizando todos los registros de defunción, los registros penitenciarios y el archivo militar para ver los juicios llenos de irregularidades por los que se sentenció a pena de muerte a los represaliados del franquismo. Pero, sobre todo, Jorge Moreno destaca el trabajo directo con los familiares de esas personas que, a su juicio, «tenían la necesidad de contar sus testimonios».

 Vintila y Fidela Vera, junto a la fotografía de sus padres y tíos asesinados - Jorge Moreno Andrés


Entre ellos, destacan personalidades de toda índole y de varias profesiones liberales de la provincia, cuya labor ha salido a la luz, en algunos casos, gracias a este trabajo. Uno de ellos es el poeta de Membrilla Jesús Menchén, más conocido por su pseudónimo Roger de Flor; o Luis Quirós Arias, escritor y político de Izquierda Republicana en Tomelloso; José Carlos Infantes, uno de los líderes de la revolución de 1934, y Fernando Piñuela, alcalde de Ciudad Real al principio de la II República y también de Murcia.

«Espero que nuestro trabajo, aunque no sirva para cerrar heridas, ayude a consolar a las familias y valga de homenaje a los 4.000 defensores de la democracia que fueron víctimas del fascismo en la provincia de Ciudad Real. Este reconocimiento, a pesar de que llega casi 80 años después, puede ayudar porque las familias han vivido con ello de puertas adentro», afirma Jorge Moreno.

«Un libro puede parecer una cosa nimia, pero es muy importante a nivel emocional. Puede ser uno de los pocos recuerdos que tengamos de nuestros familiares muertos, ya que muchos no tienen ni siquiera una fotografía o un lugar donde llevar flores a sus seres queridos», afirma Paloma Rivero Velasco, quien cree que «la sociedad española ya está preparada para hablar de nuestro pasado y reconciliarnos con él».

Recuerdos y más recuerdos desdibujados son el nexo de unión que tienen todos estos familiares, quienes se lamentan por no tener los restos de sus antepasados ni un lugar donde poder llorarlos. Mientras tanto, Paloma Rivero Velasco quiere recordarlos a todos ellos, como comienza la biografía de su abuelo Maximiliano, con unos versos de Miguel Hernández: «Tristes guerras si no es el amor la empresa./Tristes armas si no son las palabras./Tristes hombres si no mueren de amores».