Los recuerdos desdibujados por la represión franquista
El libro «Para hacerte saber mil cosas nuevas», que se
presenta este miércoles a las 18.00 horas en Puertollano, rescata la memoria de
4.000 ciudadrealeños ejecutados por la dictadura de Franco
21/12/2018
«No
sé cómo empezar, pues soy analfabeta. En mi vida he tenido varios traumas. El
primero, haberme criado sin padre; y, el segundo, no haber podido estudiar por
falta de medios económicos». Así comienza el relato de las memorias de Mercedes
Velasco Pedrero escritas por su hija Paloma Rivero Velasco, nieta de Maximiliano Velasco Sánchez,
uno de los 4.000 ciudadrealeños que se llevó por delante la represión
franquista y que fue condenado a pena de muerte por garrote vil
en 1942 por el delito de «adhesión a la rebelión tras un juicio sumarísimo»,
como en otros muchos casos.
El único
recuerdo de su padre que guarda Mercedes son los tres años que pasó con él bajo
la cama de su hogar, escondidos siendo inocentes y sin poder llamarlo papá,
«sólo chache Maxi», para que nadie sospechara, cuenta a ABC Paloma. Así, hasta
que alguien lo delató, se lo llevaron a la cárcel de Ciudad Real y ya jamás lo
volvió a ver. «En prisión -relata- fue el único sitio donde lo pudo llamar por
su nombre, pero ya no pudo besarlo ni abrazarlo».
Esta y
otras historias son las que rescata del olvido el libro «Para hacerte saber mil
cosas nuevas», editado por la Universidad Nacional de Educación a Distancia
(UNED) en colaboración con la Diputación de Ciudad Real. El origen de este
trabajo está en una investigación iniciada en el año 2000 por el grupo que se
llamó entonces «Todos los nombres de la represión de posguerra en Ciudad Real»,
dentro del departamento de Antropología de la universidad, bajo la dirección de
María García Alonso.
El proyecto continuó en el tiempo sin recursos económicos hasta que en 2017 la Diputación de Ciudad Real se implicó para crear «Mapas de memoria», dirigido por el catedrático Julián López García, también del departamento de Antropología de la UNED. «Este último impulso es el que ha posibilitado terminar una investigación que se inició hace más de diez años», señala a ABC Jorge Moreno, uno de los antropólogos participantes en este trabajo.
Ahora, todo este trabajo, que
recoge las historias, la documentación de archivos y materiales que los
represaliados enviaban desde la cárcel -fotografías, cartas y poemas-, sale a
la luz en forma de libro, bajo el título «Para hacerte saber mil cosas nuevas»,
prologado por el conocido hispanista Ian Gibson. Una obra que, tras el éxito de
su primera presentación el 3 de noviembre en Ciudad Real ante más de mil
personas, ahora se presentó en Puertollano.
Maximiliano Velasco Sánchez, con su mujer y dos de
sus hijos- Paloma Rivero
Una de esas asistentes al acto de presentación fue Paloma, que es una de las que cuenta además en el libro el
testimonio de su progenitora, Mercedes, y la historia de su abuelo Maximiliano
Velasco. Los recuerdos de esta mujer son los de una vida escuchando a una madre
que no podía olvidar que con tres años le arrebataron a su padre injustamente.
La historia de Maximiliano comienza con un matrimonio normal, acomodado gracias
a la tienda de comestibles que tenían en Ciudad Real y en la que compraba todo
el mundo. Pero, cuando estalló la Guerra Civil, todo cambió: los jornaleros no
tenían trabajo y él les daba de comer.
Según
narra su nieta, «la injusticia que vio le llevó a adquirir un posicionamiento
que no gustaba a las clases pudientes y al clero, que dejaron de ir a la tienda
del 'rojo', por lo que comenzó a arruinarse. Cuando ya no pudo más, se fue de
voluntario a la guerra sin despedirse siquiera de su familia». Una herida por
disparo lo dejó cojo e hizo que regresara antes de lo previsto a su hogar,
donde no le quedó más remedio que esconderse durante tres años, tras los cuales
fue delatado por el casero de su piso y entró en prisión, donde murió por
garrote vil.
Los restos de Maximilliano yacen
en una fosa común en el cementerio de Ciudad Real, donde los
investigadores creen que podría haber hasta 1.000 represaliados
del franquismo. Ahora, el nombre de la inmensa mayoría de ellos ocupa un lugar
en la memoria colectiva gracias a este libro, que recoge estos testimonios.
«Con este trabajo -señala Jorge Moreno-, lo que se ha pretendido y se ha
conseguido es, por un lado, saber cuantitativamente casi todos los nombres y
apellidos de las víctimas. Y, por otro lado, conocer cómo, dónde y cuándo
murieron, su estado civil, su profesión o su ideología».
«Tenían la necesidad de contar sus testimonios»
El
antropólogo de la UNED, y uno de los autores del libro, resalta el arduo
trabajo de campo llevado a cabo durante varios años, recorriendo pueblo a
pueblo de la provincia de Ciudad Real, analizando todos los registros de
defunción, los registros penitenciarios y el archivo militar para ver los
juicios llenos de irregularidades por los que se sentenció a pena de muerte a
los represaliados del franquismo. Pero, sobre todo, Jorge Moreno destaca el
trabajo directo con los familiares de esas personas que, a su juicio, «tenían
la necesidad de contar sus testimonios».
Vintila y Fidela Vera, junto a la fotografía de
sus padres y tíos asesinados - Jorge Moreno Andrés
Entre ellos, destacan
personalidades de toda índole y de varias profesiones liberales de la
provincia, cuya labor ha salido a la luz, en algunos casos, gracias a este
trabajo. Uno de ellos es el poeta de Membrilla Jesús Menchén, más conocido por
su pseudónimo Roger de Flor; o Luis Quirós Arias, escritor y político de
Izquierda Republicana en Tomelloso; José Carlos Infantes, uno de los líderes de
la revolución de 1934, y Fernando Piñuela, alcalde de Ciudad Real al principio
de la II República y también de Murcia.
«Espero que nuestro trabajo, aunque no sirva para cerrar heridas,
ayude a consolar a las familias y valga de homenaje a los 4.000 defensores de la
democracia que fueron víctimas del fascismo en la provincia de Ciudad Real.
Este reconocimiento, a pesar de que llega casi 80 años después, puede ayudar
porque las familias han vivido con ello de puertas adentro», afirma Jorge
Moreno.
«Un libro
puede parecer una cosa nimia, pero es muy importante a nivel emocional. Puede
ser uno de los pocos recuerdos que tengamos de nuestros familiares muertos, ya
que muchos no tienen ni siquiera una fotografía o un lugar donde llevar flores
a sus seres queridos», afirma Paloma Rivero Velasco, quien cree que «la sociedad
española ya está preparada para hablar de nuestro pasado y reconciliarnos con
él».
Recuerdos y más recuerdos
desdibujados son el nexo de unión que tienen todos estos familiares, quienes se
lamentan por no tener los restos de sus antepasados ni un lugar donde poder
llorarlos. Mientras tanto, Paloma Rivero Velasco quiere recordarlos a todos
ellos, como comienza la biografía de su abuelo Maximiliano, con unos versos de
Miguel Hernández: «Tristes guerras si no es el amor la empresa./Tristes armas si no
son las palabras./Tristes hombres si no mueren de amores».
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