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jueves, 21 de febrero de 2019

4.000 ciudadrealeños ejecutados por la dictadura de Franco



Los recuerdos desdibujados por la represión franquista

El libro «Para hacerte saber mil cosas nuevas», que se presenta este miércoles a las 18.00 horas en Puertollano, rescata la memoria de 4.000 ciudadrealeños ejecutados por la dictadura de Franco


21/12/2018





«No sé cómo empezar, pues soy analfabeta. En mi vida he tenido varios traumas. El primero, haberme criado sin padre; y, el segundo, no haber podido estudiar por falta de medios económicos». Así comienza el relato de las memorias de Mercedes Velasco Pedrero escritas por su hija Paloma Rivero Velasco, nieta de Maximiliano Velasco Sánchez, uno de los 4.000 ciudadrealeños que se llevó por delante la represión franquista y que fue condenado a pena de muerte por garrote vil en 1942 por el delito de «adhesión a la rebelión tras un juicio sumarísimo», como en otros muchos casos.

El único recuerdo de su padre que guarda Mercedes son los tres años que pasó con él bajo la cama de su hogar, escondidos siendo inocentes y sin poder llamarlo papá, «sólo chache Maxi», para que nadie sospechara, cuenta a ABC Paloma. Así, hasta que alguien lo delató, se lo llevaron a la cárcel de Ciudad Real y ya jamás lo volvió a ver. «En prisión -relata- fue el único sitio donde lo pudo llamar por su nombre, pero ya no pudo besarlo ni abrazarlo».

Esta y otras historias son las que rescata del olvido el libro «Para hacerte saber mil cosas nuevas», editado por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) en colaboración con la Diputación de Ciudad Real. El origen de este trabajo está en una investigación iniciada en el año 2000 por el grupo que se llamó entonces «Todos los nombres de la represión de posguerra en Ciudad Real», dentro del departamento de Antropología de la universidad, bajo la dirección de María García Alonso.

El proyecto continuó en el tiempo sin recursos económicos hasta que en 2017 la Diputación de Ciudad Real se implicó para crear «Mapas de memoria», dirigido por el catedrático Julián López García, también del departamento de Antropología de la UNED. «Este último impulso es el que ha posibilitado terminar una investigación que se inició hace más de diez años», señala a ABC Jorge Moreno, uno de los antropólogos participantes en este trabajo.


Ahora, todo este trabajo, que recoge las historias, la documentación de archivos y materiales que los represaliados enviaban desde la cárcel -fotografías, cartas y poemas-, sale a la luz en forma de libro, bajo el título «Para hacerte saber mil cosas nuevas», prologado por el conocido hispanista Ian Gibson. Una obra que, tras el éxito de su primera presentación el 3 de noviembre en Ciudad Real ante más de mil personas, ahora se presentó en Puertollano.



 Maximiliano Velasco Sánchez, con su mujer y dos de sus hijos- Paloma Rivero





Una de esas asistentes al acto de presentación fue Paloma, que es una de las que cuenta además en el libro el testimonio de su progenitora, Mercedes, y la historia de su abuelo Maximiliano Velasco. Los recuerdos de esta mujer son los de una vida escuchando a una madre que no podía olvidar que con tres años le arrebataron a su padre injustamente. La historia de Maximiliano comienza con un matrimonio normal, acomodado gracias a la tienda de comestibles que tenían en Ciudad Real y en la que compraba todo el mundo. Pero, cuando estalló la Guerra Civil, todo cambió: los jornaleros no tenían trabajo y él les daba de comer.

Según narra su nieta, «la injusticia que vio le llevó a adquirir un posicionamiento que no gustaba a las clases pudientes y al clero, que dejaron de ir a la tienda del 'rojo', por lo que comenzó a arruinarse. Cuando ya no pudo más, se fue de voluntario a la guerra sin despedirse siquiera de su familia». Una herida por disparo lo dejó cojo e hizo que regresara antes de lo previsto a su hogar, donde no le quedó más remedio que esconderse durante tres años, tras los cuales fue delatado por el casero de su piso y entró en prisión, donde murió por garrote vil.

Los restos de Maximilliano yacen en una fosa común en el cementerio de Ciudad Real, donde los investigadores creen que podría haber hasta 1.000 represaliados del franquismo. Ahora, el nombre de la inmensa mayoría de ellos ocupa un lugar en la memoria colectiva gracias a este libro, que recoge estos testimonios. «Con este trabajo -señala Jorge Moreno-, lo que se ha pretendido y se ha conseguido es, por un lado, saber cuantitativamente casi todos los nombres y apellidos de las víctimas. Y, por otro lado, conocer cómo, dónde y cuándo murieron, su estado civil, su profesión o su ideología».

«Tenían la necesidad de contar sus testimonios»


El antropólogo de la UNED, y uno de los autores del libro, resalta el arduo trabajo de campo llevado a cabo durante varios años, recorriendo pueblo a pueblo de la provincia de Ciudad Real, analizando todos los registros de defunción, los registros penitenciarios y el archivo militar para ver los juicios llenos de irregularidades por los que se sentenció a pena de muerte a los represaliados del franquismo. Pero, sobre todo, Jorge Moreno destaca el trabajo directo con los familiares de esas personas que, a su juicio, «tenían la necesidad de contar sus testimonios».

 Vintila y Fidela Vera, junto a la fotografía de sus padres y tíos asesinados - Jorge Moreno Andrés


Entre ellos, destacan personalidades de toda índole y de varias profesiones liberales de la provincia, cuya labor ha salido a la luz, en algunos casos, gracias a este trabajo. Uno de ellos es el poeta de Membrilla Jesús Menchén, más conocido por su pseudónimo Roger de Flor; o Luis Quirós Arias, escritor y político de Izquierda Republicana en Tomelloso; José Carlos Infantes, uno de los líderes de la revolución de 1934, y Fernando Piñuela, alcalde de Ciudad Real al principio de la II República y también de Murcia.

«Espero que nuestro trabajo, aunque no sirva para cerrar heridas, ayude a consolar a las familias y valga de homenaje a los 4.000 defensores de la democracia que fueron víctimas del fascismo en la provincia de Ciudad Real. Este reconocimiento, a pesar de que llega casi 80 años después, puede ayudar porque las familias han vivido con ello de puertas adentro», afirma Jorge Moreno.

«Un libro puede parecer una cosa nimia, pero es muy importante a nivel emocional. Puede ser uno de los pocos recuerdos que tengamos de nuestros familiares muertos, ya que muchos no tienen ni siquiera una fotografía o un lugar donde llevar flores a sus seres queridos», afirma Paloma Rivero Velasco, quien cree que «la sociedad española ya está preparada para hablar de nuestro pasado y reconciliarnos con él».

Recuerdos y más recuerdos desdibujados son el nexo de unión que tienen todos estos familiares, quienes se lamentan por no tener los restos de sus antepasados ni un lugar donde poder llorarlos. Mientras tanto, Paloma Rivero Velasco quiere recordarlos a todos ellos, como comienza la biografía de su abuelo Maximiliano, con unos versos de Miguel Hernández: «Tristes guerras si no es el amor la empresa./Tristes armas si no son las palabras./Tristes hombres si no mueren de amores».


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