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domingo, 21 de septiembre de 2025

 




Ayer tuve la oportunidad de ver un vídeo donde un joven palestino se negaba a moverse del lugar donde ha vivido desde su niñez, me impresionó el entorno, todo reducido a escombros y en el fondo un vehículo que trasladaba personas, quemándose ante los ojos atónitos de los que estaban allí.

Me sorprendió la entereza de un adolescente que sangraba de su cabeza, solo sujetaba su herida sin soltar un grito, ni una lágrima.

Me estremeció una madre que abrazaba a su pequeño sin vida, con una valentía que quisiera poder sentir yo.

No vi personas huyendo despavoridas, me da la impresión que ya aceptaron su destino, se saben solos, no hay nadie que les tienda una mano... ¡Qué angustia mi Dios bendito!

Probablemente, ahora que no hay prensa y que tampoco hay acceso a Internet, lo más seguro es que Palestina quede aislada del mundo y el mundo quede aislado de Palestina.

Pero, me queda un resignado consuelo, en mi mente quedaron grabadas todas las imágenes de un pueblo con valentía y sobretodo, con dignidad.

Esta es una virtud que Israel nunca tendrá, tal vez será "amado" y aclamado por miles de fanáticos, que leen las sagradas escrituras, los ensalzan y adulan como si realmente fueran merecedores de tantas alabanzas.

Yo me quiero referir el hombre humilde que caminó kilómetros tratando de salvar a sus hijos o a ese individuo que simplemente decidió morir antes que ir en busca de su propia muerte y la de su familia a un lugar que no era el suyo.

Todos han recibido órdenes de evacuación a un sitio desconocido y en el desplazamiento van quedando tirados sus cuerpos sobre las calles polvorientas, el ejército israelí los espera, apunta y dispara.

El pueblo palestino era desconocido para mí, mi relación con ellos se inició desde que conocí el Islam, y no me arrepiento.

No admiro a los líderes de los países vecinos, al contrario, siento vergüenza porque se llenaron de frases y declaraciones de amenazas y sanciones, pero ninguno hizo nada.

Por eso, Palestina no puede pasar a la historia y ser olvidada, cuando en los colegios se hable de un pueblo que fue sacrificado cruelmente por un criminal invasor, recuerden estas imágenes, son mis hermanos palestinos buscando un nuevo lugar para morir.

Para un musulmán ser martirizado es recibir el don divino de alcanzar el Paraíso.

¡¡Allahu Akbar!!

Maria Cecilia Saa Gerbier.


 





 


 


El Papa León XIV Expulsa a 3 Cardenales y Desata un Terremoto en el Vati...

INSULTAN A ÓSCAR PUENTE Y HACE PAGAR CARA SU OSADÍA A PP Y VOX "REVIENTA...

 


 


 


 


 


 

Renfe canceló cercanías siete horas antes del Cecopi el día de la Dana

 


 


 


 



El 20 de septiembre de 1977 los fascistas de Triple A (Alianza Apostólica Anticomunista) mandaban un paquete bomba a la redacción de la revista satírica El Papus en la plaza Castilla de Barcelona.

En el momento de la explosión la redacción estaba repleta de gente, matando al conserje Joan Peñalver e hiriendo a 17 personas más, algunas de gravedad.

El acto criminal fascista, pensado como un ajuste de cuentas y para dar un escarmiento ejemplarizante a la prensa crítica contó, como ya era habitual, con un nulo interés policial y judicial en resolver el caso y hacer justicia con las víctimas. En 1983 absolvieron a la mayoría de los acusados por ‘falta de pruebas’ y al resto les cayeron unas condenas simbólicas por posesión de armas y explosivos.

Las autoridades y gobierno nunca consideraron el atentado como acto terrorista, y declararon las personas damnificadas de la explosión como víctimas de accidente laboral.

Un episodio mas de la ‘modélica’ Transición.


 


 


 


 


 


 


 



YOLANDA DIAZ LA TAIDORA


Los múltiples casos de corrupción del PP: una radiografía de la impunidad. Millones de euros desviados y un país pagando las consecuencias

Los casos de corrupción vinculados al Partido Popular no solo representan un golpe a la ética y a la justicia, sino una sangría económica para las arcas públicas de España.

Desde Gürtel, Púnica, Lezo, hasta la trama Eólica y otros múltiples escándalos, se estima que miles de millones de euros —dinero público— han sido desviados, malversados o gestionados de forma fraudulenta, afectando directamente a servicios esenciales como la sanidad, la educación y las pensiones.

Suma aproximada total

Sumando de forma aproximada y muy conservadora:

Parte baja: 1.626 millones €

Parte alta: 1.970 millones €

Consideraciones

Estos números son solo aproximaciones basadas en sentencias, informes judiciales y periodísticos reconocidos.

Existen otros casos menores y posibles cantidades no contabilizadas.

La corrupción incluye no solo robo directo, sino contratos inflados, sobornos, blanqueo, etc.

Impacto económico:

Multimillonarias multas y sanciones judiciales.

Fondos públicos invertidos en contratos simulados o sobrevalorados.

Pérdida de confianza inversora y aumento del déficit público.

La corrupción no es solo un problema moral: es una crisis económica que pagamos todos. Exigir transparencia y justicia es fundamental para proteger el patrimonio común y asegurar un futuro digno para todos los españoles.


 


EL DERECHO DE RESISTENCIA

No se puede condenar la violencia de forma incondicional. La resistencia contra el nazismo, el apartheid, el franquismo o la ocupación ilegal de Gaza y Cisjordania es una respuesta legítima.

Los patriotas checos que mataron a Heydrich, uno de los arquitectos de la Shoah, no eran terroristas.

El terrorista era Heydrich.

Algunos palestinos han intentado ejercer la resistencia no violenta, como apunta Joe Sacco en sus novelas gráficas sobre Palestina, y solo han conseguido ser tiroteados, detenidos o torturados.

En el preámbulo de la Declaración Universal de Derechos Humanos, se reconoce el derecho de resistencia contra la tiranía y la opresión.

Si suprimimos ese derecho, los españoles que se sublevaron contra la invasión francesa el 2 de mayo dejarían de ser héroes y se convertirían en terroristas.

La violencia solo es totalmente inaceptable cuando se utiliza contra civiles desarmados, como está haciendo Israel en Gaza, donde ya ha asesinado a 20.000 niños.

Suele olvidarse que Nelson Mandela no fue un líder pacifista. De hecho, creó y lideró el brazo armado del Congreso Nacional Africano, al que llamó Lanza de la Nación.

Cuando salió de la cárcel, manifestó que la lucha armada seguiría siendo legítima hasta que se aboliera el apartheid.

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La condena incondicional de la violencia solo beneficia a los estados que abusan de su fuerza. Los pueblos oprimidos tienen derecho a rebelarse contra las injusticias.

Todos los derechos y libertades de los que disfrutamos se consiguieron mediante actos de resistencia.

El franquismo no acabó porque el régimen decidiera democratizarse, sino por la presión popular.

Los verdaderos artífices del cambio fueron los obreros y estudiantes que desafiaron a las leyes franquistas mediante huelgas, a veces a costa de sus vidas, como los cinco trabajadores asesinados por la Policía Armada el 3 de marzo de 1976 en Vitoria Gasteiz.

Ahora toca rebelarse contra el genocidio del pueblo palestino. Celebro que algunos institutos de Madrid hayan decidido desobedecer la indigna prohibición de exhibir banderas palestinas.

Ojalá todos los balcones se llenaran de banderas palestinas. Sería un hermoso gesto y un signo de esperanza.

Rafael Narbona

Madrid


 


 


 


 

Los datos sobre el Sitio de Sarajevo que Ayuso debería aprender antes de hacer ridículas comparaciones

Las palabras importan, sobre todo cuando provienen de responsables políticos. El recuerdo de Sarajevo exige rigor, memoria y respeto

ElPlural

21-9-25

Surem Gasparyan



Sarajevo no es una metáfora, es una herida abierta en Europa. Su nombre no debería usarse como recurso fácil para describir el desorden o el caos, porque remite a una tragedia concreta, documentada y profundamente dolorosa. Desde abril de 1992 hasta febrero de 1996, la capital de Bosnia y Herzegovina vivió bajo el asedio más largo de la historia contemporánea europea, cercada por tropas que instalaron posiciones de artillería en las colinas y francotiradores en los edificios que dominaban las principales avenidas.

Invocar ese escenario para referirse a un altercado en Madrid no es un exceso retórico ni un lapsus desafortunado: es una banalización de la violencia extrema que sufrieron cientos de miles de personas y, sobre todo, una ofensa a la memoria de las más de 13.000 víctimas mortales del asedio. Sarajevo simboliza el fracaso internacional, la indiferencia ante la limpieza étnica y el precio pagado por una población civil atrapada. Usar ese nombre, como hizo Isabel Díaz Ayuso en uno de sus habituales exabruptos, como sinónimo de caos urbano no es solo un error: es desconocer la historia reciente de Europa y faltar al respeto a quienes todavía cargan con las cicatrices de aquella guerra.

El asedio más largo en la historia reciente de Europa

El Sitio de Sarajevo se prolongó 1.425 días consecutivos, desde el 5 de abril de 1992 hasta el 29 de febrero de 1996. Ninguna capital europea en el siglo XX había sufrido un asedio tan prolongado: ni Berlín en la Segunda Guerra Mundial ni Stalingrado en el frente oriental alcanzaron una duración semejante. La ciudad quedó aislada, sin corredores seguros y bajo un constante fuego cruzado que se cebaba contra su población. Las fuerzas serbobosnias desplegadas en las montañas circundantes convirtieron la topografía en un arma: desde las colinas podían bombardear indiscriminadamente barrios enteros y controlar con francotiradores cada arteria principal de la ciudad.

La estrategia del asedio no se limitaba a un cerco militar, sino a cortar los suministros esenciales. Se interrumpió el acceso al agua potable, se bloquearon alimentos y medicinas, y se privó a la ciudad de electricidad durante meses. Sarajevo, en pleno corazón de Europa, pasó a vivir en condiciones que recordaban a los peores episodios de guerras pasadas. La población sobrevivía gracias a túneles improvisados, contrabando de víveres y ayuda humanitaria que, en muchos casos, apenas alcanzaba para sostener a una parte de sus habitantes.

La población civil quedó atrapada en un cerco que transformó cada gesto cotidiano en un desafío de vida o muerte. Hacer cola en una fuente pública para conseguir agua significaba exponerse a un francotirador; caminar por una avenida abierta podía convertirse en una sentencia. Familias enteras vivían bajo la amenaza constante de la artillería, refugiándose en sótanos durante horas interminables. No hablamos de una congestión en el transporte o de un incidente callejero: hablamos de un castigo planificado, sostenido durante casi cuatro años, contra quienes se atrevían a salir a por pan, a buscar medicamentos para un hijo o a visitar a un familiar enfermo.

Las cifras que no admiten comparación

Los datos son elocuentes. Se calcula que más de 13.000 personas murieron en Sarajevo durante el asedio, de las cuales unas 5.400 eran civiles. Entre ellos había al menos 1.500 menores. Además, 56.000 personas resultaron heridas en una ciudad de apenas 350.000 habitantes.

La intensidad del ataque fue escalofriante. La media diaria se situaba en 329 impactos de proyectil, con un récord de 3.777 en un solo día, el 22 de julio de 1993. Para los habitantes de la capital bosnia, el sonido de los morteros era parte del paisaje. Para quienes intentaban cruzar una avenida, el riesgo estaba en “Sniper Alley”, la arteria central que se convirtió en un corredor de la muerte bajo la mira de francotiradores.

Existen jornadas especialmente recordadas. El 5 de febrero de 1994, una granada impactó en el mercado de Markale, provocando 68 muertos y 144 heridos. Un año después, el 28 de agosto de 1995, un nuevo ataque en el mismo lugar dejó 43 muertos. No fueron episodios aislados, sino parte de una estrategia para sembrar el terror en la población civil.

Mientras tanto, hospitales, colegios y viviendas fueron blanco de los bombardeos. La ciudad vio cómo su infraestructura quedaba reducida a escombros y cómo la Biblioteca Nacional ardía en agosto de 1992, perdiéndose cerca de dos millones de libros y manuscritos históricos.

Una campaña juzgada como crimen de guerra

El Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (TPIY) dejó constancia de que el asedio de Sarajevo fue una campaña planificada contra la población civil. El general Stanislav Galić, comandante del Cuerpo Sarajevo-Romanija, fue condenado a cadena perpetua por crímenes de lesa humanidad, al considerar probado que su objetivo principal fue infundir terror a los habitantes de la ciudad. Su sucesor, Dragomir Milošević, también fue condenado por esa misma estrategia.

Los jueces del TPIY subrayaron que el patrón de ataques no era fruto del azar ni de excesos aislados, sino de una política deliberada: disparar contra mercados, colas de agua o transeúntes para quebrar la moral de toda una ciudad.

Los testimonios de quienes sobrevivieron retratan escenas que ningún madrileño, ni en sus peores momentos de colapso urbano, podría imaginar. Conseguir agua suponía caminar hasta una fuente bajo la amenaza constante de ser alcanzado por una bala. Cruzar un puente podía costar la vida. Ir al colegio era una decisión cargada de miedo.

Durante meses, la electricidad estuvo cortada, la comida se reducía a mínimos y los hospitales funcionaban con recursos de guerra. Cada día era un pulso por sobrevivir, en un entorno donde la muerte podía llegar desde cualquier ventana de las colinas que rodeaban la ciudad.

La banalización del horror

Ante estos datos, la comparación realizada por Ayuso no es solo un recurso desafortunado: es una banalización del horror. Equiparar empujones en la capital de España con casi cuatro años de cerco sistemático, miles de muertos y ataques indiscriminados contra civiles es una falta de respeto hacia las víctimas y sus familias.

Las palabras importan, sobre todo cuando provienen de responsables políticos. En el caso de Sarajevo, hablamos de un episodio inscrito en la memoria europea como símbolo de la barbarie y la incapacidad internacional para frenar una masacre a las puertas de la Unión Europea.

El recuerdo de Sarajevo exige rigor, memoria y respeto. Significa reconocer el sufrimiento de quienes soportaron hambre, frío, francotiradores y bombardeos sin posibilidad de huir. Significa también entender que no todas las crisis urbanas son comparables y que el uso irresponsable de ciertas analogías trivializa tragedias históricas.

Por eso, antes de repetir comparaciones ridículas, la presidenta de la Comunidad de Madrid debería conocer los datos básicos de lo que fue el Sitio de Sarajevo: 1.425 días de encierro, 13.000 muertos, francotiradores disparando a civiles y mercados masacrados. Solo así entenderá por qué esa ciudad no puede usarse como sinónimo de caos callejero. Sarajevo no es una figura retórica: es la memoria viva de una herida que Europa todavía no ha cerrado.


sábado, 20 de septiembre de 2025

 


🚨 Los BULOS de ISRAEL: Así MIENTE un estado GENOCIDA 🩸

La RAZÓN de MARHUENDA y Dani DESOKUPA vuelven a MENTIR descaradamente, S...

 


 


 


 


 


 


 


 


 


 



Abarrafía, un inmigrante marroquí de 20 años, pasó 57 días en una cárcel de Gran Canaria por un crimen que no cometió, acusado de intentar quemar viva a una chica española de 17 años. El caso conmocionó a España y avivó el discurso de odio de la extrema derecha.

➡️ https://l.euronews.com/LaB1


 


 


 


 



¡Milagro!

 


La Santa Sede se convierte en la Santa Cloaca

 



Felipe González y José María Aznar acumulan 3,5 millones de euros de sueldos vitalicios. Estos criminales con las manos manchadas de cal viva y de sangre se permiten burlarse del genocidio al pueblo de Palestina porque no fueron juzgados por organizar el terrorismo de Estado de los GAL y la Guerra de Irak.

 



"Todas la mujeres que no se casan por la iglesia son unas cualquiera", dijo un sacerdote en 1916 a las afueras de una iglesia.

En esos momentos estaba presente Ricardo Flores Magón, lo escuchó y le dedicó estas palabras:

"Tiene gracia el curita, porque ¿a quién se le había ocurrido insultar a una mujer por el hecho sensatísimo de no dar cuenta a los curas de su unión con un hombre? En realidad, curita, sábelo: el amor es un asunto privado de dos seres, y es impropio que se lo comuniquen al cura o al juez. El amor pierde su encanto con la publicidad. El amor necesita del misterio, del secreto; sólo así es bello.

El amor pierde su poesía cuando pide a un sacerdote o a un juez que lo autorice. El amor sólo se siente intensamente en la intimidad. Los seres humanos han prostituido el amor al permitir que terceras personas intervengan en asuntos que sólo competen a dos. El amor está bien en la discreción de la alcoba. ¿Para qué interrumpir la sublime música de dos corazones con las amonestaciones del clérigo o la fría palabrería del juez? ¡Eso es echar margaritas a los puercos!

El amor que pide sanción, no es amor. El amor es espontáneo, ¡bendito sea el amor! ¡Amor perfume, luz, alegría: son la misma cosa! ¡Es la vida! Vida sin amor ¿qué vida es? Si hay vida es por el amor. Las plantas se aman. ¿No lo sabes? Pregúntaselo al polen que tiembla en el cáliz de la flor; pregúntaselo al insecto que hace vibrar sus alas en una canción que invita a la caricia sin que tú, curita, la sanciones, ni que el juez la autorice. El amor debe ser libre.

Si quieres echarte algunos pesotes al bolsillo, trabaja, hombre, trabaja; pero no te desquites con los seres libres que rehúsan arrodillarse ante ti o ante el juez para perpetuar la vida".

Foto: Ricardo Flores Magón y su pareja sentimental María Brousse en las oficinas del periódico anarquista Regeneración, 1911.


 



El 19 de septiembre de 1975, Jon Paredes Manot "Txiki", fue condenado a muerte por un consejo de guerra. Fue acusado del asesinato del policía Ovidio Díaz, pero no hubo testigos del ataque que pudieran identificarlo.

Se produjeron grandes movilizaciones para salvar la vida de los condenados, no solo en Euskal Herria, sino en toda Europa, y el intelectual francés Jean-Paul Sartre y el papa Pablo VI se unieron a las demandas contra la pena de muerte.

El 27 de septiembre, fueron asesinados Txiki, Ángel Otaegi y José Humberto Baena, Ramón García Sanz y José Luis Sánchez Bravo, del FRAP.


 


VOX los espera con los brazos abiertos