EL DERECHO DE RESISTENCIA
No se puede condenar la violencia de forma incondicional. La resistencia contra el nazismo, el apartheid, el franquismo o la ocupación ilegal de Gaza y Cisjordania es una respuesta legítima.
Los patriotas checos que mataron a Heydrich, uno de los arquitectos de la Shoah, no eran terroristas.
El terrorista era Heydrich.
Algunos palestinos han intentado ejercer la resistencia no violenta, como apunta Joe Sacco en sus novelas gráficas sobre Palestina, y solo han conseguido ser tiroteados, detenidos o torturados.
En el preámbulo de la Declaración Universal de Derechos Humanos, se reconoce el derecho de resistencia contra la tiranía y la opresión.
Si suprimimos ese derecho, los españoles que se sublevaron contra la invasión francesa el 2 de mayo dejarían de ser héroes y se convertirían en terroristas.
La violencia solo es totalmente inaceptable cuando se utiliza contra civiles desarmados, como está haciendo Israel en Gaza, donde ya ha asesinado a 20.000 niños.
Suele olvidarse que Nelson Mandela no fue un líder pacifista. De hecho, creó y lideró el brazo armado del Congreso Nacional Africano, al que llamó Lanza de la Nación.
Cuando salió de la cárcel, manifestó que la lucha armada seguiría siendo legítima hasta que se aboliera el apartheid.
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La condena incondicional de la violencia solo beneficia a los estados que abusan de su fuerza. Los pueblos oprimidos tienen derecho a rebelarse contra las injusticias.
Todos los derechos y libertades de los que disfrutamos se consiguieron mediante actos de resistencia.
El franquismo no acabó porque el régimen decidiera democratizarse, sino por la presión popular.
Los verdaderos artífices del cambio fueron los obreros y estudiantes que desafiaron a las leyes franquistas mediante huelgas, a veces a costa de sus vidas, como los cinco trabajadores asesinados por la Policía Armada el 3 de marzo de 1976 en Vitoria Gasteiz.
Ahora toca rebelarse contra el genocidio del pueblo palestino. Celebro que algunos institutos de Madrid hayan decidido desobedecer la indigna prohibición de exhibir banderas palestinas.
Ojalá todos los balcones se llenaran de banderas palestinas. Sería un hermoso gesto y un signo de esperanza.
Rafael Narbona
Madrid
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