Rita
Barberá, ejemplo del abandono del valenciano por el PP
El uso de la lengua cooficial
registra una fuerte caída en dos décadas en la comunidad
Valencia 28 FEB 2015
Rita Barberá lleva
casi un cuarto de siglo de gobierno en el Ayuntamiento
de Valencia sin dar muestras de querer aprender o comunicarse
en la lengua de su pueblo, aquella con la que se han escrito obras cumbre de la
literatura universal como Tirant lo Blanc y que emplean 10 millones de personas. Su desconocimiento de la lengua quedó patente en la Crida, un
acto que sirve de inicio de la fiesta de las fallas, en el que mezcló palabras
en castellano (“el fred del verano”) con otras inventadas e irreconocibles
(“dejeim”).
Ni siquiera
ante tan claro acto de desprecio por la lengua de los valencianos, el Partido
Popular se ha atrevido a criticar a la alcaldesa. Su partido ha preferido
calificar de “anécdota” el escándalo del tradicional acto fallero. Pedir
responsabilidades —por ejemplo por parte del presidente valenciano, Alberto
Fabra, que se hallaba a escasos metros de Barberá durante aquel
bochornoso espectáculo— hubiera supuesto una política que es ajena al PP: la
defensa del valenciano en sus intervenciones públicas.
Por eso llamó gratamente la atención
el viernes que el Rey Felipe
VI utilizara correctamente la lengua del Tirant lo Blanc en
buena parte del discurso pronunciado en Valencia con ocasión de la entrega de
la Distinción de la Generalitat que el Consell le concedió por la festividad
del 9 de Octubre. Don Felipe hizo un esfuerzo, a pesar de que el valenciano no
es su lengua, pero se notaron sus conocimientos de la variante dialectal occidental,
el catalán.
Sin embargo,
no fue más fluido el valenciano del presidente de la Generalitat, que se limitó
a leer en esta lengua el decreto de concesión. Alberto Fabra se expresa en
castellano, a pesar de proceder de una zona valencianoparlante como Castellón y
de haberse preocupado de recibir clases de valenciano.
Fabra ha sido
el máximo responsable del cierre de Radiotelevisión Valenciana, con
la cual, como ha reiterado la Acadèmia Valenciana de la Llengua, “ha desaparecido una
herramienta fundamental e imprescindible para la pervivencia” del valenciano,
cuya promoción fue “uno de los principales motivos de su creación y
existencia”. El primer presidente de la Generalitat del PP, Eduardo Zaplana, no
se expresó prácticamente nunca en valenciano.
En 1995,
cuando el PP ganó las elecciones por primera vez, la Generalitat abandonó
durante una década las reputadas encuestas de uso y conocimiento del valenciano
del Servei d'Estudis i Investigació Sociolingüístics, instrumento
imprescindible para seguir la evolución de la lengua. De las dos únicas
encuestas que se han hecho después (en 2005 y 2010), se deduce una fuerte caída
tanto en “las capacidades de comprender y hablar la lengua como en su uso”,
según constata la antropóloga Raquel Casesnoves, en la Revista de Llengua i
Dret, en uno de los escasos estudios recientes.
Pero hay
diferencias territoriales. La zona que más ha retrocedido tanto en el uso como
en las opiniones favorables a la normalización lingüística entre 1995 y 2010 es
la ciudad de Valencia y su área metropolitana. Es decir, el ámbito de Rita
Barberá. Con su insólita alocución, a base de caloret (otra palabra inventada a
la que le cambió además el género, pues calor es femenina en valenciano) y
otros errores lingüísticos, la alcaldesa de Valencia pertenece al segmento
mayoritario de población que se expresa en castellano en esa zona
metropolitana. En 2010, la gente reconocía hablar el castellano en casa era el
71,8%, frente al 19,8% en valenciano. Solo cinco años antes las proporciones
eran de 67% por 24,12%.
Por ello no extraña que un estudio
de fin de grado de grado dirigido por el profesor Manuel Perucho de la
Universidad de València, a partir de esas mismas encuestas tratadas con
distintos métodos matemáticos, predijera que en 2050 menos de la décima parte
de la población será valencianoparlante, de mantener la actual política
lingüística. Algunos de los máximos representantes políticos que gobiernan en
Valencia, por si acaso, ya han olvidado su propia lengua.
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