Público
8-3-2015
Teniente Luis Gonzalo Segura
¿Estáis orgullosos?
Acabo de ver el programa Salvados en el que se ha tratado el tema de la
capitán Zaida Cantera (ahora ya Comandante) y me he quedado sin palabras. Ver
cómo tiritaba nerviosa mientras se desnudaba delante de toda la sociedad en
busca, de forma desesperada, de una justicia que no ha conseguido obtener en el
ámbito militar, me ha dejado dolorido como no pensaba. La crudeza de una
persona que tiene que buscar a la Justicia en un medio de comunicación porque
la misma es inexistente en el mundo castrense ha resultado desolador. Aún estoy
emocionado por su relato y con los ojos llorosos.
Zaida, siento de corazón que una persona
como tú haya tenido que renunciar a su sueño y que, muy probablemente, jamás
puedas ser militar aun cuando te permitiesen serlo, ya que las heridas que te
han infligido, la injusticia tan desoladora que has sufrido, la traición con la
que te han desgarrado tus propios compañeros, tus propios jurídicos, tu propio
Ejército, tu propio Estado, tu propio país, tu propia bandera, esa que juraste
defender hasta la muerte, te han herido de muerte (los que sabemos de ti, porque
yo soy de transmisiones como tú y nuestro mundo es muy pequeño, tenemos el
pleno convencimiento de que habrías sido capaz de ofrecer tu vida sin dudarlo).
Yo jamás he sido, ni seré, tan brillante
como tú, jamás habría conseguido ser tan buen oficial como tú, y desde luego,
hoy me has demostrado que tengo muchísimo que aprender de ti como persona. Este
sacrificio te traerá muchos problemas, eso es cierto, pero hoy has dado también
tu vida por tu país, has ofrecido un mayor sacrificio del que los ciudadanos y
la historia te habrían exigido. Hoy has hecho mucho más que la mayoría de los
militares, has dado mucho más que tu sangre, hoy has entregado tu carrera
militar —que es más difícil de derramar por un alto mando que la propia sangre
por sorprendente que resulte— y te has sacrificado por miles de militares que
necesitaban de un OFICIAL como tú que les protegiera y muriera por ellos.
Hoy lo has hecho y podrás dormir con algo que todos esos altos mandos militares
infames —que denigran el uniforme al convertirlo en un tablero de Juego de Tronos al servicio de sus intereses y
ascensos— jamás tendrán: la satisfacción del deber cumplido.
Hoy me siento abochornado porque un
suceso así haya podido producirse, un bochorno que oscila entre la repugnancia
y la impotencia, la rabia contenida. Y por eso y por mucho más, por todas las Zaidas que hay en las Fuerzas Armadas y la
Guardia Civil yo pregunto:
¿Se sienten orgullosos todos los
compañeros y superiores que miraron para otro lado?
¿Les resulta gratificante hoy su salario?
¿Van a enseñar a sus hijos a exterminar a todas las Zaidas para que la Institución siga limpia delante de los ciudadanos?
¿Se sienten orgullosos todos los
jurídicos que miraron para otro lado?
Excelentísimo Señor General de Ejército
JEME D. Jaime Domínguez Buj, ¿se siente usted orgulloso de lo que ha hecho?
Excelentísimo Señor Ministro de Defensa
D. Pedro Morenés Eulate —y todos los altos cargos del Ministerio—, ¿se siente
usted orgulloso de lo que ha hecho?
¿Se sienten orgullosos todos los
políticos del PP y del PSOE que miraron para otro lado y han dado cobijo
durante años —y décadas— a toda esta cúpula militar?
Alteza o Majestad —yo no soy muy bueno
para estas cuestiones— D. Felipe VI, ¿estas son las Fuerzas Armadas que usted
quiere liderar? ¿Se siente orgulloso de ellas? ¿Va a mirar hacia otro lado ante
la gravedad de los sucesos que acontecen o piensa, por el contrario, hacer
algo? ¿Va a estar del lado de estos señores o va a empezar a proteger a los que
sufren burdas cacerías? ¿Piensa impulsar la necesaria reforma de las Fuerzas
Armadas o va a permitir que sigan en este lamentable estado?
Yo, a día de hoy, no tengo respuesta
para todas esas preguntas, pero sí puedo decir que siento verdadera repulsión
por lo que le ha pasado a Zaida y por lo que le está pasando a muchos otros
militares y guardias civiles; siento vergüenza por todos esos altos mandos que
están haciendo un daño irreparable a todos esos militares y guardias civiles
honrados, porque también hay muchas personas honradas y extraordinarios
profesionales que no se merecen todo lo que sucede.
Hoy, ya no hay marcha atrás, ya no valen
las medias tintas. Hoy, las Fuerzas Armadas y la Guardia Civil viven una
cruenta batalla por la regeneración y todo aquel que permanezca impertérrito y
anteponga su carrera militar a su verdadera obligación —regenerar esta
insoportable situación— quiero que tenga claro que ha tomado partido, que ha
decidido estar del lado de los corruptos, infames y mediocres, que ha
traicionado al resto de militares y ciudadanos y, lo peor de todo, es que se ha
traicionado a sí mismo, a sus valores, a su propia familia y a sus ciudadanos.
Ya no vale eso de yo no fui,
no recuerdo o yo no me llevé dinero a casa,
ahora lo importante es yo fui
valiente y denuncié o yo fui un cobarde y callé.
Espero, por tanto, que los que calléis disfrutéis de vuestras medallas y
ascensos y que lo hagáis con la misma satisfacción que tendrán todos esos que
asistieron al juicio de Zaida y que repetían una y otra vez no recuerdo, no recuerdo… O
todos esos altos mandos, jurídicos militares y altos cargos del Ministerio que
siguen permitiendo que todo esto suceda.
Yo hoy me siento orgulloso de Zaida, me
siento orgulloso de usted mi Comandante,
A sus órdenes.
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