Billy el Niño, mientras torturaba a Lidia Falcón:
"Ya no parirás más, puta"
La abogada y escritora feminista se
adhiere a la Querella Argentina con una denuncia en la que describe las
torturas sufridas en la Dirección General de Seguridad.
Público
26-2-2015
ALEJANDRO TORRÚS
Lidia Falcón fue torturada hasta la
saciedad en el otoño de 1974. Fue golpeada, insultada y
humillada. Pero no sólo en prisión. También en los medios de
comunicación del régimen. El diario ABC no dudó en
publicar su foto en portada y relacionarla con el atentado que ETA había cometido en la cafetería Rolando de la calle
del Correo, muy cerca de la Puerta del
Sol, el 13 de septiembre de 1974. Falcón no tenía nada que ver con aquella
masacre. Pero para la Policía, para el régimen y para sus adeptos todo daba
igual. Fue detenida en Barcelona y trasladada a Madrid tres días después del
atentado. Llegó a pensar que no saldría de la cárcel. Que la matarían antes.
Franco estaba a punto de morir y el odio de su Brigada Político y Social andaba
suelto por todos los rincones del Estado. Tortura hoy que mañana ya no se
podrá, debieron pensar.
La abogada, escritora, y fundadora del Partido Feminista ha tardado 40 años en recuperar aquel dramático episodio de su vida. Aquellos nueve meses que pasó en prisión y los nueve días que sufrió los interrogatorios de Billy el Niño y Roberto Conesa. Lo ha mantenido oculto, en la medida de lo posible, no sabe muy bien por qué, dice. Cada víctima maneja como puede el trauma de la tortura. Cada persona tiene un mecanismo de defensa. El silencio y el disimulo fue el método elegido por Falcón.
La abogada, escritora, y fundadora del Partido Feminista ha tardado 40 años en recuperar aquel dramático episodio de su vida. Aquellos nueve meses que pasó en prisión y los nueve días que sufrió los interrogatorios de Billy el Niño y Roberto Conesa. Lo ha mantenido oculto, en la medida de lo posible, no sabe muy bien por qué, dice. Cada víctima maneja como puede el trauma de la tortura. Cada persona tiene un mecanismo de defensa. El silencio y el disimulo fue el método elegido por Falcón.
"Me detuvieron hasta siete veces entre 1960 y 1974, pero lo que viví
durante aquella detención no se lo he contado a nadie"
Ahora, cuarenta años después, se ha
decidido a poner estas torturas por escrito y presentar una denuncia ante la
embajada de Argentina en Madrid para adherirse a la llamada Querella Argentina, la única causa judicial que investiga en
estos momentos los crímenes de la dictadura franquista y de la Guerra Civil.
"Me detuvieron hasta siete veces
entre 1960 y 1974, pero lo que viví durante aquella detención no se lo he
contado a nadie. ¿Por qué? No lo sé", relata a Público Lidia Falcón, que señala que finalmente se
ha decidido a dar el paso y presentar la denuncia para "ayudar a los
compañeros que tanto esfuerzo están realizando para terminar con la impunidad
del franquismo".
Nueve días en la DGS
El 16 de septiembre de 1974, tres días después del atentado de ETA, la Brigada Político Social (BPS) acudió al despacho de Lidia Falcón para detenerla y trasladarla a Madrid acusada de participar en el atentado realizado con una carga explosiva en la Cafetería Rolando de la calle del Correo de Madrid, lugar frecuentado por policías de la BPS de Madrid. No tenían pruebas. Probablemente, incluso conocían que Falcón no estaba implicada. Pero daba igual. La subieron a un coche y la trasladaron a Madrid. También a su hija y a su compañero, Eliseo Bayo. No la dejaron ni ir al baño en las 12 horas del viaje.
El 16 de septiembre de 1974, tres días después del atentado de ETA, la Brigada Político Social (BPS) acudió al despacho de Lidia Falcón para detenerla y trasladarla a Madrid acusada de participar en el atentado realizado con una carga explosiva en la Cafetería Rolando de la calle del Correo de Madrid, lugar frecuentado por policías de la BPS de Madrid. No tenían pruebas. Probablemente, incluso conocían que Falcón no estaba implicada. Pero daba igual. La subieron a un coche y la trasladaron a Madrid. También a su hija y a su compañero, Eliseo Bayo. No la dejaron ni ir al baño en las 12 horas del viaje.
Lo peor, obviamente, estaba por llegar.
Falcón pasó nueve días en aquellas dependencias del terror franquista. "Allí tiraron a Grimau por la ventana. Han
torturado hasta inutilizar. Una piensa que es posible que no lo cuente, que no
salga", relata Falcón frente a la Embajada de Argentina en Madrid."Estaban rabiosos y deseosos de venganza. No hay que
olvidar que acababan de morir 13 personas y había 84 heridos", prosigue
Falcón.
Un médico la auscultó nada más llegar. "¿Padece usted alguna afección?", le preguntó. "Acabo de sufrir una hepatitis", respondió la mujer. Billy del Niño y Conesa ya tenían el blanco perfecto para destrozar a su víctima: "Me golpeaban en el estómago y en el hígado y me tiraban de los brazos que parecía que se salían". Así durante tres días. Sin dormir, ni comer, ni beber. Entre golpe y golpe, además, le hablaban sobre su hija: "Está en los calabozos. Quizá se eche novio".
Un médico la auscultó nada más llegar. "¿Padece usted alguna afección?", le preguntó. "Acabo de sufrir una hepatitis", respondió la mujer. Billy del Niño y Conesa ya tenían el blanco perfecto para destrozar a su víctima: "Me golpeaban en el estómago y en el hígado y me tiraban de los brazos que parecía que se salían". Así durante tres días. Sin dormir, ni comer, ni beber. Entre golpe y golpe, además, le hablaban sobre su hija: "Está en los calabozos. Quizá se eche novio".
Pasadas las 72 horas del plazo de
detención, se personó en la celda donde estaba presa el juez instructor, el
comandante del Juzgado Militar nº 1 de Jueces y Oficiales de Madrid, y tras un
largo interrogatorio, Falcón firmó una declaración en la que no reconocía su
participación en el atentado ni relación alguna con los terroristas. "Me
llegó a preguntar sobre la implicación de la CIA en el atentado", rememora
Falcón, que describe cómo el juez se daba golpes en el pecho mientras
exclamaba: "No acepto traiciones a este
uniforme".
La colgaron
con dos pares de esposas a dos ganchos que estaban en el techo, pero las
muñecas de Falcón eran demasiado pequeñas.
Después el oficial se fue y la dejaron
nuevamente en su celda. Y al día siguiente Billy el Niño y Conesa volvieron a
por ella. La colgaron con dos pares de esposas a dos ganchos que estaban en el
techo, pero las muñecas de Falcón eran demasiado pequeñas. Sus 50 kilos de peso
no daban para llenar aquellas esposas. Falcón caía una y otra vez. Finalmente,
la ataron con cuerdas y comenzaron a propinarle puñetazos en abdomen, estómago
e hígado.
Los ojos de Billy el Niño
"¿Recuerda alguna frase que le dijera Billy el Niño durante el interrogatorio?", le pregunta el periodista. "Sí. Claro. Hay una que no se me olvidará. Nunca. Mientras me golpeaba en el estómago me dijo: 'Ahora ya no parirás más, puta'", responde Falcón, que recuerda que tras aquellos interrogatorios ha tenido que operarse hasta cinco veces para tratar de paliar las consecuencias de aquellas torturas en hombros, estómago y matriz.
"¿Recuerda alguna frase que le dijera Billy el Niño durante el interrogatorio?", le pregunta el periodista. "Sí. Claro. Hay una que no se me olvidará. Nunca. Mientras me golpeaba en el estómago me dijo: 'Ahora ya no parirás más, puta'", responde Falcón, que recuerda que tras aquellos interrogatorios ha tenido que operarse hasta cinco veces para tratar de paliar las consecuencias de aquellas torturas en hombros, estómago y matriz.
Como otras víctimas de Antonio
González Pacheco, alias Billy el Niño, Falcón
recuerda bien aquella cara. Esos ojos que chispean ante el
dolor ajeno, que disfrutan infundiendo terror y ejerciendo la superioridad que
otorga tener a la víctima atada y vía libre para torturar. "Era
un sádico. Le gustaba. Se veía que disfrutaba de esos momentos", prosigue
Falcón, que reconoce que en la mayor parte de las sesiones terminaba perdiendo
el conocimiento.
Cuando se
desmayaba la desataban y la tendían en el suelo. La despertaban con un cubo de
agua.
Cuando se desmayaba la desataban y la
tendían en el suelo. La despertaban con un cubo de agua. Después el médico la
reconocía, miraba el blanco de los ojos y le tomaba la tensión. "Déjenla descansar", solía recomendar. Ella quedaba
en el suelo, mojada, durante horas, hasta que la bajaban a la celda. Al día
siguiente, las torturas continuaban. Al sexto día los torturadores no pudieron
seguir con las mismas sesiones. Ya no podían colgarla de la pared porque perdía
el conocimiento rápidamente a causa. Entonces, cuando despertaba, seguía
recibiendo puñetazos y patadas, tirada en el suelo.
Pacto de silencio
Al noveno día la trasladaron a la Prisión de Mujeres de Yeserías en Madrid. Tenía rotos los tendones supraespinosos de los dos brazos y rasgados la matriz y los músculos del abdomen. Estuvo nueve meses en aquella prisión. Hasta el 11 de junio de 1975 cuando le concedieron la libertad provisional bajo la fianza de 30.000 pesetas. A pesar de estar acusada, nunca fue juzgada. De hecho, nadie fue juzgado por aquel atentado de ETA. Ni ella, ni los otros 21 procesados.
Falcón acudió años más tarde al Archivo Histórico a buscar aquellos expedientes. El de esta estancia en prisión, la anterior y las siete detenciones. No existían. Su nombre sólo aparece en documento que recoge una conversación mantenida por dos policías. "Todo ha sido eliminado. Es parte del pacto de silencio la Transición. Todo aquello queda atrás. No hay culpables. No hay condenados. No hay investigaciones. España es un país único y el bipartidismo tiene gran parte de la culpa", sentencia Falcón.
Pacto de silencio
Al noveno día la trasladaron a la Prisión de Mujeres de Yeserías en Madrid. Tenía rotos los tendones supraespinosos de los dos brazos y rasgados la matriz y los músculos del abdomen. Estuvo nueve meses en aquella prisión. Hasta el 11 de junio de 1975 cuando le concedieron la libertad provisional bajo la fianza de 30.000 pesetas. A pesar de estar acusada, nunca fue juzgada. De hecho, nadie fue juzgado por aquel atentado de ETA. Ni ella, ni los otros 21 procesados.
Falcón acudió años más tarde al Archivo Histórico a buscar aquellos expedientes. El de esta estancia en prisión, la anterior y las siete detenciones. No existían. Su nombre sólo aparece en documento que recoge una conversación mantenida por dos policías. "Todo ha sido eliminado. Es parte del pacto de silencio la Transición. Todo aquello queda atrás. No hay culpables. No hay condenados. No hay investigaciones. España es un país único y el bipartidismo tiene gran parte de la culpa", sentencia Falcón.
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