Adiós
paleto
Público
3-12-15
David
Torres
En
la tercera temporada de The
Wire, Russell Stringer Bell consulta con su abogado ya que
empieza a sospechar que se la están metiendo doblada. Bell es lugarteniente de
uno de los capos de la droga de Baltimore, un gánster callejero que empezó
vendiendo droga en los colegios y dando palos en gasolineras y acabó estudiando
economía y leyendo La riqueza
de las naciones de Adam
Smith. Una trayectoria inversa a la de muchos políticos españoles; por ejemplo,
buena parte del equipo de Esperanza Aguirre empezó estudiando economía y acabó
saqueando colegios públicos. Se ve que el orden de los factores no altera el
producto.
Como tantos otros delincuentes (como Michael Corleone
cuando soñaba con blanquear su dinero en las cuentas del Vaticano), Bell
pretende saltar del crimen a las altas finanzas, del chándal a la corbata y de
la navaja al maletín de cuero. Pero es un salto cualitativo para el que todavía
no está preparado y cuando sube un escalón más en la pirámide criminal tropieza
en su escalada con un senador de Maryland, Clay Davis, que lo va exprimiendo
como a un limón. Davis le explica que sus negocios no prosperan porque primero
hay que untar a los cargos correspondientes. Cuando quiere darse cuenta, Bell
ya ha palmado un cuarto de millón de dólares. Su abogado le explica lo que ha
ocurrido: “El tipo coge tu dinero y no mueve un dedo. Si tus negocios no
avanzan, dice que hace falta más dinero. Si consigues los permisos, entonces es
que ha dado resultado. Si llueve, ha sido gracias a él. Te ha hecho la lluvia”.
Es el mismo timo que nos están ofreciendo Mariano y su
equipo de cuatreros: cuatro años después de empuñar las riendas del poder,
seguimos prácticamente en las mismas cifras de desempleo de hace cuatro años.
Algo menos de paro y algo menos de empleo, aunque el número total de parados
todavía rebasa ampliamente los cuatro millones. Cuatreros a tope, como se ve.
Eso a pesar de todo el sacrificio invertido en estos cuatro años, la
precariedad laboral, la subida brutal de impuestos, la pérdida de poder
adquisitivo, las ayudas a la banca, la austeridad a cualquier precio. La
economía no acaba de remontar o, para decirlo en lenguaje poético, la sequía se
prolonga. La única lluvia que nos cae encima es la de los poderosos que nos
están meando desde la cúspide del Ibex. Mientras tanto, los únicos que se han
recuperado del batacazo, millonarios, banqueros y grandes empresarios, ofrecen
un saldo anual de beneficios acojonante. Sí, nos han hecho la lluvia, pero sin
que llueva.
El timo tiene mucho más mérito si se piensa que el
gancho dio ayer un mitin rural en Benavente que concluyó con estas palabras:
“Es el vecino el que elige al alcalde y es el alcalde el que quiere que sean
los vecinos el alcalde”. Lo que le valió una cerrada ovación del público. No es
nada fácil soltar un solecismo de esa categoría entre aplausos y pasar la
palabra al siguiente orador (“así que, Juan”) como el que pasa un garrote.
Entre lo de un plato es un plato, un vaso es un vaso, los españoles son muy
españoles y mucho españoles, ustedes podrán pensar lo que quieran pero
recuerden la lección inmortal de Forrest Gump: “un tonto es el que hace
tonterías”. No el que las dice. También Tony Leblanc gesticulaba un buen rato a lo Donald Trump y enseñaba un maletín lleno de
estampitas antes de despedirse: “Adiós paleto”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario