Público
21-7-16
Vicenç Navarro
Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra
Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra
Estos días, con ocasión de las
ceremonias que están teniendo lugar en España pare recuperar su historia,
afectada muy negativamente por el golpe militar del 18 de julio en contra de un
gobierno popular elegido durante la II República, tuve la oportunidad de ver un
documental, titulado “Following the Ninth” (Siguiendo la Novena), de Kerry
Candaele, productor también de los documentales Iraq for Sale: The War
Profiteers y Wal-Mart: the High Cost of Low
Price. Tengo que admitir que he sido siempre un gran entusiasta de
Beethoven, y muy en particular de la Novena, no solo desde el punto de vista
musical, sino también desde lo que esta última representa. De ahí mi interés en
este documental, el cual presenta no solo los orígenes de la Novena, sino
también los usos que se han hecho de la Novena a lo largo de la historia. La
música con el texto de Friedrich Schiller es una expresión y un canto a la
hermandad de los seres humanos (reducidos a la mitad de la población cuando se
escribió, pues habla de la hermandad de los hombres, olvidándose de la otra
mitad de los seres humanos, las mujeres) que llena de contenido las demandas de
solidaridad de la humanidad.
Cuando se escribió, el poema de
Schiller era, en realidad, un himno revolucionario frente a las estructuras de
poder de aquel entonces, y un gran número de fuerzas políticas que se
consideraban promotoras del cambio inmediatamente se apropiaron de él. Incluso
Hitler (que hizo que cantaran la Novena en los días de su cumpleaños) quiso
apropiárselo, añadiendo al canto a la unidad de los hombres el adjetivo de
arios, adjetivo que Schiller y Beethoven hubieran rechazado, pues el objetivo
de ambos era romper precisamente con estas divisiones étnicas y raciales de los
seres humanos.
La Novena de Beethoven
como himno revolucionario
El documental muestra la
enorme variedad de situaciones en las que la Novena ha sido cantada, con el
poema de Schiller o con otros textos. Se cantó delante del muro de Berlín poco
después de que este colapsara. También se cantó en la Plaza de Tiananmén, en
China, durante la revuelta de los estudiantes. Fue también cantada por las
Madres de Plaza de Mayo en Argentina, así como por la resistencia en contra de
la dictadura de Pinochet. Es conocido que era cantada en las cárceles de
Pinochet por los encarcelados por la dictadura por razones políticas. Se cantó
también, con el texto de Billy Bragg (que había puesto al día La Internacional, el canto
que ha sido reproducido por más millones de personas en el siglo XX), en las
calles de ciudades del Reino Unido en la lucha contra las campañas
antisindicales del gobierno conservador británico, y se cantó en Japón, con un
coro de 10.000 personas, en oposición al gobierno conservador de aquel país. Y
también se ha cantado en las calles de Madrid en el periodo postdictatorial, en
la versión de Miguel Ríos.
Y en esta larga historia debe
añadirse el canto de la Novena de hace unos días, con motivo de la
conmemoración del 18 de julio de 1936 (día en el que se inició el golpe militar
fascista que interrumpió la II República), cuando se interpretó en el Palau de
la Música de Barcelona en honor a aquellos que tuvieron que interrumpir el
canto de la Novena en el mismo momento en el que tenía lugar aquel golpe
militar. Aquel día en Barcelona, hace ochenta años, la ciudad se preparaba para
inaugurar al día siguiente, el 19 de julio, la apertura de la Olimpiada Popular
para celebrar la hermandad de todos los pueblos mediante eventos deportivos.
Esta ceremonia iba a ser iniciada aquél día en el teatro griego de Barcelona
con el canto de la Novena bajo la dirección de Pau Casals. El día anterior, el
día 18, el coro y la orquesta estaban ensayando el canto de la Novena para el
día siguiente, cuando el ensayo se tuvo que suspender debido al golpe militar.
La desconocida historia de las Olimpiadas Populares
Lo que la juventud desconoce,
como consecuencia de habérseles robado su historia, es que Barcelona se había
convertido en el centro de referencia mundial para las fuerzas progresistas
antinazis y antifascistas. La victoria de la Unidad Popular fue celebrada
internacionalmente, pues convertía Barcelona en la capital del antifascismo.
Eran entonces momentos, como ahora, de gran tensión en Europa. Entonces, como
ahora, había un resurgimiento de las protestas populares frente a un sistema
político-económico que era percibido por las clases populares como
profundamente injusto. Y este resurgimiento había alarmado a las clases
dominantes, que utilizaron el fascismo y el nazismo como instrumentos políticos
en contra de las clases trabajadoras europeas.
A nivel europeo, el Comité
Olímpico Internacional, controlado por representantes de la nobleza y otros
componentes de la burguesía, había escogido Berlín, sede del gobierno nazi
liderado por Hitler, como sede de los Juegos Olímpicos. Ello provocó una
protesta a nivel mundial. Y así se establecieron las Olimpiadas Populares como
alternativa (que convocaron a un número de atletas y deportistas mayor que la olimpiada
oficial en Berlín). Mi buen amigo Pasqual Maragall, que fue alcalde de
Barcelona (1982-1997), me dijo en una ocasión que uno de los argumentos que
utilizaron los que, dentro del Comité Olímpico Internacional (COI), se oponían
a la elección de Barcelona como sede de los Juegos Olímpicos internacionales de
1992, es que tal elección podría ser percibida mundialmente como un homenaje a
las Olimpiadas Populares del 1936, hecho que Pasqual, con la integridad y
valentía que le caracterizaba, resaltó en la inauguración de los juegos,
creando malestar en sectores del COI, donde los representantes de la nobleza y
personajes semejantes continuaban ejerciendo una notable influencia. El pacto
para conseguir que Barcelona fuera elegida sede de tales Juegos Olímpicos
incluía que no se recordaran aquellos juegos, pacto que, como he dicho, Pasqual
Maragall no respetó, prestando homenaje a aquella Olimpiada Popular.
Pau Casals y su rol en la Novena
Otro elemento desconocido de
la historia de España, incluyendo Catalunya, fue la dimensión, no solo
humanista, sino también política de Pau Casals, el más conocido violoncelista
del mundo. Casals era un músico muy progresista, con conciencia social y con
clara simpatía hacia las izquierdas. Le apenaba que el gran goce de escuchar y
promover la música clásica no fuera fácilmente accesible a los obreros de
Barcelona. De ahí que diera conciertos en los lugares de trabajo, incluyendo
las fábricas. Persona muy querida por las clases populares, era la elección
natural para que dirigiera el coro y la orquesta responsables de interpretar la
Novena en la inauguración de las Olimpiadas Populares. Y al terminar el canto
el día anterior, durante el ensayo, Pau Casals proféticamente indicó que si
aquellas fuerzas golpistas triunfaban, España y Europa iniciarían uno de los
peores periodos de su historia, haciendo una llamada internacional para que
todos los gobiernos democráticos apoyaran a la República en su defensa. Fue un
síntoma de enorme cobardía que ningún gobierno llamado democrático lo hiciera,
por miedo a oponerse a Hitler y a Mussolini.
En España, el fascismo ganó,
como consecuencia del apoyo militar dado a las tropas fascistas por Hitler y
Mussolini, iniciándose una de las mayores represiones que se hayan conocido en
Europa. Por cada asesinato político que cometió el régimen de Mussolini, Franco
cometió 10.000, dato que la juventud también desconoce. Es de esperar y desear
que el canto de la Novena inicie una recuperación de la historia real de este
país, ocultada y reprimida, no solo durante la dictadura, sino también en el
periodo democrático que la siguió, debido al enorme dominio que las fuerzas
conservadoras, a los dos lados del Ebro, han tenido en las instituciones donde
los valores y percepciones se producen y reproducen. Así de claro.
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