Violada y obligada a abortar
Público
Luis Gonzalo Segura
21-7-16
Para
Arsenio Fernández Mesa, director de la Guardia Civil, que un mando de la
Benemérita pudiera violar, acosar sexualmente en repetidas ocasiones
y obligar a abortar a una subordinada no es especialmente grave. Es
lógico si tenemos en cuenta que Arsenio Fernández Mesa era de los que patrullaban con
grupos falangistas armados con pistolas, palos y cadenas en busca de demócratas y
sindicalistas. Juventud, divino tesoro.
Se trata de un hecho que
escandalizaría a cualquiera, lo de la violación y el aborto, pero no a un
hombre de la templanza y serenidad de los que gustan de aporrear a un
demócrata. Esas personas son de una pasta especial, de los que no pierden los
nervios con facilidad. Allí donde cualquier persona caería en la cólera o la
histeria, un cadenero se mantiene impertérrito.
Es incuestionable que la
gravedad de los hechos hacía necesario que se adoptase la suspensión de
funciones en cuanto estos fueron puestos en conocimiento de la justicia. Sin
embargo, no tomaron medida alguna aunque la dirección de la Guardia Civil tenía
constancia de lo denunciado desde diciembre de 2015.
En este caso, la suspensión de
funciones era una medida preventiva que, sin afectar jurídicamente al
acusado, permitía proteger a potenciales víctimas que se hubieran podido
producir durante el proceso. Sin embargo, al director de la Guardia Civil
y al Gobierno no les pareció apropiada porque ni les importaba ni les
importa que hubiera más víctimas.
¿Exagero? Hace menos de un
mes supimos que un guardia civil que había grabado una agresión sexual y
se había reído de ello, había sido indultado y ejercía sus funciones en
Lanzarote. Es en esos momentos cuando el cadenero, el
ultracatólico, Soraya Sáenz de Santamaría, Pedro Morenés más conocido como El Carnicero, Mariano Rajoy y
el resto del Consejo de Ministros se ríen de la agredida y, por supuesto, de
todos nosotros. Para ellos, si el guardia civil indultado tiene que
atender y/o proteger en el futuro a una chica que ha sufrido una agresión
sexual, nada mejor que una grabación, unos chistes y unas risas. Así lucha el
PP contra la violencia de género.
En
mi caso, diez días después de publicar la primera novela (Un paso al
frente) ya estaba suspendido de funciones y dos días después de la segunda
(Código rojo) ya había sido expulsado. Escribir novelas, denunciar y hacer
manifestaciones progresistas, peligroso; violar y obligar a abortar a una
subordinada, nimio; grabar una agresión sexual y reírse de ello,
intrascendente y merecedor del indulto.
Salvo en este
psiquiátrico en el que estamos encerrados, todo esto sería delirante en
cualquier país avanzado del mundo.
Seguimos. Los hechos llegan a
los medios de comunicación ocho meses después de tener conocimiento de lo
acontecido la dirección de la Guardia Civil. El 16 de julio se publican las primeras
informaciones: cuatro
años de calvario, cambios de turnos o aumento
de la carga de trabajo si no cedía a sus chantajes
sexuales y obligada a abortar una vez quedó embarazada. Cuando la
violó, “se subió los pantalones y le dijo: ¿Ves como no era para tanto?”. Peor aún, el auto
judicial afirma que el procesado “no da explicaciones
racionales y coherentes”.
Aun así, la dirección de la Guardia
Civil todavía tiene que tomarse su tiempo hasta que el 20 de
julio cesa en sus funciones al acusado, por si todo queda en poca cosa. No es así. Al final
suspenden de funciones al acusado y lo justifican, entre otras cuestiones,
por la difusión de estos
hechos en los medios de comunicación “generan un notable desprestigio de la
Institución a la que pertenece el procesado”.
Dejando
a un lado que a la Guardia Civil lo que le desprestigia es la propia
presencia de Arsenio Fernández Mesa, Jorge Fernández Díaz, Mariano Rajoy y
toda la corrupción en la que estamos ahogándonos, tal afirmación nos permite
descubrir el verdadero problema. La alarma y las luces rojas no se
encienden al conocer los hechos, sino cuando se hace público lo que ha
sucedido. Es entonces cuando toman la medida, obligados por el
escándalo y por la presión mediática, no por su propia
voluntad ni por consejo de su criterio. Lo incómodo es la publicidad,
no el delito.
Por tanto, lo dramático
para las Fuerzas Armadas o la Guardia Civil no son las aberraciones
descritas, sino que se difunda información sobre las mismas. Por
ello, no se esforzarán en hacer todo lo posible para que algo así no
vuelva a suceder, lo que harán es recortar libertades y presionar a los medios
de comunicación para que escándalos de este tipo no vuelvan a llegar a los
medios de comunicación. Y si llegan, moverán todos los hilos para
silenciarlos o disminuir su repercusión. Por suerte, la Asociación Unificada de
la Guardia Civil (AUGC) no va a permitir que el cubo de la basura permanezca
cerrado aunque ello les cueste expediente tras expediente. Ya lo han
demostrado.
Hay una última cuestión sobre
lo acontecido: a un indecente como Arsenio Fernández Mesa y a un
ultracatólico aspirante a camorrista como Jorge Fernández Díaz, ¿les gustaría
poder indultar al acusado de violar y obligar a abortar a una subordinada
como hicieron con el guardia civil que se reía al grabar la agresión
sexual? ¿Y a Soraya Sáenz de Santamaría o a Mariano Rajoy?
Luis Gonzalo Segura, exteniente
del Ejército de Tierra.
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rojo le echa huevos al asunto y no deja títere con cabeza. Se arriesga,
proclamando la verdad a los cuatro vientos, haciendo que prevalezca, por una
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letra” por Sergio Sancor).
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las novelas “Código rojo” (2015) y “Un paso al frente” (2014).
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