Villarejo:
"Antes de entregarse, se pegó un tiro. A otros les ayudamos. Éste se lo
pegó"
El excomisario alardea constantemente de sus 'hazañas' en la lucha
antiterrorista; tanto que en conversación con 'Público' llegó a admitir que
participó en torturas cuando estaba en la Brigada Político-Social del
franquismo. Su obsesión es el director del CNI, Félix Sanz, al que siempre
acusa de amenazar de muerte a la expareja de Juan Carlos de Borbón, Corinna zu Sayn-Wittgenstein,
como ya publicó este diario hace cuatro meses, difundiendo el audio de su
propia voz.
Público
MADRID
CARLOS ENRIQUE BAYO
Tras haber pasado muchos años intoxicando a medios de comunicación –a través de los
que en su día (1995) calificó como "mis periodistas infiltrados"–,
esta vez tendrá la oportunidad de repetir sus acusaciones e infundios ante una
audiencia de millones de telespectadores o sincerarse. Vale la pena, en todo
caso, explicar su pantomima de estos años, que en realidad, a quien ofende es a
los miembros de las fuerzas de seguridad del Estado; a policías y guardias
civiles que sí se han jugado la vida en operaciones antiterroristas o en
acciones contra el crimen organizado, mientras que Villarejo fue
irregularmente ascendido a comisario en 2011, cuando regresó de diez años de
excedencia en los que montó un imperio empresarial multimillonario.
Para empezar, las primeras
acciones violentas que Villarejo ejecutó se produjeron al final de la
dictadura de Franco, cuando formó parte de la Brigada Político-Social con la
que el franquismo reprimió a todos los que luchaban por la democracia.
Entre ellos, como él mismo reconoció en conversación con este periodista,
Eliseo Bayo, periodista y escritor, padre del que esto escribe:
"He tenido el
honor de conocer a tu padre: yo lo detuve"
Villarejo: Por ejemplo, cuando tú escribiste alguna cosa… yo
a ti sí te tenía reflejado, porque conozco tu trayectoria y tu posición. Y yo
conocía además mucho a los del Grupo-16… Entonces…
Bayo: ¿Y a Eliseo Bayo lo has conocido también?
V: Claro… tu padre.
B: Claro, claro.
V: Yo tuve el honor de conocerle. Yo lo detuve. Pero me costó, me costó…
B: Bueno, a él le ha detenido tanta gente que eres uno más…
V: No, no, no. Fue… yo estaba en los grupos antiterroristas. Yo estuve en la Brigada Social, actuando en los grupos antiterroristas.
B: ¡Político!-Social.
V: Desde que ingresé en la Policía fui voluntario en contraterrorista, que estuve en el [inaudible]. Y cuando hubo el tema del atentado de Correo y tal y cual…
B: A mi padre y a mí nos detuvieron juntos en Barcelona. Estábamos los dos en la casa.
V: Pero ¿cuándo lo de la calle del Correo? No.
B: ¡Sí! Lo que pasa es que luego a él lo trajeron aquí…
V: Es que fue en Madrid…
B: Claro. Trasladaron aquí a mi madre, a mi hermana y a mi padre, pero es que yo todavía no era mayor de edad y me soltaron al cabo de unos días de… y no me enviaron a Madrid.
V: Lo de la calle del Correo lo supimos nosotros en unas anotaciones… nosotros pillamos al comando que trajo los explosivos para Carrero. El grupo Azteca. Éramos nueve, además, y solamente a cuatro les dieron matarile… Éramos no más que cinco en aquella época. Y había unas anotaciones que ponía: Rolando 2.15 – 2.45. Era la hora en la que los policías iban a tomar copas allí.
V: Claro… tu padre.
B: Claro, claro.
V: Yo tuve el honor de conocerle. Yo lo detuve. Pero me costó, me costó…
B: Bueno, a él le ha detenido tanta gente que eres uno más…
V: No, no, no. Fue… yo estaba en los grupos antiterroristas. Yo estuve en la Brigada Social, actuando en los grupos antiterroristas.
B: ¡Político!-Social.
V: Desde que ingresé en la Policía fui voluntario en contraterrorista, que estuve en el [inaudible]. Y cuando hubo el tema del atentado de Correo y tal y cual…
B: A mi padre y a mí nos detuvieron juntos en Barcelona. Estábamos los dos en la casa.
V: Pero ¿cuándo lo de la calle del Correo? No.
B: ¡Sí! Lo que pasa es que luego a él lo trajeron aquí…
V: Es que fue en Madrid…
B: Claro. Trasladaron aquí a mi madre, a mi hermana y a mi padre, pero es que yo todavía no era mayor de edad y me soltaron al cabo de unos días de… y no me enviaron a Madrid.
V: Lo de la calle del Correo lo supimos nosotros en unas anotaciones… nosotros pillamos al comando que trajo los explosivos para Carrero. El grupo Azteca. Éramos nueve, además, y solamente a cuatro les dieron matarile… Éramos no más que cinco en aquella época. Y había unas anotaciones que ponía: Rolando 2.15 – 2.45. Era la hora en la que los policías iban a tomar copas allí.
El
autodenominado "agente encubierto" embellece los relatos de sus
falsas proezas hasta caer en flagrantes mentiras
En este fragmento de la conversación que
Villarejo mantuvo con dos periodistas de Público en septiembre de 2016,
se pone de manifiesto que el autodenominado "agente encubierto"
adorna los relatos de sus presuntas proezas hasta caer en las mentiras
contrastadas: el excomisario no participó en absoluto en la detención de
Eliseo Bayo, ni mucho menos le "costó" nada hacerlo. Fue detenido
porque Genoveva Forest entregó en Madrid a la Policía las llaves de un piso que
él y su esposa, la abogada Lidia Falcón, habían adquirido en la capital y que
ingenuamente cedieron a Forest creyendo que se encargaría de controlar una
pequeña reforma para hacer un bufete profesional en esa pequeña vivienda.
¿Cómo puede Villarejo mentirle
al propio hijo de ambos, que además tenía 19 años en aquella fecha y recuerda
perfectamente los hechos? La torpeza del excomisario va todavía más allá,
puesto que luego engalana la ficción de sus andanzas –como para tapar el
patinazo inicial– confesando crímenes como las torturas a detenidos y hasta
los asesinatos de presuntos etarras fingiendo que se habían suicidado:
"Sería gilipollas
si dijera que algunas veces no di hostias"
V: Porque en aquella época obviamente nunca lo
largaban… Afortunadamente se ha evolucionado. Pero en aquella época a los que
trabajábamos en los grupos antiterroristas nos decían: “Chavales, en media hora
como no diga la cita de seguridad, te vas a la calle”… Y algunas veces les
dábamos… Yo sería gilipollas si dijera que algunas veces no di hostias y tal.
Además, estaba comprometido y creía que estaba haciendo bien.
B: Pues aquella Operación Caperucita en la Boca del Lobo [nombre interno que le dio ETA], que la conozco muy bien…
V: ¿Rolando?
B: Claro. Enviaron a dos descerebrados que colocaron la bolsa contra la pared del servicio…
V: Pero lo cometió ETA…
B: Claro que fue ETA, pero el descerebrado que puso la bolsa ahí no sabía que el explosivo hace fuerza hacia donde hay resistencia. Con lo cual, lo que hundió fue el bar de al lado [el Restaurante Tobogán].
V: Y palmó casi todo el mundo, menos maderos. Maderos, ninguno.
B: No, ninguno. Todos eran gente corriente, que estaban allí…
V: Hubo uno que luego murió al cabo de un tiempo [Félix Ayuso Pinel, quien falleció dos años y cuatro meses después], pero nada más. Y... Bueno, y te quiero decir que el tipo aquel era Apalategui y mantuve un tiroteo con él. Y se pegó un tiro antes de entregarse.
M [otro comensal]: ¿Apala? ¿Apala?
V: No, no. Era Apalategui. Era otro Apala. No, no, ése es otro… Yo te digo el que está con los depresivos... era un tipo que iba a muerte… y que nos sorprendió mucho en un tiroteo, en Alfa, ¡pah, pah, pah! Y al final como se quedó sin munición, se pegó un [incomprensible]. De verdad, eh. A otros les ayudamos, pero a éste… este se lo pegó. Y el tipo… nos quedamos… llevábamos veinte años y estuvimos toda la noche… El tipo envejeció que cuando lo cogimos parece que tenía 40 años. Pues es él, que luego nos enteramos que trajo los explosivos y, claro, el hombre dijo: “como no aguante y me cojan estos tipos, me van a sacar lo del explosivo…” Porque lo pillamos tres días antes del atentado.
B: Pues aquella Operación Caperucita en la Boca del Lobo [nombre interno que le dio ETA], que la conozco muy bien…
V: ¿Rolando?
B: Claro. Enviaron a dos descerebrados que colocaron la bolsa contra la pared del servicio…
V: Pero lo cometió ETA…
B: Claro que fue ETA, pero el descerebrado que puso la bolsa ahí no sabía que el explosivo hace fuerza hacia donde hay resistencia. Con lo cual, lo que hundió fue el bar de al lado [el Restaurante Tobogán].
V: Y palmó casi todo el mundo, menos maderos. Maderos, ninguno.
B: No, ninguno. Todos eran gente corriente, que estaban allí…
V: Hubo uno que luego murió al cabo de un tiempo [Félix Ayuso Pinel, quien falleció dos años y cuatro meses después], pero nada más. Y... Bueno, y te quiero decir que el tipo aquel era Apalategui y mantuve un tiroteo con él. Y se pegó un tiro antes de entregarse.
M [otro comensal]: ¿Apala? ¿Apala?
V: No, no. Era Apalategui. Era otro Apala. No, no, ése es otro… Yo te digo el que está con los depresivos... era un tipo que iba a muerte… y que nos sorprendió mucho en un tiroteo, en Alfa, ¡pah, pah, pah! Y al final como se quedó sin munición, se pegó un [incomprensible]. De verdad, eh. A otros les ayudamos, pero a éste… este se lo pegó. Y el tipo… nos quedamos… llevábamos veinte años y estuvimos toda la noche… El tipo envejeció que cuando lo cogimos parece que tenía 40 años. Pues es él, que luego nos enteramos que trajo los explosivos y, claro, el hombre dijo: “como no aguante y me cojan estos tipos, me van a sacar lo del explosivo…” Porque lo pillamos tres días antes del atentado.
Este otro fragmento confirma
tra que Villarejo sigue patinando, al tratar de atribuirse el protagonismo de
las detenciones del atentado de la cafetería Rolando, donde perecieron 13
personas y otras 70 resultaron gravemente heridas. En aquella fecha (septiembre
de 1974), él sólo tenía 23 años y no era miembro destacado de ningún grupo
antiterrorista, no digamos ya del encargado de investigar tamaña masacre. Pero
sí era un secuaz júnior del grupo del torturador franquista Billy el Niño (Antonio González
Pacheco), encargado de interrogar a los detenidos tras el atentado,
incluidos la madre, el padre y la hermana del que esto escribe.
Así que, en el caso de que
fuera cierto que interrogó a Eliseo Bayo en la Dirección General de Seguridad
(DGS) sólo estaría confesando gravísimos delitos ante el familiar más directo
de esas víctimas del franquismo. Porque resulta que Billy el Niño torturó brutalmente en aquella ocasión a
Lidia Falcón, como ella misma testificó en la Querella Argentina sobre los
crímenes de la dictadura.
Hace casi cuatro meses de
esa conversación y ya entonces lanzó todas las acusaciones sobre las supuestas
amenazas del director del CNI, Félix Sanz, contra la amante del rey Juan
Carlos, Corinna zu Sayn-Wittgenstein.
"Si quieres
amenazar a alguien de muerte, coges a un tío como yo, que no se le conoce la
cara"
Villarejo: Lo tengo porque Corinna me lo entregó, porque la
iban a haber matado, porque el muy tonto [refiriéndose a Félix Sanz] la
amenaza de muerte a la Corinna... ¡Él! Si quieres amenazar a alguien de muerte
coges a un tío como yo, que no se conoce la cara, bueno ahora sí, el nombre, la
cara me he preocupado que no… La amenaza de muerte… Dice ella, ¿después de todo
lo que me he comido me van a amenazar de muerte? Una polla. Pues le dices que
me coma el coño. Y tiene la grabación y, claro, a los dos minutos de eso le ha
ha llegado al otro tonto... Todo ese chocho... pues a Villarejo, que le suda la
polla. Yo, cuando volví hace veintitantos años, volví con una condición. Yo me
había ido de la poli, me he arruinado dos veces pero he ganado pasta, yo no sé
lo que es una comisaría ni un coche oficial...
Ante esas acusaciones tan
procaces contra el director del CNI, y en vista de que durante la conversación
también injurió o calumnió a otros personajes con infundios que se demostraron
falsos, Público hizo averiguaciones y descubrió que Villarejo fue a
Londres para ver a Corinna gracias al contacto que le proporcionó el
expresidente de Telefónica y amigo de José María Aznar, Juan Villalonga Navarro,
cuya esposa es propietaria de la empresa que gestiona los derechos de las
fotografías de la aristócrata danesa.
La realidad es que el
excomisario se hizo pasar por agente del CNI para que Corinna aceptase
entrevistarse con él y muy pronto, en el transcurso del encuentro se dio
cuenta de que estaba siendo engañada. Con todo, Villarejo seguirá difundiendo,
año tras año, su versión sesgada sobre Corinna, que resumió en la conversación
con Público de septiembre del año pasado:
"[Corinna] quiere
presentar una denuncia en la Corte Penal Internacional porque, dice: 'El
presidente del Gobierno me ha amenazado de muerte'”
Villarejo: Ella [refiriéndose a Corinna] contacta
conmigo porque alguien le dice que "hay un abogado que no se asusta'.
Porque, claro, ella viene y quiere presentar una denuncia en la Corte Penal
Internacional porque, dice: “El presidente del Gobierno me ha amenazado de
muerte”… Y, claro, hay un espabilao que dice: “Hay un zumbao por ahí”. Ella no
tenia ni puta idea de que yo era madero. Mi estatus de madero es solamente para
que los informes tuvieran validez, no es por otra cosa, y no he ejercido hasta
que volví en el año 92, 93... y ya hablaremos de la zumbada esa que dice que la
he pinchado [refiriéndose a la doctora Elisa Pinto].
Porque Villarejo está tan
obsesionado con Félix Sanz –quizá porque el CNI es el único organismo oficial que ha confirmado
que busca desenmascararlo, y los hechos le dan la razón, sobre todo tras la
grabación ilegal a varios de sus agentes– que incluso ha llevado
ante los tribunales, repetidamente, querellas y denuncias contra el director de
los servicios secretos, que siempre han sido desestimadas por la Justicia.
Como la última, que presentó ante la Audiencia Nacional este último 31 de mayo,
y que no ha sido admitida a trámite.
En cambio, Villarejo ha sido finalmente imputado por el
apuñalamiento de la doctora Pinto, pese a esquivar en cuatro
ocasiones la rueda de reconocimiento que ordenaba la juez.
Este domingo, entre otras gravísimas implicaciones y
frente a Jordi Évole (Salvados), Villarejo tendrá que
hablar sobre el chantaje de la brigada política de Interior a la
Casa Real que Público reveló en exclusiva hace ya seis meses,
incluyendo la grabación de una llamada telefónica en la que hablaba el exdirector adjunto operativo de la Policía, Eugenio
Pino, que ha sido citado a declarar en el Congreso por la comisión de
investigación sobre el exministro Jorge Fernández Díaz.
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