24 Jul 2017
Público
Alfredo González-Ruibal
Arqueólogo y profesor de la Universidad Complutense de Madrid
Arqueólogo y profesor de la Universidad Complutense de Madrid
El Valle de los Caídos es un lugar de enorme interés para cualquiera que
investigue sobre patrimonio cultural, memoria colectiva y dictaduras. Es la
apoteosis del régimen franquista, el espacio conmemorativo en el que realizó una
mayor inversión tanto simbólica como económica. El monumento dice mucho sobre
la dictadura, pero también sobre nuestra presente democracia. Por eso este
sábado decidí organizar una visita con mis estudiantes norteamericanos.
La experiencia resultó ser doblemente interesante por un evento que tuvo
lugar en el interior de la basilíca. El evento en cuestión, al que ahora me
referiré, puede entenderse como lo que en psicoanálisis se denomina analizador institucional,
un hecho que revela un conflicto oculto o un problema que permanece en el
inconsciente y por lo tanto no verbalizado. Un analizador institucional puede
ser una escena espontánea que obliga a los actores que se ven involucrados en
ella a reaccionar de forma no planificada y por lo tanto a exponer
comportamientos, creencias y valores institucionalizados que no se manifiestan
explícitamente en circunstancias normales. Describo brevemente la escena.
Me acerco a a la cabecera de la basílica del Valle de los Caídos, donde se
encuentra la tumba de Francisco Franco, y me encuentro a un hombre de entre 60
y 70 años que acaba de depositar un ramo de flores y hace el saludo fascista,
ante la indiferencia de personal a cargo del monumento, guardias de seguridad y
un monje benedictino. Me acerco a la tumba, recojo el ramo y me dispongo a
dejarlo en otro lado. En ese momento una de las encargadas me grita “¡Qué está
usted haciendo!”. Intento reproducir con la mayor fidelidad el diálogo
subsiguiente. Entre corchetes mis comentarios a posteriori.
González-Ruibal: Estoy retirando este ramo de flores.
Encargada: Usted no tiene que tocar nada aquí [Efectivamente, lo deberían hacer
ustedes] ¿Por qué lo ha hecho?
GR: Porque es ilegal [Artículo 16.2 de la Ley 52/2007,
referente al Valle de los Caídos: “En ningún lugar del recinto podrán llevarse
a cabo actos de naturaleza política ni exaltadores de la Guerra Civil, de sus
protagonistas o del franquismo”.]
E: No estamos aquí para decidir lo que es o no es legal [Cierto, de eso
se encarga el Parlamento, que es el órgano legislativo en una democracia;
los empleados tienen que hacer cumplir la ley, no debatir sobre ella] ¡Usted lo
que tiene que hacer es mostrar respeto!
GR: No creo que tenga que mostrar ningún respeto por Franco [¿Es exigible
el respeto a un dictador en una democracia?].
E: ¡Este es un lugar de culto!
GR: Lo sé y no estoy haciendo nada que sea ofensivo para la religión católica.
E: Si no le gusta esto, ¿entonces para qué viene? [Ergo, al Valle de los
Caídos hay que venir si eres afín a la dictadura y respetas a Franco; siempre
había pensado que era así, pero nunca me lo habían dicho tan claramente].
GR: Porque soy historiador [Si le digo que soy arqueólogo habría perdido
un tiempo precioso en matizaciones epistemológicas].
E: Pues no es el único.
GR: Lo sé [pero gracias igualmente por la información].
E: ¡Si usted es historiador entonces tendría que asumir la historia!
GR: La asumo, pero esto no tiene nada que ver con aceptar la historia [Debería
hablarle de la diferencia entre recordar
y rendir homenaje, pero la encargada no parece muy dispuesta al
diálogo].
Mis argumentos no hacen mella en la empleada del monumento. Me sorprende la
excesiva indignación con la que habla, como si en vez de la tumba de Franco
fuera la de un familiar suyo. Le tiembla la voz de rabia. Me dice que tengo que
devolver el ramo a su sitio y abandonar la basílica. Llama a una guardia de
seguridad que me escolta hacia la salida. Mientras me alejo, oigo al fondo la
voz de la empleada. Continúa su diatriba, con el benedictino de interlocutor,
en voz bien alta para quien quiera escucharla. El caballero del saludo fascista
observa la escena con gesto aprobatorio. Acaba su visita tranquilamente.
Un resumen para acabar: un señor realiza una ofrenda floral y un saludo
fascista ante la tumba de un dictador, contraviniendo una ley aprobada en sede
parlamentaria y vigente a día de hoy; otro señor protesta y retira la ofrenda
aduciendo que es un acto ilegal de exaltación franquista. Expulsan al señor que
protesta.
Texto publicado originalmente en el blog de Alfredo González-Ruibal
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