Cuando los charnegos aún eran de izquierdas
Un ensayo del profesor Javier Aristu
rastrea el fracaso de la izquierda para aunar las identidades andaluza y
catalana en un proyecto alternativo al catalanismo burgués
ElPlural
Dom, 21 Ene
2018
El libro de titula ‘El oficio de
resistir’ y lleva como subtítulo ‘Miradas de la izquierda en Andalucía
durante los años sesenta’. Su objeto de análisis no es, pues, Cataluña, pero
dedica dos lúcidos y bien documentados capítulos al impacto que tuvo la
emigración andaluza en Cataluña y en la propia Andalucía, al tiempo que examina
el fracaso de las propuestas políticas de un Jordi Solé Tura o un Alfonso
Carlos Comín, en las que se propugnaba una síntesis “de las identidades
andaluzas (y de otras regiones) de la inmigración con la catalana oriunda en un
proyecto social, político y cultural integrador y de una ‘nueva Cataluña’. Eso,
en cierto modo –continúa Aristu– se consiguió a finales de los años 60 y
primeros 70 y supuso el gran proyecto alternativo al de la burguesía
catalanista”.
Los colores del cinturón
Las últimas elecciones autonómicas
catalanas han confirmado una tendencia que venía apuntándose desde hace
más de un lustro: el cinturón rojo de la Barcelona metropolitana ha cambiado de
bando. O casi. Cornellà, Santa Coloma, Hospitalet, El Prat, Viladecans, Sant
Feliu… ya no votan mayoritariamente izquierda.
Las grandes ciudades de aluvión
forjadas por las oleadas de inmigrantes sobre todo andaluces de los años 60 y
70 votan ahora a Ciudadanos, un partido vagamente centrista-derechista pero en
todo caso férreamente españolista. El mapa históricamente rojo es ahora un mapa
naranja.
El independentismo ha logrado
imponer su agenda política, en el sentido de que le ha arrebatado al eje
ideológico izquierda/derecha el papel estelar en la escena electoral
catalana para sustituirlo por el eje identitario separatismo/unionismo, que
siempre existió pero nunca fue hegemónico al norte del Ebro.
Un cierto déficit
El libro de Javier Aristu no es un
paseo melancólico por la Andalucía o la Cataluña que pudieron ser y no fueron.
Ni es tampoco un acta de defunción de nada: Aristu suma demasiados trienios
como profesor y como antiguo dirigente del Partido Comunista de Andalucía,
como para darse por vencido así como así.
El libro, escribe con modestia en el
prólogo, consiste en unos “papeles” que tratan de la resistencia política,
sindical y cultural en Andalucía al franquismo. En Andalucía… y en Cataluña,
porque en aquellos años Cataluña comenzaba a transfigurarse profundamente
merced a la inmigración andaluza.
Aristu lo explica así: “Durante
aquellos años del desarrollismo franquista las relaciones entre andaluces y
catalanes dieron lugar a uno de los fenómenos más originales y fecundos de
la cultura política de la izquierda española. Creo que alguno de nuestros
mayores déficits como andaluces y como personas de izquierda es haber perdido
después la conexión peculiar con las ramblas culturales y políticas catalanas.
Y lo mismo digo a la inversa: la política de Cataluña desaprovecha mucha
energía cuando trata de aislarse de ese elemento constituyente que es lo
andaluz, sea el integrado en su propia sociedad catalana sea el que habita
y se desarrolla al sur de Despeñaperros”.
Periodista, estudioso, profeta
‘El oficio de resistir’, que acaba
de publicarse bajo el doble sello del Centro de Estudios Andaluces y la
editorial Comares, rastrea las huellas de esa ‘doble nacionalidad’ de
cuyo honroso mestizaje parece haber abjurado no ya el independentismo de
matriz burguesa, sino la propia izquierda catalana en sus diferentes –y por
supuesto enfrentadas– variantes.
La huella
más profunda y duradera de la teoría del mestizaje pertenece al llorado Alfonso
Carlos Comín, quien, primero desde Cristianos por el Socialismo y
luego desde el PSUC, promovería un proyecto diferenciado del
‘catalanismo de toda la vida’, distinto –escribe Aristu– al “de un Prat de la
Riba o un Cambó pero inserto en aquel hilo que desde 1903 había dado
sentido a la burguesía catalana, una vez más –pasado ya el franquismo con el
que una parte de ella había colaborado gratis et amore– catalanista y
nacionalista. Todavía no independentista, pero eso ya llegaría”.
Ominosos tópicos
Comín, cuyo hijo Toni es hoy uno de
los diputados independentistas refugiados en Bruselas para escapar a la
justicia española, fue tal vez el primer intelectual que combatió con rigor
analítico los ominosos tópicos que pesaban sobre los andaluces y a los que tan
alegremente había dado carta de naturaleza Ortega y Gasset en su
tristemente exitosa ‘Teoría de Andalucía’.
Tanto en libros como en trabajos
periodísticos, Alfonso Carlos Comín se acerca con rigor a la realidad andaluza
frente “a esa visión que va del folklorismo alvarezquinteriano al esteticismo
orteguiano” y desmonta pieza a pieza “el tópico de la baja productividad del
andaluz basado en un predeterminado carácter indolente mediante la
comparación con el gran rendimiento de ese mismo andaluz en las fábricas
alemanas o catalanas”, escribe Aristu.
El desdén de las élites
Al recordar los desdeñosos juicios,
de ayer mismo como quien dice, de dirigentes nacionalistas de postín como Pujol
o Duran i Lleida sobre los andaluces, cabría concluir que el discurso de
Comín no llegó a calar entre las élites del ‘catalanismo de toda la vida’. Pero
no solo en ellas. Su tesis, original pero seriamente documentada, de los andaluces
como ejército de reserva con el que las regiones industriales pudieron
contar ilimitadamente a precio de saldo y sin el cual “no hubieran podido
alcanzar el actual nivel de desarrollo”, esa tesis que en los 70 y aun en
los 80 inspiraba las posiciones de la izquierda catalana, hoy casi ha desaparecido
del discurso público del Principado. O al menos ha dejado de tener una
traducción electoral efectiva.
El caso Portabella
Ciertamente, la izquierda perdió la
batalla catalana mucho antes de 2017. E incluso mucho antes de 2012. Aristu
recuerda que una “razón bastante clara” fue que en 1980 ERC dio su apoyo a
Jordi Pujol en vez de al socialista Joan Raventós. Aun así y más allá de
aquel hecho puntual, el PSC-PSOE no supo conservar en las elecciones
autonómicas los 850.000 votos (700.000 de ellos solo en la provincia de
Barcelona) que logró en las generales.
No sin un punto de melancolía, el
autor cierra este capítulo del libro titulado ‘Horizontes de grandeza.
Andaluces en Cataluña’ glosando la masiva manifestación, más independentista
que propiamente soberanista, del 11 de septiembre de 2016, cuyo manifiesto fue
leído por Pere Portabella, “un destacado e histórico activista
antifranquista –recuerda Aristu–, senador en la lista del PSUC y luego
diputado autonómico en la de Iniciativa per Catalunya”.
La pregunta
Esbozada la figura de Portabella, se
pregunta a continuación nuestro autor: “¿Qué había ocurrido en esos últimos
años para que una parte de la izquierda catalana se hubiera convertido
si no en independentista sí al menos en soberanista?”.
Lástima que
no tengamos a mano un Alfonso Carlos Comín, prematuramente desaparecido en
1980, para contestar debidamente a esta pregunta crucial. Para contestarla sin
prisas ni sectarismos, más allá de los tópicos pero más allá también de la
injuria. Para contestarla como intentó Comín contestar en su libro ‘Noticia
de Andalucía’, publicado en 1970, la pregunta sobre los andaluces de
Andalucía y de Cataluña: “a través de una metodología –rememora Aristu– que
combinaba la sociología, la economía, la filosofía, la observación de los
hechos, el periodismo etnográfico y la encuesta directa”.
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