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lunes, 17 de octubre de 2016

La realidad sobre el sexo oral que no te va a gustar.

La realidad sobre el sexo oral, según un nuevo libro. Y no te va a gustar
Podría pensarse que la creciente apertura sexual ha provocado que tanto hombres como mujeres disfruten de una paleta más amplia de relaciones, pero no ha sido así.
Héctor G. Barnés
16.04.2016 
Los tiempos avanzan que es una barbaridad, y aún más en el sexo. Se podría argumentar que siempre ha sido, es y será más o menos parecido, pero lo cierto es que en las últimas décadas se han aceptado diversas prácticas sexuales que en el pasado eran consideradas como inapropiadas. Entre ellas, destaca con más fuerza que ninguna otra el sexo oral, que ha pasado de ser una excepción a una moneda habitual en las relaciones de pareja. Y, como expone la escritora Peggy Orensteinen su nuevo libro, 'Girls and Sex: Navigating the Complicated New Landscape' (Harper), las razones por las que se practica han cambiado sensiblemente durante las últimas décadas.


Hasta hace tan sólo un par de décadas, explica Orenstein, el sexo oral era casi un tabú. En EEUU fue la relación sexual entre Bill Clinton y Monica Lewinsky lo que lo empezó a cambiar todo, especialmente, la percepción del mismo. Por una parte, porque dio el pistoletazo de salida a una preocupación social sobre el sexo oral (como explica la autora en un fragmento del libro publicado en 'Salon', “los cuerpos de las chicas siempre han sido portadores de las ansiedades de una sociedad sobre el rol de la mujer”) que no existía antes. Por otra, porque la lógica seguida por Clinton (el sexo oral no era estrictamente sexo) empezó a ser adoptada por muchas jóvenes.


No es sexo. Es una forma de enrollarse. Como ir un poco más lejos sin que signifique gran cosa
En 2014, explica Orenstein, el sexo oral ya no sorprende a nadie. Sin embargo, durante la investigación que ha dado lugar a su nuevo libro, la autora se ha topado con unos cuantos problemas que no imaginaba: que la popularización del sexo oral no quiere decir que este se esté disfrutando a partes iguales por ambos sexos, sino que se ha convertido en una obligación para las mujeres que, en muchos casos, ni siquiera son correspondidas en la misma medida.

¿Qué está pasando?

Orenstein ofrece una gran cantidad de testimonios, a cada cual más descorazonador, para ilustrar esta situación. En líneas generales, el sexo oral se ha convertido en un comodín que, a diferencia de lo que ocurría hasta hace relativamente poco, no implica una mayor confianza entre hombre y mujer, sino que se utiliza para salir del paso. Además, y aunque esto es más difícilmente extrapolable a España, muchas jóvenes de entornos conservadores lo han adoptado como una manera de llegar vírgenes al matrimonio.

“No es sexo”, explica una adolescente llamada Devon en el libro. “Es simplemente un paso más de enrollarse con alguien”, señala otra amiga suya, Ruby. “Es una forma de enrollarse. Como ir un poco más lejos sin que signifique gran cosa”. Ese es uno de los argumentos que más sorprenden a la autora y, probablemente, al lector: que la popularización del sexo oral se debe a que ha perdido gran parte del peso que pudo tener en su pasado y que provocaba que se tratase de algo que sólo hacían las parejas con confianza, no dos desconocidos. Algo que, además, explicaría la reciente proliferación de enfermedades de transmisión sexual como el herpes o la gonorrea a pesar de que los niveles de embarazos no deseados hayan descendido.
“A veces, una chica se la chupará a un chico al final de la noche porque no quiere acostarse con él pero espera ser satisfecho”, explica una joven llamada Anna. “Así que si quiero que se marche sin que pase nada...” Ahí es donde se encuentra la gran diferencia, sugiere Orenstein: en que para las generaciones precedentes, desde luego, el sexo oral implicaba que algo había ocurrido. Según una encuesta citada por la autora, alrededor del 25% había practicado sexo oral para mejorar su relación. Por el contrario, ellos afirmaban que lo hacían por placer. Además, es un camino muy corto a la popularidad, como explica Sam: “Es como te haces amiga de los chicos populares. De esa forma acumulas puntos para salir con alguien sin llegar a hacer el amor, para que puedas decir 'he salido con este y con aquel' e incrementar tu estatus social. Es más impersonal que el sexo, así que la gente dice 'no pasa nada'”.
La preocupación por complacer, en lugar de ser complacidas, era generalizada en las chicas con las que hablé
Esta motivación del sexo oral como “moneda de cambio” fue reflejada también en una investigación publicada por April Burns en 'Sexuality Research and Social Policy Journal' cuyo título comparaba el sexo oral con los deberes del colegio. Es decir, se trataba de una habilidad que debían aprender a manejar, puesto que iban a ser evaluadas por ello. “La preocupación por complacer, opuesta al placer a grandes rasgos, era generalizada en las chicas con las que hablé, especialmente durante el instituto, las que empezaban a experimentar sexualmente”, explica la autora. “Tenían la sensación, por ejemplo, de que una vez habían dicho que sí al coito con un compañero, nunca podrían volver a decir que no, quisieran o no”.


¿Un arma de poder?

Hay otra razón por la que las jóvenes recurren al sexo oral, que explica en el libro una joven llamada Gretchen, y es que, frente al coito o el cunnilingus, puede ser utilizado a su favor (o eso considera): “Tienes esa sensación de '¡ja! No podrías conseguir esto de otra persona, ¡tengo el control!'”, explica. Una aseveración que resulta curiosa cuando la misma persona resalta el carácter “asqueroso” de esta práctica y reconoce que nunca es “divertido de verdad”.
Sin embargo, como añade Orenstein, el sexo oral convierte a las mujeres en agentes activos de la relación sexual, mientras que otras prácticas como las ya mencionadas (sexo oral, penetración) las hacen sentir vulnerables. El problema con ello es que en la mayor parte de casos, estas jóvenes no sólo no están recibiendo una satisfacción sexual semejante, sino que se espera que ellas lleguen hasta ese punto si no quieren decepcionar a su pareja sexual. Como explica en el libro Sam, a la que la autora define como una joven ambiciosa a inteligente, “es siempre la misma secuencia tácita. Te enrollas, entonces te toquetea, se la chupas, y se acabó. Creo que las chicas no pueden expresar sus deseos. Somos criaturas dóciles que aprenden a complacer”.
Otras reconocen que el sexo oral es como “hacerle un favor al chico porque le quieres y te preocupas por él”. Por lo general, matiza, cuando tienes novio es habitual que este practique un 'cunnilingus', pero en una relación esporádica no es así. En el peor de los casos, la presión es tan alta que muchos hombres se creen con el derecho a obligar a sus compañeras a practicar sexo oral. Es lo que confiesa otra de las jóvenes, que señala que una de sus parejas le agarró de los hombros y le obligó a hacerlo, lo que ha provocado que deteste el sexo oral desde entonces.
La masturbación no es una alternativa, porque se piensa que es una cosa de hombres para hombres
En conclusión, señala Orenstein, “las chicas han sido convertidas desde hace tiempo en las guardas del deseo masculino, encargadas de contenerlo, desviarlo, controlarlo”. En ese juego, el sexo oral se ha convertido durante los últimos años en una solución de compromiso, un “resquicio” que les permitía comportarse como la sociedad les obliga en su papel de proveedoras de placer sin grandes compromisos físicos o emocionales. Entre otras cosas, porque la estimulación masturbatoria, que durante mucho tiempo había ocupado este lugar, ha pasado a considerarse como “una cosa de hombres”. Lamentablemente, también una exigencia masculina que raramente recibe compensación y que puede dar lugar a situaciones peligrosas como abusos sexuales o enfermedades de transmisión sexual.  


El sistema y la corruPPción


Lo que aprendes trabajando en una línea erótica

Lo que aprendes cuando trabajas en una línea erótica
La confianza con el operador lleva a que algunos clientes saquen a la luz fantasías demasiado oscuras. El truco está en dejarse llevar, desinhibirse y dejar a un lado los tabúes
ElConfidencial
15.10.2016 
Conseguir un trabajo siendo joven es ahora más complicado que nunca, ¿pero qué sucede si tienes que pagarte la carrera y el mercado laboral te cierra sus puertas? Ante la crisis, a las familias les cuesta cada vez más ayudar a los hijos que se desplazan a otra ciudad para estudiar, y los puestos de trabajo como camareros y dependientes, que antes permitían ir tirando a este sector de la población, están plagados de demandantes con todo tipo de titulaciones y años de experiencia.


La solución pasa por buscar alternativas, y en países como Estados Unidos estudiantes universitarios y jóvenes en busca de la independencia económica han encontrado desde hace décadas en las líneas eróticas una oportunidad para pagar el alquiler de una habitación a final de mes. Y es que el negocio todavía sigue existiendo y no faltan las ofertas. El sector no suele solicitar experiencia y basta tan solo con hacer una prueba en la que se demuestren una bonita voz y mucha, mucha imaginación para saber interpretar los papeles que los clientes piden a los operadores.


Fantasías prohibidas

Según estos trabajadores el truco está en dejarse llevar, desinhibirse y dejar a un lado los tabúes, pues nadie ha podido pasar por todas las fantasías y roles demandados por quienes utilizan estos servicios. Como si de las categorías de una página pornográfica se tratara, las compañías que se dedican al negocio de las líneas eróticas suelen poner a disposición diferentes números de teléfono que permiten a los usuarios (casi todos ellos hombres) guiar sus preferencias: “18 años”, “chicas asiáticas”, “bellezas africanas”… La realidad es que, a pesar de la oferta, las operadoras que trabajan al otro lado de la línea suelen ser siempre las mismas. No existen, sin embargo, trucos informáticos o micrófonos que permitan modificar el habla: un cambio de nombre, de acento o de velocidad en la voz permite a las trabajadoras asumir su nueva personalidad convirtiéndose en verdaderas actrices. Como cualquier otro trabajo, cuando se entra en la rutina se desarrollan, de todas formas, habilidades que se van repitiendo como recurso.


Como la apariencia física en estos casos no importa, las empresas no muestran problema en que el empleado se ponga incluso en pijama
Llegado el momento entran en juego las peculiaridades de cada cliente: “¿Estás embarazada?, ¡dime que estás embarazada!”. Álex Blank Millard narra en un artículo la experiencia que tuvo de joven en este sector y cómo salir airosa de una situación como esta: “Oh, sí, cariño, mi barriga es tan grande y redonda que no me veo los pies”.  Y es que las fantasías se suelen desplegar sobre lugares comunes: mujeres mayores que envejecen como el buen vino, asiáticas serviciales y tímidas que sonríen a cada instante, afroamericanas necesitadas de un miembro de dimensiones desproporcionadas, dominatrix… Algunas operadoras destacan la petición de que aparezca otro hombre en el juego sexual de la conversación. Salen a la luz así muchas represiones de personas a las que les da vergüenza hablar de ciertas cosas con su pareja: charlar con un desconocido sin rostro hace que muchos se liberen. Entre dichas fantasías emergen también los prejuicios xenófobos y de género y es común encontrar a hombres orgullosos de ser racistas que quieren, sin embargo, mantener relaciones con una mujer de color.



Sin embargo, la privacidad que ofrece la línea erótica estimula a algunos clientes hacia lugares demasiado oscuros o incluso prohibidos y no son pocos los que llegan a requerir que la operadora diga que es menor de edad. Los límites legales existen en este sector y las autoridades que controlan las líneas pueden sancionar a las empresas o incluso cerrarlas si dichas normas se sobrepasan. Quedan prohibidas las fantasías que impliquen relaciones con niños, violencia exagerada, violaciones o asesinatos.


Las fantasías se suelen desplegar sobre lugares comunes: mujeres mayores que envejecen como el buen vino, asiáticas serviciales y tímidas sonrientes
En este sentido, Millard muestra su preocupación por las llamadas de algunos clientes que decían ser policías. Precisamente a muchos de ellos les tenía que recordar los límites de la ley ante las violentas peticiones que podían acabar en que fuera la propia operadora quien se viera obligada a colgar el teléfono.


A fin de cuentas, un trabajo más

Desde el frío punto de vista laboral, los servicios suelen estar activos las veinticuatro horas, por lo que los trabajadores tienen horarios flexibles. La labor se suele llevar a cabo desde casa o desde 'contact centers' con largas filas donde se concentran cientos de operadores. Como la apariencia física en estos casos importa poco y se trabaja con frecuencia hasta altas horas de la noche, las empresas no muestran ningún problema en que el empleado se sienta lo más cómodo posible y se ponga incluso en pijama si ello conlleva una mejora del servicio: el ambiente en el que se lleva a cabo este trabajo suele ser muy poco sexy.


Desde el lado de los clientes son comunes los trasnochadores: vigilantes, porteros, taxistas, transportistas… Las mujeres no suelen ser habituales consumidoras y por lo que se refiere a la edad no son tampoco corrientes los hombres mayores sino que los más asiduos se suelen encontrar entre los treinta y los cuarenta años.


Millard comprendió que podía hacer este trabajo cuando en su primera llamada consiguió mantener al cliente al otro lado de la línea durante once minutos, recibiendo las consiguientes felicitaciones de su jefe. El objetivo, lógicamente, es el de conseguir el mayor beneficio posible y el tiempo en estos casos es sinónimo de dinero.


Entre los clientes son comunes los trasnochadores: vigilantes, porteros, taxistas, transportistas…
Otra meta significativa es la de lograr que los clientes repitan. Normalmente los más asiduos son los que más tiempo consumen al teléfono y ello obliga a los trabajadores a apuntar día tras día en su bloc de notas, como si fueran psicoanalistas, muchos datos que aparecen en las conversaciones para recurrir a ellos como recordatorio y crear una cierta familiaridad con la otra persona.

Porque no todo es sexo en las líneas eróticas. Cuando el tiempo se prolonga en exceso, el 75% por ciento de la llamada gira alrededor de otros problemas que tienen que ver con la soledad, la frustración, el miedo, la vergüenza, pedir consejo o la curiosidad. Debido a que muchas de las conversaciones se alargan (la media suele estar alrededor de los veinte minutos), a diferencia de lo que ocurre en otros empleos de teleoperador, no se suelen recibir demasiadas llamadas al día, y con quince o veinte contactos suele bastar. Los temas, por otra parte, no tienen por qué estar referidos a problemas sentimentales, sino que incluso asuntos tan traumáticos como la reciente pérdida de un familiar llegan a plantearse por quienes buscan una vía que les posibilite un desahogo. En ese sentido, Millard cuenta cómo las llamadas se dispararon precisamente durante el 11S, momento en el que la gente se sentía más necesitada que nunca de la compañía y el confort que puede proporcionar la voz de otra persona.

Gonzalo de Diego Ramos

Foto selección

Foto: Luis Viadel

No son hijos nuestros


¡Políticos...Obispos...! ¡Criminales! ¡Asesinos! ¡Malnacidos!


Hace días que se venía anunciando la proyección de este documental advirtiendo constantemente que su contenido podía herir la sensibilidad de algunos espectadores. Yo fui uno de ellos. Lo más cómodo hubiese sido, como en otras muchas ocasiones, mirar hacia otro lado pero la curiosidad es malsana. Me invadió una gran sensación de culpabilidad mientras iba viendo las imágenes, hasta que llegado a un cierto punto no pude contener las lágrimas. Eran lágrimas de impotencia, de rabia, creo que de odio, al no poder hacer nada por paliar semejante atrocidad.

¡Políticos asesinos! ¡Criminales! ¡Criminales! ¡Criminales! ¡Malnacidos!
Sugiero prestéis atención a una secuencia, probablemente la más emotiva, que te hará estremecer cuando uno de los rescatadores le regala un caramelo (o chicle) a un niño que no posee absolutamente NADA. 

ClicClic
http://www.atresplayer.com/television/programas/salvados/temporada-12/capitulo-1-Astral_2016101501109.html


Un bañista pierde la vida en cualquier playa del país y la noticia aparece en todos los medios de comunicación. La delincuente Isabel Pantoja sale de la cárcel y cincuenta periodistas la están esperando en la puerta haciéndole fotos y preguntándole las mayores tonterías que uno se puede imaginar, a sabiendas de que apenas sabe hablar. Un violador es detenido, escupido, insultado…si el violador es un obispo o un cura se le traslada de parroquia o diócesis y aquí paz y allí gloria. Cuando en el Mediterráneo mueren miles, MILES, de seres humanos todos los días, se convierte en una rutina dejando de ser noticia. Sobre todo porque se trata de negros indigentes que huyen despavoridos de la muerte que supone vivir en sus países de origen.
¡Malditos obispos! Criminales! ¡Criminales! ¡Malnacidos!

Siempre del lado de los poderosos, se enervan en sus púlpitos y sus poderosos medios de comunicación para recriminarnos que dos seres del mismo sexo que se aman puedan casarse, que adopten niños sin tener en cuenta que donde más brilla el arco iris es en el mismo Vaticano donde existe la mayor concentración de gays por metro cuadrado. Miran hacia otro lado como si el tema de los inmigrantes no existiese. Las pateras, el hambre, la guerra…son circunstancias lejos de nuestras fronteras. Nuestro insigne Ministro del Interior D. Jorge Fernández Díaz, ferviente católico, miembro del Opus Dei, asegura haber visto a dios en las Vegas (no especifica exactamente donde) que seguramente le asesoró para que colocase las concertinas en Marruecos (¿Marruecos es España?) y tal vez cual debía ser el tamaño de las cuchillas cortantes para que los infieles no invadan nuestro país. Antes era mucho más fácil con las Cruzadas, se santificaba una guerra y mataban los infieles como moscas. Ahora es mucho más lento porque los que sobreviven al hambre, travesía de los desiertos, la guerra, los traficantes…llegan a las concertinas y les da lo mismo. Se les cae la carne a tiras pero necesitan llegar a Europa que para ellos supone el paraíso. El Ministro del Opus duerme tranquilo todas las noches.

El Cardenal Antonio Cañizares, arzobispo de Valencia, ha sido denunciado por la Fiscalía por delitos de odio contra los homosexuales y las mujeres pero también por xenofobia.


 Cuando el trabajo en su empresa (La Multinacional de las almas) se lo permite, dedica sus ratos de ocio a transformarse en una Drag queen, una auténtica reinona que es la envidia de todo el colectivo.
Pues bien este personaje insigne ha sido capaz de lanzar, urbi et orbe, esta falacia que hace honor a su linaje. 



domingo, 16 de octubre de 2016

9 consejos para tener el mejor sexo oral de toda tu vida

9 cosas que debes decir y hacer para tener el mejor sexo oral de tu vida
Ya que eres la parte pasiva del sexo oral, usa tu lengua para algo, no dejes al otro ahí marginado. La vida es demasiado corta como para practicar este acto a medias
El Confidencial
M.P
12-10-16
Una de las ventajas de ser la parte pasiva del sexo oral es que tienes la boca y las manos libres para decir y hacer lo que quieras. Así que aplícate el cuento. Puedes dar órdenes, expresar tu opinión, recitar la lista de la compra en alto... Pero usa tu lengua para algo, no dejes al otro ahí marginado. Conciencia social, ya sabes. La vida es demasiado corta como para practicar este tipo de acto sexual a medias. 
A continuación, tienes nueve consejos confidenciales (guiño, guiño), recogidos por 'Cosmopolitan', que harán que aproveches mucho más y mejor cada lengüetazo de tu acompañante.


1. Da instrucciones precisas

Tu cita no es adivina. No sabe qué te gusta más. En el caso de los hombres, hay algunos a los que les encanta que vayas más despacio, que presiones, absorbas, bajes a los genitales... Y en el caso de las mujeres, lo mismo. Hay chicas a las que les encanta que solo le roces con la punta de la lengua, otras que prefieren algo tipo lametón de vaca, otras que te centres más en el clítoris, otras que lo hagas en la parte de la vagina... Vamos, que esto es un mundo, amigo.
Estáis en los juegos previos pero tú quieres algo más húmedo antes de pasar a la acción. Es tan sencillo como decirlo. El 'no' ya lo tienes, así que, prueba
Por eso debes clavarte a fuego que tu pareja (o quien sea que tienes ahí desnudo) no puede leer tu pensamiento. Dile lo que quieres, si deseas que cambie el ritmo o el modo. A tu amigo le encantará. "A la izquierda, a la derecha... Los hombres no suelen preguntar qué quieren las mujeres, por eso es bueno que las mujeres den las indicaciones correctas", dice una chica en el citado magacín.


2. Habla del tema con naturalidad

La información es poder, y en ese caso a ti te interesa que tu pareja tenga toda la información posible. Cógele en una cafetería y dile qué quieres que haga la próxima vez. "Me encanta cuando me hacen X, ¿te gustaría probarlo?" o "me gustaría mucho que te centraras en X" son buenas ideas para llevar a cabo. Si vez que el receptor pone cara rara, mejor sigue otro de los consejos de esta lista.


 3. A todos les encanta ser mandados
Lo has pillado: tienes que decirle lo que quieres y cuándo lo quieres. Pero, hay un problema, tu miedo a que se lo tome a mal te paraliza. Aún recuerdas la bronca que te echó cuando le dijiste que fregase los platos aquella noche. No te preocupes: estas órdenes le encantarán, tanto a ellas como a ellos. En serio. Lo mejor del sexo oral es dar placer a tu pareja, y si le dices cómo lo quieres, lo tendrá más fácil y, por tanto, su propia excitación como emisor también aumentará al verte gozar.

4. Si quieres que baje al pilón, dilo

Estáis en los juegos previos pero tú quieres algo más húmedo antes de pasar a la acción. Pues es tan sencillo como decirlo. El 'no' ya lo tienes, así que todo es probar. Lo más probable es que si es hombre, lo haga, ya que a ellos les encanta recibir órdenes. Si es mujer, ehmmmmm, bueno, la cosa está más difícil. ¿El truco? Hacerlo tú antes, así ella no se pensará ni un segundo si devolverte el favor.


5. Pon las manos sobre la cabeza de tu pareja

Otro consejo de experto es guiar su cabeza hasta que baje donde tú quieres. Este truco también es bueno cuando ya estáis en faena. A ellas puedes cogerlas de la nuca o del pelo, para marcar así el ritmo. A ella le gustará, siempre que no te pases (si eres muy bruto y le introduces tu pene demasiado hondo puedes provocarle el vómito, y no es broma). 
Debes clavarte a fuego que tu pareja (o quien sea que tienes ahí desnudo) no puede leer tu pensamiento. Dile lo que quieres y cómo lo quieres
Si eres mujer y estás recibiendo sexo oral, puedes coger la cabeza de tu pareja en señal de aprobación. Es como si dijeras: "Sigue así, cariño, me encanta". También puedes acariciar su pelo mientras tanto. Y, como ya sabes, no está de más acompañar estos movimientos con una frase de tu boca. Pero si las palabras no son lo tuyo, no fuerces tampoco.


6. La lengua, al detalle

No se trata de mover la lengua como si no hubiera mañana, o de forma aleatoria esperando acertar. Además, cada lengua es diferente. "Las hay anchas, planas y puntiagudas". Por eso, cuando tu pareja comience a lo suyo, te gustará más o menos en función de cómo sea este órgano. "Esto es como sexo oral 2.0, hay que aprovechar todo lo que esté en nuestra mano para disfrutar del momento. Esto es serio, la lengua es un músculo muy loco".



7. Muévete y colócate hasta que estés bien

Si te da apuro mandar a tu acompañante y este no se encuentra en el lugar indicado, muévete tú hasta colocarte en el lugar indicado o el ritmo idóneo. Para ellas: colocad vuestras caderas y pelvis hasta que el pobre que tenéis entre las piernas acierte. Cuando lo haga, pensará que ha sido cosa suya y estará muy orgulloso de ello. No le quitéis la ilusión. Para ellos: podéis mover las piernas y caderas para indicarle, sin ser bruto, cómo queréis que sea el ritmo. Ella lo captará, o debería hacerlo vaya.


8. Si acierta... ¡di que siga exactamente así!

Si a tu acompañante le está dando por innovar pero tienes el presentimiento de que va a acertar, espera. Cuando esté haciendo exactamente lo que tú quieres y cómo tú quieres, házselo saber: "Así sí, cómo me gusta, no pares de hacer eso" podría ser una buena opción.


9. Di lo qué te gusta aunque no lo esté haciendo

Si estáis hablando de cosas calientes, aprovecha. ¡Esta es la tuya! Di algo como: "Me encanta cuando tu lengua acaricia mis partes". Seguro que al próximo encuentro sexual tienes aquello que tanto anhelas. 

Las mujeres dan más que reciben

Si eres hombre y estás leyendo esto, atento: tienes que mejorar. La mayoría de vosotros lo hacéis muy poco. Y no lo decimos nosotros, sino un reciente estudio ('Was it good for you too? An analysis of gender differences in oral sex practices and pleasure ratings among heterosexual Canadian university students'). Tras entrevistas a 899 estudiantes canadienses (57% mujeres y 43% hombres), se llegó a poderosas conclusiones. Aquí, las más llamativas:


·         Todos practican sexo oral: cantidad no es lo mismo que calidad, pero respecto a lo primero, el tema pinta bien. Hasta un 70% de los que habían mantenido relaciones sexuales recientemente señalaban que este había formado parte esta clase de relación sexual.
·         Ya no hace falta tener confianza: se pierde la concepción tradicional de este tipo de actos. Antes, lo normal era que solo se practicase con alguien de confianza. Ya no. Entre los encuestados, el sexo oral se daba entre parejas formales que vivían juntas, novios, rollos de una noche o amantes.



Hasta un 26% de mujeres proporcionan sexo oral sin recibir nada a cambio, frente al 10% de hombres
·         Las mujeres lo hacen más:​ellas y ellos afirmaron en un 59% y un 52%, respectivamente que habían sido los ejecutores; además, un 63% de hombres presumió haber recibido sexo oral, frente a un 44% de las mujeres.
·         Ellas bajan... sin recibir nada a cambio: un 26% de las mujeres que dan sexo oral no reciben nada a cambio, frente al 10% de hombres; es decir, más del doble.


·         Todos prefieren recibir a dar: era de esperar.
·         Las mujeres disfrutan menos dando: ellas gozan sensiblemente menos que los hombres, especialmente cuando se trata de una relación casual.

Así pues, ya sabes lo que tienes que hacer y cómo hacerlo. Si aún tienes dudas, echa un ojo a las mejores posturas para practicar sexo oral. Ya nos contarás qué tal te va y si te han servido los consejos. ¡Suerte!

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