Odalys Padrón
1-7-16
Público
Ríos de tinta han analizado los resultados
electorales. La mayoría, sin distinción ideológica, coincide en la derrota de
la izquierda. Una izquierda fracturada por personalismos y actitudes
irresponsables. A muchos esto nos produce congoja pero lo más detestable del
sobrecogedor resultado es que ha ganado la precariedad laboral, la desigualdad
social, la pérdida de derechos y sobre todo ha ganado la corrupción. Las
principales ciudades con mayor número de casos de corrupción, en los juzgados,
han sido premiadas con más votos. En Barcelona donde iba cabeza de lista el
ministro Fernández Díaz, conocido por sus métodos conspiratorios para
incriminar y desprestigiar a adversarios políticos, consiguió 8.000 votos más,
respecto a las elecciones celebradas en Diciembre, lo que se tradujo en otro
escaño. En Valencia donde Rita Barberá sigue agazapada por su condición de
aforada y prácticamente el resto de su equipo de gobierno en el Ayuntamiento,
nueve de los diez concejales, está imputado consiguió 79.000 votos más, que en
los pasados comicios, lo que conllevó dos nuevos escaños. También en Madrid,
inmerso el Partido Popular en la Trama Púnica por posible financiación ilegal,
aumentó dos nuevos escaños gracias a más de 105.000 votos. En Las Palmas de
Gran Canaria también consiguieron 24.000 votos más pesar de ser conocedores de
las cuentas en paraísos fiscales del ex ministro José Manuel Soria. La lista
sigue en términos similares con Granada, Alicante, Murcia, Menorca y Ourense.
Es digno de estudio, de estupefacción y de indignación
que los españoles premien la corrupción. La corrupción impide el desarrollo
económico del país creando inestabilidad y socavando las instituciones
democráticas. Es preocupante la pasividad de la sociedad civil ante una lacra
que debilita los valores dado que se premia al estafador frente al honrado.
Muchos españoles empiezan a cuestionarse si deben pagar a Hacienda, buscando
fórmulas para evadir, utilizando los vericuetos, que los legisladores han
propiciado, para pagar menos o no pagar.
La marca España premia a los listos, que no tienen por
qué ser inteligentes, que engrosan sus cuentas bancarias personales y castiga a
los que buscan el interés general y la justicia social.
Cuatro días después de que los españoles han aupado al
rey de los recortes, Mariano Rajoy, el Banco de España nos avisa de que los
ajustes tendrán que ser aún mayores de lo esperado. Así que olvídese de las
prisas cuando vaya a la Seguridad Social porque es probable que el médico que
le toque además de atender la consulta deba atender las urgencias. Es probable
que su ritmo cardíaco se acelere y su presión arterial se descompense.
Olvídese, la enfermera es compartida y es probable que no esté en la consulta
ya que tiene otros quehaceres como realizar electrocardiogramas, atender en
urgencias o cualquier otra actividad que esté cubriendo por los recortes. Pero
usted tranquilo-a porque lo más probable es que en breve el Partido Popular
privatice lo que queda de la Sanidad Pública con lo cual ya no tendrá que
esperar porque o tiene seguro privado o usted está privado de tener una vejez
sosegada.
Dicho lo anterior y visto los resultados electorales
he de felicitar al autor-ra o autores del escrito que apareció en varias
consultas de enfermería de hospitales públicos de la Comunidad de Madrid, que
suscribo íntegramente, cuyo texto, por si no lo han podido conocer a través de
su publicación en los medios, dice textualmente: “Queremos informar de que a
partir del día de hoy no se admitirán opiniones ni quejas sobre listas de espera,
recortes en sanidad, sustituciones de personal, reducciones de plantilla o
cualquier otro problema de índole política relacionada con la sanidad pública.
Esto es una consulta de Enfermería, no es un consultorio, ni un confesionario,
ni un lugar para quejarse de la pésima situación del sistema sanitario. El
momento para mostrar descontento o cambiar fue el pasado 26 de junio de 2016″.
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