Los
terroristas no son solo los que se inmolan
23-3-16
Luis
Gonzalo Segura
Público
Lamentablemente,
se ha vuelto a repetir la tragedia y Europa quedó conmocionada por un
nuevo atentado. Sin embargo, nada hemos hecho por evitarlo y, peor aún, estamos
expulsando y dejando morir a los más de dos millones de refugiados que huyen
del mismo terror que nos golpea. Inhumano.
El origen
Todo
comenzó con dos guerras colonialistas: Irak y Afganistán. Dos conflictos que
convirtieron dos países en estados fallidos, ese gran negocio del
neocolonialismo. Entramos en Irak para encontrar las armas de destrucción
masiva, democratizar el país y terminar con el supuesto apoyo que se prestaba a
Al Qaeda. Mentira. Nuestros propios servicios de inteligencia negaron tanto
los apoyos como la existencia de armas de destrucción masiva. Aznar no fue
engañado, Aznar nos engaño: todo fue una guerra colonial.
No
conseguimos ninguno de los objetivos: no encontramos las armas de
destrucción masiva, no democratizamos el país y no solo no conseguimos que Irak
dejase de ser un estado que apoyase al terrorismo, sino que lo convertimos
en un estado terrorista en el norte. Imposible hacerlo peor.
Entramos
en Afganistán para matar a Osama Bin Laden, democratizar el país y terminar con
un estado terrorista.
A
Osama Bin Laden le matamos en Pakistán. Esos pequeños fallos, ya se
sabe.
Eliminamos
toda estructura de gobierno y creamos un estado nuevo apoyado en los
Señores de la Guerra, algo así como terminar con toda organización
en Nápoles y construir un nuevo estado apoyándose en los capos de la mafia. Por
ello, los niveles de corrupción, inseguridad y falta de legitimidad son
elevadísimos. No es nuevo, Ronald Reagan ya recibió a los luchadores de la libertad
afganos, que era como se llamaba entonces a los terroristas que combatían
a los soviéticos. ¡Hasta Rambo estaba con ellos!
No
solo no conseguimos terminar con el terrorismo, que por cierto había alimentado
Occidente, sino que terminamos con uno de los pocos éxitos de los
talibanes, marginalizar el cultivo de opio. En pocos años, con tropas
internacionales ocupando todo el país, Afganistán recuperó los niveles de
producción y exportación de opio anteriores a la guerra (con aumentos del
1.400% anual) y se comenzaron a registrar niveles de récord año tras año (6.400 toneladas de opio en 2014 frente a las menos de 70 toneladas
en 2001). Para hacernos una idea, en el año 2000 había 82.000 hectáreas cultivadas y los
talibanes las redujeron en un 91% hasta las 7.000 en 2001, pero en 2002 con la
tropas internacionales ocupando el país ya había entre 45.000
y 65.000 hectáreas).
Por
tanto, fracasamos de forma estrepitosa en todos los objetivos marcados.
El
EI, ISIS o DAESH surge debido a las nuevas guerras colonialistas
que generan estados fallidos, cuyo negocio es innegable, y motivado
también por la gran partida de ajedrez que juegan los poderosos usando el
planeta como tablero (Ucrania, Yemen, Siria, Magreb, etc.). Todo ello con más
de dos millones de muertos, dos millones de refugiados, veinte millones de
desplazados en Oriente Próximo y más de cincuenta en todo el mundo y casi
veinte billones de euros gastados de forma directa o indirecta en la guerra.
Juzgar a los criminales
Lo
primero que tendríamos que admitir es que somos responsables en un altísimo
porcentaje de los muertos en Bélgica, Francia, Reino Unido, España,
Estados Unidos y en esos otros países en los que nos importa un pimiento
que mueran personas en atentados.
Deberíamos
haber juzgado a Aznar, Bush, Blair y otra serie de gobernantes por
crímenes de guerra, sin olvidarnos del inventor
de la alianza de las civilizaciones, Zapatero
(que con Bono y Chacón multiplicaron por seis la fabricación y venta de armas).
Terminar con el gran negocio de los estados fallidos y
no participar de la partida de ajedrez
Nuestras
industrias farmacéuticas y nuestros traficantes, los cuales invitan a sus yates
a nuestros políticos, se aprovechan del opio de Afganistán. Por desgracia,
hay más puntos de unión (los paraísos fiscales, la financiación, el blanqueo de
dinero y los delitos) entre nuestros partidos políticos y los
narcotraficantes que los que puedan tener con los ciudadanos.
Nuestras industrias armamentísticas se aprovechan de las
guerras y reparten beneficios con los bancos, las empresas y los señores de la
guerra españoles (Morenés, Chacón, Bono, los altos mandos militares que
trabajan en la industria armamentística, etc.).
Nuestras
petroleras han estado expoliando el petróleo en condiciones de enormes
beneficios en el Irak controlado por Occidente y en mejores
condiciones todavía en la parte ocupada por el EI. Ese es el gran negocio.
Nuestras
empresas textiles (El Corte Inglés, Inditex o Cortefiel), las mismas que
esclavizan a trabajadores en India o Bangladesh, estarán frotándose las manos
ante el gran negocio que no tardará en llegar: mano de obra barata muy fácil de
esclavizar. Alguna, como El Corte Inglés, tiene más intereses aún.
El Estado Islámico y las mentiras de los medios de
comunicación y los gobernantes
El
EI se asienta en un territorio situado entre el norte de Irak y el este de
Siria con una población aproximada de entre 6 y 8 millones de personas. Se
financian principalmente de la venta de petróleo y antigüedades (a
Occidente), las donaciones que reciben de las monarquías del Golfo (esas que
son tan amigas de nuestros reyes), extorsiones, secuestros o divisas de los
bancos que se encuentran en sus territorios.
Se
trata de unos 50.000 a 60.000 mercenarios que se encuentran en una zona llana,
desértica e interior. Es llana, por lo que no pueden esconderse como en las
montañas de Afganistán. Es desértica por lo que tienen que localizarse en áreas
muy concretas (y conocidas) en las cuales hay agua y sus movimientos
militares son muy complejos. Finalmente, es interior, por lo que no tienen
salida al mar y su única posibilidad son las comunicaciones por carretera, que
cuando hablamos de exportación de petróleo son bastantes reducidas (obviamente,
los camiones de petróleo no llevan bien el desplazarse por los desiertos).
Así
pues, es una gran mentira de los medios de comunicación y los países
occidentales que el EI lleve varios años soportando, sin armamento pesado ni
aviación, los ataques de Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Rusia, Israel,
Turquía, el resto de aliados o las monarquías del golfo. Es decir, 60.000
mercenarios han sobrevivido a ejércitos con más de 4 millones de soldados,
aviación y armamento pesado, y lo han hecho en una zona llana, desértica e
interior que militarmente sería la más accesible e indefendible del mundo. No
solo eso, encima tenemos que soportar que los medios de comunicación pretendan hacernos
creer que el EI quiere recuperar Al Andalus.
No es la única mentira, también nos
informan que lo que sucede es una guerra cultural entre Occidente y el
Islam cuando la realidad es que casi el 90% de los atentados y las
víctimas del EI no se encuentran en Occidente y de los veinte centros
religiosos atacados hay una sinagoga, una iglesia y dieciocho mezquitas.
Primero: Terminar con el Estado Islámico
El
primer reto que tenemos es terminar con el Estado Islámico. La gran dificultad
de esta operación es que terminar con este estado terrorista significaría
enormes pérdidas para la industria armamentística, las petroleras, distintas
empresas, los bancos y los gobernantes, que obtienen enormes réditos con su
existencia y un cheque en blanco para recortarnos libertades.
Terminar
con el EI es relativamente sencillo, aunque tendríamos que asumir un coste
elevado de víctimas. Una primera operación de bloqueo económico de seis meses a
un año de duración que debilite considerablemente su estructura financiera y le
impida pagar a los mercenarios reduciría el número de estos y el apoyo entre la
población. Una segunda fase militar, si fuera necesaria, terminaría
con los terroristas con una operación terrestre que no excedería los
seis meses.
Segundo: Plan de desarrollo regional
Una
operación militar, de no poder evitarse, debe ser siempre una parte muy
pequeña de un plan mucho mayor. El objetivo principal, en este caso, debe
ser implementar un plan de desarrollo regional que supondría mucho dinero
y esfuerzo (menos que el coste de la guerra, seguro), pero que
estabilizaría y desarrollaría la región a medio plazo. Este plan de desarrollo,
junto con un plan de integración en determinadas áreas de Europa que
ofrezca un verdadero futuro a las comunidades marginadas, es la
única forma de reducir los ataques terroristas a corto y medio plazo y terminar
con ellos a largo plazo.
¿Por qué nadie habla de un plan de desarrollo
regional?
Nadie
habla de este plan porque se prefiere gastar billones de euros en la industria armamentística
(España ya es la séptima potencia del mundo en fabricación y exportación de
armas) que en un plan de desarrollo que generaría estados soberanos que
reclamarían la explotación de sus recursos, como el petróleo, que se
convertirían en competidores potenciales de nuestras industrias (textiles, por
ejemplo) y que dejarían de dar réditos electorales a nuestros gobernantes o
servir de cortinas de humo con las que esconder sus políticas.
Nadie
habla de este plan de desarrollo y, de la misma forma, no recuerdan que el juez
Silva denunció que tenía correos electrónicos que vinculaban a Aznar, Agag,
Blesa y el tráfico de armas; no recuerdan que Agag declaró en el parlamento
portugués debido a sus relaciones con El-Assir y la venta de armas; y no recuerdan
que El-Assir es un gran amigo de los Aznar y del rey Juan Carlos con el que se
va de monterías (por todo esto, la novela Código rojo ha sido silenciada, dado
que trata el tráfico de armas y los distintos intereses de los poderosos).
Y nadie habla de este plan porque
el control de los medios de comunicación es absoluto por parte de los distintos
poderes.
No nos dejemos engañar
Así
pues, cuando pensemos que el ideólogo del EI o de todos estos grupos
terroristas se encuentra en una parte indefinida del Islam y que esto es una
guerra cultural, sería bueno que supiéramos que, por desgracia, todo esto
es un gran negocio, que los responsables están tan cerca de nosotros que les
votamos y les hacemos reverencias y que cada atentado de la supuesta guerra
cultural supone una subida de las acciones de la industria armamentística en la
bolsa.
Luis Gonzalo Segura, exteniente del
Ejército de Tierra.
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