Bélgica y
la pederastia en la Iglesia: una historia de escándalo, dolor y reconocimiento
Se han probado más de mil casos
y, desde 2012, se han pagado 4,13 millones de euros en compensaciones a las
víctimas.
02/07/2017
ElHuffPost
Carmen Rengel
AMBERES (BÉLGICA). Irlanda, Australia, Boston y su
archidiócesis... Son localizaciones tristemente emparejadas con la pederastia y los abusos sexuales por parte de
miembros de la Iglesia Católica. Bélgica no se suele
citar con tanta frecuencia en esa lista de la infamia y, sin embargo, el país
está haciendo un verdadero exorcismo al respecto: redactando informes,
homenajeando a las víctimas, pagando reparaciones.
Hizo falta que hace siete años se destapase el mayor escándalo del país
para que comenzase a investigarse lo que había pasado y, en mucha menor medida,
seguía pasando en determinados rincones negros de parroquias, conventos y
escuelas. Según informa el colectivo De Werkgroep Mensenrechten en Kerk (Derechos
Humanos en la Iglesia), en 2016 se pagaron 218.000 euros en compensaciones a
las víctimas de casos que han prescrito y no se pueden perseguir ya en los
tribunales. En total, desde que Bélgica vivió aquella catarsis y comenzaron a
documentarse los casos se han abonado más de 4,13 millones de euros, una cifra
insólita en el mundo. Cada pago oscila entre los 5.000 y los 25.000 euros.
En 20 años han salido a la luz cerca de 1.050 casos absolutamente
confirmados, un centenar sólo en el último año. Una quincena de religiosos han
sido condenados a penas de cárcel por sus actos.
EL HORROR SALE A LA LUZ
Fue en 2010 cuando Bélgica tuvo que mirar su peor cara en el espejo. Ese
año, el antiguo obispo de Brujas, Roger Vangheluwe, dimitió de su
puesto tras admitir que había abusado de uno de sus sobrinos desde que tenía
cinco años y hasta los 13; más tarde tuvo que rectificar y asumir que fueron
dos los familiares acosados.
"Decir que fue un mazazo es quedarse muy corta. Es como si la tierra
se hubiera abierto a nuestros pies, porque conocíamos lo peor de la persona que
había sido nuestro guía espiritual", reconoce Vera Bosch, una de sus
parroquianas, psicóloga de profesión, fiel a Vangheluwe incluso tras su
autoinculpación y quien, con los años, se ha convertido en una asesora esencial
sobre abusos en colegios religiosos de la zona. "No lo podía creer, lo
defendí al principio, pero la realidad me estalló en la cara: salieron más
casos próximos... y una de las víctimas es de mi familia. Fue la revelación
definitiva". No da más detalles.
El escándalo de Brujas hizo que la Iglesia local decidiera lanzar entonces
una investigación interna para esclarecer aquellos hechos, comandada por un
especialista de la Universidad
Católica de Lovaina. Lo que empezó con un caso concreto se había convertido
en apenas cinco meses en un dossier con 476 testimonios de abusos, acoso,
persecución y encubrimiento en centros católicos de todo el país en las últimas
cinco décadas. La mayoría habían tenido lugar en los años 50 del pasado siglo,
con un repunte importante en los 60, para ir descendiendo y prácticamente
desaparecer en los 80.
Podemos afirmar
que ninguna diócesis de ningún rincón de Bélgica escapa a los abusos sexuales a
menores por parte de uno o varios miembros de la Iglesia 'Informe Dutruox' de
la Iglesia Católica, 2010
Los estamentos religiosos dijeron que se habían visto "inundados"
de pruebas. "Podemos afirmar que ninguna diócesis de ningún rincón del
país escapa a los abusos sexuales a menores por parte de uno o varios miembros
de la Iglesia", confirmaron. Tan grave era todo que acabaron por conocer
el texto como el informe Dutroux de la Iglesia Católica, en referencia a
Marc Dutroux, el pederasta
más famoso de Bélgica, condenado en los años 90 por haber secuestrado,
torturado y abusado de seis chicas de entre los ocho y los 19 años; a cuatro de
ellas las mató. Algunas víctimas de las recogidas en el informe no pudieron
salir de la negrura: 13 se suicidaron y seis más lo intentaron.
Desbordadas, las diócesis crearon entonces diez puntos de contacto para que
las víctimas pudieran denunciar sus casos y donde, en el caso de que su abuso
hubiera ya prescrito como delito, también podían pedir una compensación
económica, asesoramiento gratis mediante. Se añadió un tercer propósito: el de
crear una especie de comisión "para transformar la injusticia del pasado
en derecho por un futuro".
A petición del parlamento belga, se abrió además en 2011 una comisión que
ha sentado las bases del arbitraje que ahora se aplica en el programa de
compensaciones económicas, algo único en las cámaras de representación
europeas. "La implicación política es una cuestión solidaria pero también
obligada, porque en Bélgica el estado aún paga salarios y pensiones del clero,
mantiene los edificios religiosos y da apoyo a escuelas y misiones",
matiza Bosch.
CHICOS, DE 12 AÑOS, ESTUDIANTES
Según la investigación formal de la Iglesia, el 89% de las víctimas
detectadas en este tiempo tenían menos de 18 años en el momento de los hechos y
un 23% tenían menos de diez años. Hacia los 12 años era cuando más se
concentraban los abusos y decaían con la pubertad, a los 15 o 16 años. El 71%
de las víctimas eran chicos y el 95% de los pedófilos, hombres. De los
agresores, casi la mitad ya habían fallecido en el momento de llegar al fondo
de la investigación.
Habitualmente los atacantes, además obviamente de tratar con sus víctimas
en las aulas, las salas de catequesis, el coro, las convivencias, los
retiros espirituales o en misa, tenían un estrecho lazo con las familias de los
chicos, lo que complicaba la posibilidad de delatarles.
Un 43% de los abusos se cometieron en colegios, un dato que ha sacudido a
la sociedad belga. Como explica Bosch, "estos centros gozan de una gran
influencia" en las ciudades del país -sobre todo en la zona de Flandes-, "tienen muy buena imagen
y son elegidos incluso por familias no religiosas por sus buenos datos
académicos". "Es donde se conocieron los casos de niños más pequeños,
donde su voluntad se quebraba más fácilmente. Ha costado recuperar la confianza
de los padres de alumnos", reconoce.
De los padres y de los creyentes en general: los escándalos de pederastia
hicieron que las apostasías crecieran en
el país de 66 en 2008 a 1.700 en 2010, una media que ha bajado sólo ligeramente
con los años.
JUSTICIA Y REPARACIÓN
Los católicos de Bélgica, golpeados, han decidido levantarse pero sin tapar
las vergüenzas de lo ocurrido. Pasó y hay que buscar justicia, reparación y
transparencia. Para no repetir nunca tal atropello. El 8 de abril se declaró
día nacional en memoria de las víctimas de abusos sexuales, con especial
enfoque en los casos de religiosos, y se han instalado esculturas y placas de
recuerdo en Amberes, Brujas y Bruselas.
En la capital europea, la víctima más antigua conocida -su caso data de
1949- descubrió hace pocas semanas el último homenaje en la basílica de
Koekelberg: Esse est percipi, "Ser es ser percibido", se llama, en
homenaje a la máxima del filósofo irlandés George Berkeley. La escultura,
pagada por las víctimas y sus familias, es una especie de ropa bautismal,
blanca y pura, que también tiene aires de mortaja, símbolo del daño pero
también de la esperanza.
ELHUFFPOST Monumento en recuerdo de las víctimas de abusos, llamado 'Esse
est Percipi', "Existir es ser reconocido".
Desde el Arzobispado de Amberes explican que su "empeño" en estos
últimos años va más allá de símbolos como estos. "Tenemos que reconocer el
daño, pedir perdón y reparar a las víctimas", resumen en su gabinete de
relaciones externas. Frente a la cultura del silencio y el encubrimiento
sistemático de la jerarquía eclesiástica de buena parte de los abusos,
responden con su "voluntad de superar esos errores" y abrir el camino
de la "reconciliación".
"Creo que hicimos lo que pudimos en estos últimos años. ¿Quiere decir
esto que el trabajo está acabado? No, porque el sufrimiento de las víctimas
tampoco ha acabado", alertó en el acto de Koekelberg el obispo amberino,
Johan Bonny. "No debemos olvidar lo que ha pasado y lo que todavía puede
suceder", añadió el arzobispo bruselense Jozef de Kesel.
Linda Opdebeeck, presidenta del grupo de Derechos Humanos en la Iglesia,
estaba en aquel acto junto a otros 150 asistentes, y subió al altar en el
momento de descubrir la frágil escultura. Escuchó aquellas palabras con
"agradecimiento" pero insistiendo en su denuncia: "es imposible
que no supieran lo que le estaba pasando a tantos chicos". Por eso insiste
en la necesidad de visibilizar lo sucedido, de no desistir, aunque
"afortunadamente los casos ahora son mucho menos".
Sabe de lo que habla. A ella le pasó en un colegio de Auderghem, donde un profesor religioso que
le daba Francés abusó de ella varias veces por semana entre los 13 y los 17
años. "Al daño de cualquier acoso se suma el de que te lo infringía una
persona que, además, te estaba traicionando, porque confiabas en su compromiso
con la fe y con Dios y la Iglesia. Aún tenemos que gritar que nos duele y no
renunciar a ese derecho hasta que los culpables paguen y los que sufrieron sean
escuchados y compensados", indica.
Habla con respeto de los religiosos que "pelean" por erradicar a
las malas yerbas-almas de entre sus filas, pero denuncia aún la tibieza de
instituciones como el Vaticano. Su pelea,
dice, es "global", y por eso están en contacto con otros grupos de
víctimas de Europa y América Latina para encontrar mecanismos comunes de
batalla. "Todos partimos de lo mismo, de una vida rota que hay que
recomponer. Aquí vamos, creo, por el buen camino, pero queda mucho dolor por
encauzar aún", concluye.
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