Ojalá las
mujeres pudiésemos hacer lo que nos diera la gana con nuestro cuerpo
09/07/2017
ElHuffPost
Yolanda Domínguez
Esta semana han dado comienzo los Sanfermines y con ellos las campañas
regionales contra las agresiones en fiestas, las noticias sobre violaciones y
tocamientos a mujeres y los debates sobre si las mujeres debemos o no
levantarnos la camiseta. "Una polla. Está claro que hay cierta mujer que
incita", declara un joven ante la cámara de una periodista. "¿Por qué te levantas la camiseta sabiendo las
consecuencias negativas que tiene hacerlo?", pregunta otra
mujer en su blog. Un año más estamos desperdiciando una energía inmensa
poniendo el foco del debate en la persona equivocada. Un año más caemos en el
error de hacer responsable a la misma persona que sufre los abusos. Las mujeres
no provocamos las agresiones sexuales con nuestro cuerpo. Es la cultura visual
la que ya se ha encargado previamente (y durante siglos) de dotar nuestro a
cuerpo de un significado muy concreto: el de objeto disponible.
El problema no está en si llevamos la camiseta subida o bajada. De hecho,
aun llevándola bajada, nos van a tocar igual. ¿A quién no le han metido mano a
plena luz del día llevando un pantalón vaquero grueso y jersey de cuello vuelto?
¿Desde cuándo ir completamente vestida ha detenido manos, rozamientos o incluso
miradas que te atraviesan mucho más que el propio contacto? Por otro lado, los
hombres salen a correr con el pecho descubierto y no aparece ninguna mujer
tirándose en plancha a sobarles los pezones mientras hacen running. Hay una
diferencia fundamental entre el cuerpo de una mujer y el de un hombre que no
está en la naturaleza, ni siquiera en la propia voluntad de la persona, sino en
la cultura aprendida a través de la representación. El cuerpo de las mujeres es
el cuerpo del deseo. El cuerpo del pecado. Lo vemos en los anuncios, en las
películas, en la moda o la televisión. Lo vemos mientras caminamos por la
acera: decenas de papelitos de colores con culos y tetas y un número de
teléfono al lado. Disponibles 24 horas. Lo comprobamos cuando publican una
noticia sobre la reunión entre dos grandes presidentes que ilustran con los
culos de sus esposas al lado. Lo sabemos cuándo al pasar esa misma página
leemos los anuncios clasificados de prostitución. "Madurita".
"Limpia". "Morbosa". Los cuerpos de los hombres son
representados para dominar. Los cuerpos de las mujeres son intercambiables. De
usar y tirar.
Un año más
caemos en el error de hacer responsable a la misma persona que sufre los
abusos"
Un año más malgastamos nuestras fuerzas apuntando a las consecuencias y no
hacia las causas. Estoy cansada de ver las mismas campañas año tras año que
siguen dirigiéndose exclusivamente a las mujeres, como si ellas fuesen el
problema: "al menor indicio, denuncia" "si dices no, es
no". En todos los carteles aparecen mujeres, más o menos jóvenes, que son
las que deben actuar y afrontar la situación. Como si la cosa sólo fuese con
ellas. Como si la cosa no fuese también con los hombres. Como si la cosa no
fuese con los medios de comunicación que nos bombardean durante todo el año con
imágenes donde el cuerpo de las mujeres es sólo un mero objeto disponible.
¿Cómo narices vamos ahora con el "no es no" si durante todo el año
las representaciones femeninas han proclamado desde todos los rincones
"aquí estoy, puedes disponer de mí"?
Las grandes responsables de las agresiones en fiestas no son las personas
que una vez a al año se levantan la camiseta sino las que tienen la capacidad y
el poder de influir día a día en el imaginario colectivo. Las cadenas de
televisión que utilizan cuerpos de mujeres semidesnudas para aumentar el rating
en Nochevieja, las marcas de moda que nos representan como cuerpos desplomados
por las esquinas con las piernas abiertas y expresión de drogadas, las
películas que muestran a hombres victoriosos a través de la violencia y del
abuso, la pornografía que asocia el sometimiento y la violación de las mujeres
al placer... Todas y todos somos víctimas de ese imaginario que disocia lo
femenino de lo masculino y que nos impide ser libres para decidir quiénes
queremos ser. Los medios de comunicación son los grandes olvidados de las
campañas contra las agresiones en fiestas. Ellos nos agreden con sus
representaciones estereotipadas constantemente. Ellos tienen la capacidad de
influir en las personas y de mitigar esta violencia y en lugar de eso,
continúan reforzándola.
No, lamentablemente las mujeres no somos libres para hacer lo que nos dé la
gana con nuestro cuerpo. Y no porque no debiera ser así, sino porque ya se
encargan otros de decidirlo cada vez que nos representan como objetos. Tampoco
lo sois los hombres que veis en esas mismas mujeres unos cuerpos disponibles y
que creéis que abusando sexualmente de ellas sois unos campeones. Nos han
engañado. A vosotros y a nosotras. Vil y despreciablemente, nos han engañado.
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