La
manada judicial
Editorial
La policía
aconseja no oponer la más mínima resistencia en los atracos para evitar males
mayores. Es preferible que te roben todo lo que llevas a que te produzcan daños
físicos o te maten.
Sin embargo esta
actitud en un caso de violación está considerada como de aceptación,
conformismo e incluso deleite. Que cinco energúmenos, bestias salvajes
indecentes violen a una joven anal, bucal y vaginalmente, uno detrás de otro o
varios al unísono sea considerado como “abuso sexual”, clama al cielo. Uno se
pregunta entonces que entenderán estos señores magistrados que es una
“violación” sistemática de cinco bestias indecentes. (Cuatro de ellos
pendientes de otro juicio por una acción similar ¿violación ó agresión?)
Probablemente el hecho de que no exista un cadáver. NO es NO.
Carmelitas Descalzas de Fuenterrabía
“Nosotras vivimos en
clausura, llevamos un hábito casi hasta los tobillos, no salimos de noche (más que a Urgencias), no
vamos a fiestas, no ingerimos alcohol y hemos hecho voto de castidad. Es una
opción que no nos hace mejores ni peores que nadie, aunque paradójicamente nos
haga más libres y felices que a muchos. Y porque es una opción LIBRE,
defenderemos con todos los medios a nuestro alcance (este es uno) el
derecho de todas las mujeres a hacer LIBREMENTE lo contrario sin que sean
juzgadas, violadas, amedrentadas, asesinadas o humilladas por
ello. HERMANA, YO SÍ TE CREO.
Pablo
Iglesias dijo: “No puede ser que la Justicia interprete que
violar vaginalmente, analmente y oralmente a una mujer no sea una acción
violenta. Es vergonzoso y asqueroso que se interprete como abuso y no violación
un hecho tan grave”.
Pepa
Bueno
Buenos días. Las
mujeres sabemos hoy que si cinco hombres te rodean en un portal, te usan como
si fueras una cosa de todas las maneras y por todos los sitios de tu cuerpo que
creen oportuno, lo graban y se ríen, te sujetan y voltean y luego te dejan
tirada.... eso no es una violación. Porque no te han puesto una navaja al
cuello y tú no te has resistido lo suficiente para tener huesos rotos o
moratones en los brazos, la cabeza o las piernas. Los otros moratones, por
dentro y por fuera, al parecer, no importan.
Duele leer los
hechos probados en la sentencia de La Manada. Que la víctima fue, y esto es
literal, "rodeada por cinco varones, de edades muy superiores y fuerte
complexión, se sintió impresionada y sin capacidad de reacción. Que sintió un
intenso agobio y desasosiego, que le produjo estupor y le hizo adoptar una
actitud de sometimiento y pasividad". Hechos probados.
Y después de
describir 9 accesos carnales y de aceptar la versión de la víctima de que no
fueron consentidos, el tribunal concluye que no hubo violación, que no hubo
agresión sexual. Que fueron abusos continuados.
Es
incomprensible y cuando la justicia resulta incomprensible la justicia tiene un
problema y la sociedad también, por muchas explicaciones técnico jurídicas que
se den. O hay que cambiar el Código Penal, o hay que formar en género a quienes
lo aplican. Pero parece evidente que algo falla cuando la ley o su aplicación
no es percibida como justicia por millones de mujeres y de hombres que salieron
ayer a la calle a decir que cuando un acto sexual no es consentido, el acto en
sí mismo es la violencia. Y que el cuerpo de una mujer no es una cosa, no es
una casa ni un bolso que cuando lo roban precisa de una agresión extra para que
se considere robo con violencia. Este es el debate que abría el caso Manada:
¿Qué es violencia sexual?
Es una primera
sentencia, todas las partes van a recurrir. Veremos qué dice el Tribunal
Superior de Justicia de Navarra y después, si llega, el Supremo.
Sandra Sabatés
Tras la
sentencia, Sabatés ha dejado una contundente reflexión: "Esta sentencia
pasará a la historia por dejarnos todavía un poco más desprotegidas".
"Para este
tribunal no es suficiente que cinco hombres metan a una chica en un portal, la
agredan sexualmente sin su consentimiento, la graben, compartan el vídeo y
presuman de sus actos. Si una mujer no se defiende porque el miedo no la
paraliza no hay violación", asegura Sabatés.
"En una
violación parece que la policía quiere que nos resistamos a pesar de que puede
que nos maten", explica.
Y sentencia: "Ninguna mujer debería arriesgarse a
morir para demostrar que ha sido violada".
Gonzalo Velasco
Que ante los hechos probados sobre la
agresión de "la manada", un juez priorice la ausencia de resistencia por
parte de la víctima como evidencia empírica de que no hubo coacción violenta,
revela una incapacidad epistémica difícilmente compatible con su buen juicio.
Significa, para empezar, que ese juez comprende como "acto violento"
solo aquel en el que la agresión causa efectivamente una dolor como rastros
físicos; significa que ese juez consideraría un moratón muestra de violencia
física, pero no la invasión forzada del órgano sexual de una mujer, como si el
coño fuese una excepción a la integridad física de un cuerpo femenino;
significa que ese juez no se paró a pensar que lo que busca un violador no es
el golpe y el dolor, sino la penetración no consentida, por lo que la violencia
es solo un medio del que puede prescindir sin dejar de ser violador; significa
que decidió no interpretar la superioridad numérica y física de cinco hombres
sobre una mujer joven como un contexto coactivo; significa que para ese juez la
dignidad de víctima depende del comportamiento de la mujer ante la agresión y
no del acto en sí ni de la intención dolosa del agresor. Y significa, además,
que es ciego ante una realidad permanente, pero hoy por fin manifiesta, como es
el machismo estructural. Como si en medio de una epidemia un médico no
incrementara sus precauciones ante un caso sintomático, como si en una guerra civil
se juzgara como un caso aislado una agresión entre miembros de etnias o grupos
identitarios distintos.
Ese juez no se paró a pensar que lo que busca un
violador no es el golpe y el dolor, sino la penetración no consentida, por lo
que la violencia es solo un medio del que puede prescindir sin dejar de ser
violador
Nacido
en Madrid en 1960, casado y con dos hijos,
Ricardo Javier González González ejerce como magistrado de la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Navarra desde
el año 2001. Su destino anterior fue el Juzgado de Primera Instancia
número 6 de Bilbao.
Pertenece
a una familia con gran tradición en el mundo de la judicatura. Su padre trabajó
en el mundo judicial y dos de sus hermanos están destinados en Pamplona, como Ricardo González: uno en el Juzgado de lo Social número 3 y el otro en
el Juzgado de Primera Instancia.
Este juez
considera que en el vídeo de 96 segundos mostrado con los hechos aparece «una
mujer practicando actos sexuales en un ambiente de jolgorio y regocijo»,
aunque reconoce que el contenido es «perturbador». Respecto al vídeo presentado
en el juicio como prueba de cargo, el juez señala que el rostro de la joven
muestra una «innegable expresión relajada, sin asomo de rigidez o tensión», lo
que «impide sostener cualquier sentimiento de temor, asco, repugnancia,
rechazo, negativa, desazón, incomodidad».
Cree que la víctima ha incurrido en «graves
contradicciones» y denuncia el «innegable juicio paralelo» que ha tenido todo
el procedimiento.
En su
manifestación, no pide una rebaja de la condena dictada, de 9 años de prisión
por un delito continuado de abuso sexual, sino que pone en solfa que se forzase
a la joven y pide la absolución de los cinco integrantes de
«La Manada».
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