Los 8 días de oro de la Rey
Juan Carlos
Juan
Carlos Escudier
Público
10/04/2018
Al máster
fantasma de Cifuentes no ha tardado en sucederle el máster flexible de Pablo
Casado, un título del estilo ‘aprenda inglés sin esfuerzo’ diseñado para gente
ocupada que no puede perder el tiempo en clases y exámenes y ofrecido en
condiciones tan favorables que hubiera sido tonto no pasar por caja. Casado no
ha hecho un máster sino que lo ha comprado o, si se prefiere, se lo ha vendido
un comercial de la Rey Juan Carlos con grandes facilidades. Más que una
universidad, el PP creó en su día para los suyos una filial de El Corte Inglés,
con sus rebajas, sus saldos y sus 8 días de oro.
A Casado ya
se le retrató aquí cuando comparó el trabajo de una camarera de hotel que debía
limpiar 400 habitaciones al mes para ganar 800 euros con la poblada consulta de
su hermano médico que no daba abasto a ver pacientes, y se citó entonces su
extenso currículo: licenciado en Derecho y Económicas, estancias en Georgetown
y en una escuela de Harvard, cursos diversos y este máster que ahora hemos
sabido que adquirió en la sección de oportunidades.
No extrañaba
semejante acumulación de diplomas porque el que fuera ojito derecho de Aznar,
izquierdo de Esperanza Aguirre y lengua de Rajoy en el partido ha trabajado
menos que el ángel de la guarda, y la única referencia laboral que exhibía eran
unas prácticas de un par de meses en una filial suiza del Banco de Santander
que en algún momento eliminó de su historial, no fuera a ser que hubiera una
foto suya con Bárcenas esquiando en los Alpes y le diera un disgusto. Era
posible, en consecuencia, que, a falta de palos al agua, la promesa de los
populares se hubiera centrado en los estudios cuando sus visitas al Caribe a
visitar a los opositores cubanos por encargo de la lideresa se lo permitían.
“He
invertido mucho dinero y mucho esfuerzo en veranos para completar mi
formación”, ha dicho Casado en una frase que resulta esclarecedora. El saber no
es una pasión sino un mercadillo en el que comprar referencias, un
coleccionismo de títulos, en inglés a ser posible, porque lo de felow de la
SAIS o el CLS del Government Affair Institute visten de Armani a cualquiera. Lo
de la Rey Juan Carlos y su máster en Derecho Autonómico y Local era claramente
una ganga, un remate por fin de existencias. Y ya se sabe que lo barato sale
caro.
Regalado,
según todos los indicios, el posgrado de Cifuentes y comprado en liquidación el
de Casado, sorprende el desapego con el que ambos se han referido al título,
“innecesario” porque ni uno ni otro pensaban dedicarse a la docencia o
completar el doctorado. Eran másteres para políticos, adornos en la vitrina, el
cenicero con la leyenda “estuve aquí y me acordé de ti” que uno se trae de
Torremolinos al final de las vacaciones
El trato
privilegiado del que han disfrutado pone en cuestión uno de los pilares de la
educación pública, que es la igualdad de oportunidades, lo único que asegura
que ricos y pobre, gobernantes y gobernados, nobles y plebeyos tengan las
mismas probabilidades de acertar en la Primitiva porque todos juegan las mismas
apuestas. Para que la equidad sea real no puede haber beneficios personales ni
cartas marcadas.
Ingenuamente,
nos habíamos creído esa milonga de la meritocracia, según la cual la
desigualdad de cuna o de posición era accidental y siempre podía corregirse con
el esfuerzo personal. Aquello de que Salamanca no prestaba lo que la naturaleza
no había concedido era un cuento chino. Lo presta, lo regala y lo vende.
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