El Papa admite que se equivocó “gravemente”
valorando los abusos a menores en Chile
Francisco
siente “vergüenza” y “dolor” por las conclusiones de una investigación con 64
víctimas de curas pederastas
ElPaís
Ciudad del Vaticano 12 ABR 2018
El Papa ha trasladado en una carta a los obispos chilenos su
“vergüenza” y “dolor” por las conclusiones de la investigación sobre los abusos a menores
cometidos por la Iglesia en dicho país. Francisco admite que cometió
“graves equivocaciones de valoración de la situación”. Algo que le condujo, en
su viaje Chile, a ofender y exigir a las víctimas que trajesen pruebas de sus
imputaciones al obispo Juan Barros, acusado de encubrir varios casos.
Durante su viaje a Chile, el Papa defendió al obispo Juan Barros de las acusaciones de encubrimiento
al expárroco de El Bosque, Fernando Karadima. Un sacerdote
influyente de una iglesia de la clase alta de Santiago de Chile que violó
durante años, al menos, a cuatro jóvenes de familias conservadoras, según
reconoció la Justicia civil y la eclesiástica (sus crímenes prescribieron y
nunca fue condenado).
Las víctimas, ofendidas, protestaron llegando a recibir el apoyo de
cardenal Sean O’Malley, nombrado por el Papa como responsable de la comisión
que previene estos casos. Ahora Francisco admite que se equivocó. “En lo que me
toca, reconozco y así quiero que lo transmitan fielmente, que he incurrido en
graves equivocaciones de valoración y percepción de la situación, especialmente
por falta de información veraz y equilibrada. Ya desde ahora pido perdón a
todos aquellos a los que ofendí y espero poder hacerlo personalmente, en las
próximas semanas, en las reuniones que tendré con representantes de las
personas entrevistadas”.
Barros siempre negó las acusaciones. De hecho,
durante la visita del Papa siguió en primera fila los actos. Pero una de
aquellas víctimas, Juan Carlos Cruz, funcionario de una multinacional
estadounidense, detalló que el obispo se encontraba a su lado cuando Karadima
abusaba de él. Poco después de escuchar la respuesta de Francisco —“tráiganme
pruebas”, dijo—, respondió en Twitter: “Como si uno hubiese podido sacarse una selfie mientras Karadima me abusaba con Juan
Barros parado al lado viéndolo todo”.
El Papa, sin referirse a ningún caso concreto, ha aludido al contenido
del informe, a cuyos testimonios da total veracidad corrigiendo lo que hasta
ahora había puesto en duda. “Ahora, tras una lectura pausada de las actas de
dicha ‘misión especial’, creo poder afirmar que todos los testimonios recogidos
en ellas hablan en modo descarnado, sin aditivos ni edulcorantes, de muchas
vidas crucificadas y les confieso que ello me causa dolor y vergüenza”.
La carta de Francisco, que viene a señalar que se le ocultó la verdad
cuando quiso hacer su propia valoración, no tiene valor jurídico. En las
últimas horas se había hablado de una posible renuncia del obispo Barros. Pero
la conferencia episcopal chilena aseguró ayer en una rueda de prensa que no
había constancia de ello. Tampoco se dieron detalles de las conclusiones del
informe, que el Papa detallará en Roma a los obispos de Chile. “He pensado en
dicho encuentro como en un momento fraternal, sin prejuicios ni ideas
preconcebidas, con el solo objetivo de hacer resplandecer la verdad en nuestras
vidas. [..] Es una ocasión para restablecer la confianza rota por nuestros
errores y pecados[..]. Ahora más que nunca no podemos volver a caer en la
tentación de la verborrea o de quedarnos en los ‘universales’”.
Los encargados de la investigación (64 testimonios y 2.300 folios) han
sido el español Jordi Bertomeu, oficial de la Congregación para la Doctrina de
la Fe, y Charles J. Scicluna, arzobispo de Malta. Un fiscal para los delicta gravatoria: crímenes considerados más graves y
cometidos contra la eucaristía, el secreto de confesión o los abusos a menores.
En 2005 recibió el encargo de Benedicto XVI de recoger las declaraciones sobre
el fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel.
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