Si cae Cifuentes?, digo, es un decir?
Un repaso a las derivadas que se
abren para ella y para sus colaboradores si dimite
Mié, 4 Abr
2018
A sus 53 años de edad y 39 de
militancia activa, primero en Alianza Popular y después en el Partido
Popular, la veterana genovesa Cristina
Cifuentes se siente observada, vigilada y examinada. Sabe mejor
que nadie que lo está siendo tanto por sus propios compañeros como por los que
le son ajenos. Y es que tantos años de disciplinada y perseverante entrega a su
Partido, sin cuestionar nada y a nadie, pueden ser tragados en cuestión de
horas por las cloacas que atraviesan la Calle Génova 13.
Esta crónica no trata de resumir lo
que hasta ahora hemos conocido de su master virtual en la URJC,
incluidas las últimas noticias con presuntas firmas falsificadas incluidas. Los
lectores que tenga interés en recapitular sobre lo que se ha venido publicando,
en particular gracias a la labor periodística que ha llevado a cabo el www.eldiario.es, pueden pinchar en este
enlace.
En esta ocasión, tomando prestado
los primeros versos de un conocido poema de Cesar Vallejo,
tratamos de explicar las consecuencias de todo tipo y condición que tendría la
caída de Cristina Cifuentes de ambas presidencias, la de la Comunidad de
Madrid y la del PP de esta misma Comunidad.
Para ello nada mejor que comenzar
por las que afectarían a la principal protagonista. Su caída, ya sea por una
dimisión o por una moción de censura, la dejarían fuera de la actividad
pública. El reciente caso de su colega Pedro Antonio
Sánchez es un buen ejemplo. Y es que si cae de la
Presidencia del Gobierno regional su dimisión como presidenta del PP de Madrid
y como diputada autonómica serían simultáneas y sobrevenidas. No tendría
sentido un menú a la carta. Las consecuencias “laborales” para Cifuentes serían
inmediatas perdiendo de inmediato su condición de personal en servicios
especiales que en estos momentos tiene como Personal de
Administración y Servicios de la Universidad Complutense (PAS).
Dicho de otro modo, tras su cese en el BOE debería incorporarse a su puesto de
trabajo en los tiempos reglados que marca la legislación y con las funciones,
retribuciones y horario que por antigüedad le correspondan. En todo caso, de
los más de 107 mil euros que
percibe ahora pasaría a poco más de 80 mil. Además dejaría de
recibir el “salario en especie” que como presidenta tiene en la práctica
reconocido.
Además a estas mermas materiales se
añade otra pérdida de especial valor para su futuro judicial. Dejaría de estar
aforada y en consecuencia en cualquier momento puede ser llamada como
investigada, por ejemplo, por el juzgado de instrucción nº 6 de la Audiencia
Nacional que investiga la financiación del PP de Madrid dentro del Caso Púnica.
En esta investigación la UCO la
acusa de cohecho y prevaricación por la adjudicación de la cafetería de la
Asamblea de Madrid al empresario donante del PP, Arturo Fernández.
Sobre las secuelas dentro de su
Partido, pasadas las primeras muestras de solidaridad rutinaria, en cuestión de
días quedaría cubierta por ese espeso y tupido silencio genovés que se pone en
marcha cuando se producen situaciones similares.
En cuanto al futuro inmediato de sus
colaboradores más directos así como la de los Altos Cargos y personal de
confianza que han sido nombrados o renombrados desde el verano del 2015,
exceptuados los que son además diputados autonómicos que seguirían siéndolo,
dependerá de dos posibles escenarios.
El primero estaría condicionado a
que su “cese” sea el resultado de una “negociación” con Ciudadanos y por tanto,
se presentara como una dimisión y se aplicará el modelo murciano. En este
supuesto, el número de damnificados y cambios sería mínimo entre los 102 Altos
Cargos (Viceconsejeros, Directores Generales y asimilados) y los 137 asesores
que figuran en los listados que a regañadientes acabaron publicándose en la web
oficial de la CM.
El segundo, consecuencia de una
moción de censura, por el contrario, sería para la inmensa de ese colectivo
una verdadera tragedia política y personal, sobre todo si se tiene en cuenta
que el PP viene gobernando la CM ininterrumpidamente desde 1995. No son pocos
los Altos Cargos y asesores actuales que en sucesivas oleadas, algunos desde el
primer minuto, se han ido incorporando al organigrama político de la
Administración regional. La red clientelar a cargo de las arcas regionales que
se ha ido tejiendo desde Gallardón
hasta Cifuentes, pasando por Esperanza
Aguirre e Ignacio
González ha generado en la practica una política indiscriminada
de reclutamiento de militantes del PP que de verse perturbada por un
cambio súbito de gobierno provocaría un escenario tan novedoso como
sobrecogedor para los afectados. Con el agravante que supone además la perdida
en el año 2015 de numerosos ayuntamientos, en particular el de la ciudad de
Madrid.
Pero como es natural, las
derivaciones de una dimisión voluntaria o forzosa de Cristina Cifuentes
van mucho más allá de las que acabamos de mencionar. Su caída situaría al PP de
Madrid ante un horizonte electoral ciertamente inquietante para sus intereses
con inevitables consecuencias también en el PP nacional. El calendario
electoral que se avecina con la celebración simultánea de las autonómicas,
municipales y europeas en la próxima primavera complican aún más si cabe
el panorama entre los genoveses originales y genuinos.
En todo
caso, si finalmente Cifuentes lograra provisionalmente salir de esta situación y
se mantuviera en la Presidencia de la CM, aunque para ello tenga que forzar un
relato plagado de lagunas y silencios, su futuro político estaría igualmente
comprometido. Su trayectoria está repleta de episodios que no aguantarían una
revisión transparente y en profundidad. Es una mera cuestión de tiempo el que
si no dimite ahora lo tenga que hacer más adelante. Razones no faltarán. Al
quite.
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