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lunes, 18 de febrero de 2019

Cumbre mundial por el estigma de Santa Pederastia y Santa Pedofilia


Escándalos en el Vaticano

Cumbre mundial de obispos por el estigma de la pedofilia en la Iglesia

Los convocó el Papa. Entre el jueves y el domingo próximos analizarán medidas para combatir el gravísimo daño a los fieles que erosiona a la institución. 



16/02/2019




En un momento que el proprio Papa consideró “muy urgente, muy desafiante” para la Iglesia, que vive una de sus más grandes crisis por la epidemia de abusos sexuales por parte de curas pedófilos, entre el jueves y domingo próximos se reunirán con Francisco los presidentes de todas las Conferencias Episcopales del mundo. Junto con los grandes personajes del Vaticano y los jefes de las principales órdenes religiosas, deberán encontrar y poner en práctica las medidas y los cambios radicales necesarios para salvar a la Iglesia de un daño que ha destruido en parte su credibilidad ante 1.300 millones de fieles.

El acontecimiento, que no tiene precedentes y es considerado una especie de mini Sínodo de emergencia, estará apremiado por el tiempo, que será poco para escuchar a más de un centenar de jefes de las asambleas de obispos en las sesiones plenarias, intercambiar ideas en los grupos de trabajo, participar en oraciones colectivas y otros empeños.

El encuentro ha sido convocado por Francisco con el título de “La protección de los menores en la Iglesia”. Han sido excluídos del temario los abusos sexuales de adultos, las violaciones de las monjas por parte de clérigos, y otros casos que se denuncian ahora continuamente en muchas partes del mundo. Solo diez mujeres participarán de la asamblea. Ocho representarán a las órdenes femeninas y dos serán funcionarias de los dicasterio.

Hablarán algunas mujeres cuando le llegue el turno al testimonio de un grupo de víctimas de lo que ha sido calificado oficialmente como “abuso sexual clerical”. Al convocar al encuentro, el Papa indicó a los presidentes de las Conferencias Episcopales que se dedicaran a “a escuchar a las víctimas”, como la mejor manera de prepararse para la reunión en el Vaticano.

También Francisco dijo que era necesario “desinflar las expectativas” porque no se puede esperar mágicamente que en una reunión de cuatro días se resuelvan problemas que roen en profundidad a la Iglesia.



En el grupo organizador se encuentran dos especialistas: el jesuita alemán Hans Zollner, de la Universidad Gregoriana y miembro de la Comisión Pontificia de Protección al menor, creada por Francisco; y monseñor Charles Cycluma, arzobispo de Malta, considerado el mejor experto sobre la materia, que ha investigado en Chile y otros países los explosivos escándalos estallados en el último cuarto de siglo.

El padre Zollner explicó que “el nudo central es como lograr cambiar de actitud, algo mucho más difícil que cambiar una ley”. “¿Cómo puede producirse un cambio de sistemas, de mentalidad y de culturas”, preguntó.

La reunión se propone poner en el foco de todos los participantes “a los niños, a las víctimas”, pero en realidad la cuestión de fondo es como cambiar la mentalidad de los 5.100 obispos de la Iglesia, que son los principales acusados de practicar la centenaria mentalidad de cubrir y ocultar los hechos y favorecer a los curas pedófilos culpables, dejando de lado el gran dolor que sufren los sobrevivientes de la terrible experiencia de las violaciones y otros abusos sexuales.



El Papa presidirá el domingo 24 la misa que cerrará el encuentro y se espera que allí enumere ruegos, pedidos, reproches, indicaciones y órdenes a los obispos para que establezcan una verdadera “tolerancia cero”, porque, hasta ahora, la que tanto se ha proclamado ha fracasado.

“Que en el futuro ningún caso sea cubierto o congelado”. Esta es una directiva inevitable que el Papa quiere imponer en forma efectiva.

Esta línea comporta la advertencia o amenaza de sanciones a los que violen el compromiso. Una cuestión nada fácil. En los tres días en los que habrá sesiones plenarias, cada jornada será dedicada a un tema fundamental. El primero será el de la responsabilidad de los obispos.

En la Iglesia la relación de los descendientes de los apóstoles, como son los episcopales, es prácticamente directa con el pontífice. Al que deben informar una vez, en las visitas “ad limina apostolorum”, cada cinco años. Ya solo esta peliaguda cuestión demuestra que el encuentro debe poner en camino a la Iglesia hacia reformas estructurales radicales.

Es necesario crear sistemas de control de la actividad de los obispos al menos en la cuestión de los abusos sexuales clericales. Si el Papa fuera obligado a seguir con el actual sistema, debería continuamente recibir a los 5100 obispos del mundo, una opción absurda.

Es precisamente la autoridad y la autonomía de los obispos en un sistema de poder muy complicado lo que convierte a los cambios en las responsabilidades de los obispos en una necesidad imperiosa pero difícil de realizar. En Italia, por ejemplo, cuando el Papa quiso imponer la obligación de denunciar a las autoridades civiles los casos de abusos sexuales clericales, descubrió que, por el Concordato entre los dos Estados, ningún obispo está obligado a denunciar estos casos ante las autoridades judiciales italianas

Es necesario crear sistemas de control de la actividad de los obispos al menos en la cuestión de los abusos sexuales clericales. Si el Papa fuera obligado a seguir con el actual sistema, debería continuamente recibir a los 5100 obispos del mundo, una opción absurda.

Es precisamente la autoridad y la autonomía de los obispos en un sistema de poder muy complicado lo que convierte a los cambios en las responsabilidades de los obispos en una necesidad imperiosa pero difícil de realizar. En Italia, por ejemplo, cuando el Papa quiso imponer la obligación de denunciar a las autoridades civiles los casos de abusos sexuales clericales, descubrió que, por el Concordato entre los dos Estados, ningún obispo está obligado a denunciar estos casos ante las autoridades judiciales italianas.

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El jesuita Zollner, que es el principal organizador del encuentro, destacó que “es necesario que los obispos comprendan la tragedia del abuso sexual clerical, su profundo efecto en las víctimas y se asuman plenamente la responsabilidad de garantizar que los errores de la Iglesia no se repitan”.

Los obispos norteamericanos han elaborado y ya están aplicando comisiones regionales de control. Zollner, por su parte, dio a entender que el Papa aprobó la idea de crear “grupos de trabajo” que controlen lo que ocurre y asesoren a los obispos.  Pero no es fácil meterse con la autoridad de los episcopales. Zollner explica que “hay que trabajar mucho, porque el problema es de una profundidad que ni nos imaginamos, para que las autoridades (obispos) entiendan las leyes y los procesos que se aplican en relación con la presencia del abuso y sus encubrimientos”. A la vez, “tienen que moverse las comisiones y grupos de tareas para explicar a la pesada estructura eclesiástica cuáles son las herramientas más efectivas para implementar la lucha contra los abusadores sexuales clericales”.

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No ha sido anunciado pero se supone que los obispos recibirán todo un plan de medidas que han sido estudiados y aprobados por el Papa. El objetivo, explicó el padre Federico Lombardi, ex portavoz del Papa, que será el moderador de las sesiones plenarias, es “que los obispos vuelvan a sus países teniendo bien claro qué es necesario hacer para prevenir y combatir el drama mundial de los abusos de menores en la Iglesia”.

El Papa mismo señaló hace poco que se afronta “un problema global que solo puede recibir una respuesta global”.

La segunda jornada del encuentro estará dedicado a las “rendiciones de cuentas”. Es decir, establecer con claridad a quien deben informar los obispos y si actúan verderamente lo que el Vaticano les pide.

También habrá que establecer qué ocurre si no ponen en práctica las nuevas medidas que entren en vigor. El fracaso de este cambio fundamental no hará sino demostrar que la jerarquía católica es incapaz de vigilarse a sí misma. Que son inútiles las convocatorias y los documentos promulgados, como ha ocurrido hasta ahora. Toneladas de anuncios y de tolerancias cero no han salvado a la Iglesia de la crisis mayúscula que está viviendo en la tragedia de los abusos sexuales, que ante todo ha dejado un tendal de miles y miles de víctimas, con sus vidas arruinadas y con un saldo de suicidios que pesa sobre la conciencia colectiva católica.

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La tercera y última jornada estará dedicada a la transparencia. El jesuita Zollner explica que se trata “de los procesos internos de la Iglesia: quién debe ser informado, cómo trasmitir las informaciones al público, a los medios de comunicación”. En resumen “la transparecia ante el pueblo de Dios, a los fieles, que justamente sienten una gran impaciencia”.

En esta área se plantea la obligatoriedad por parte de los obispos de denunciar a los culpables de abusos sexuales clericales ante las autoridades judiciales de sus países.

La transparencia ha dado frutos en los últimos años. Países como Estados Unidos, Alemaia, Irlancia, Australia, Austria, han montado crecientes medidas de protección.

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 El padre Zollner puso el ejemplo de la investigación-bomba llevada a cabo en Pennsylvania, EEUU, donde desde 1945 a 2018, se contaron 308 curas pedófilos que abusaron de niños. “Si miramos bien las estadísticas, solo tres casos han sido denunciados después de 2003, gracias a las medidas de prevención”. En Alemania y Estados Unidos esas medidas y la creación de instituciones y nuevos controles en diócesis y órdenes religiosas han dado como resultado progresos importantes. “Pero es mucho lo que queda por hacer”.

En Pennsylvania, un resultado positivo lo ha dado la justicia del Estado y la misma justicia federal, que han actuado de oficio indagando en las diócesis, controlando las escuelas católicas y el personal docente y no docente que tiene relaciones inmediatas con los niños.




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