Escándalos en el Vaticano
Cumbre mundial de obispos por
el estigma de la pedofilia en la Iglesia
Los convocó el Papa. Entre el jueves
y el domingo próximos analizarán medidas para combatir el gravísimo daño a los
fieles que erosiona a la institución.
16/02/2019
En un momento que el
proprio Papa consideró “muy urgente, muy desafiante” para la Iglesia, que vive
una de sus más grandes crisis por la epidemia de abusos sexuales por parte de
curas pedófilos, entre el jueves y domingo próximos se reunirán con Francisco los presidentes de
todas las Conferencias Episcopales del mundo. Junto con los grandes
personajes del Vaticano y los jefes de las principales órdenes religiosas,
deberán encontrar y poner en práctica las medidas y los cambios radicales necesarios
para salvar a la Iglesia de un daño que ha destruido en parte su credibilidad
ante 1.300 millones de fieles.
El acontecimiento, que no tiene precedentes y es
considerado una especie de mini Sínodo de emergencia, estará apremiado por el tiempo, que será poco para
escuchar a más de un centenar de jefes de las asambleas de obispos en las
sesiones plenarias, intercambiar ideas en los grupos de trabajo, participar en
oraciones colectivas y otros empeños.
El encuentro ha sido
convocado por Francisco con el título de “La protección de los menores en la
Iglesia”. Han sido excluídos del temario los abusos sexuales de adultos, las
violaciones de las monjas por parte de clérigos, y otros casos que se denuncian
ahora continuamente en muchas partes del mundo. Solo
diez mujeres participarán de la asamblea. Ocho representarán a las
órdenes femeninas y dos serán funcionarias de los dicasterio.
Hablarán algunas mujeres
cuando le llegue el turno al testimonio de un grupo de víctimas de lo que ha
sido calificado oficialmente como “abuso sexual clerical”. Al convocar al
encuentro, el Papa indicó a los presidentes de las Conferencias Episcopales que
se dedicaran a “a escuchar a las víctimas”, como la mejor manera de prepararse
para la reunión en el Vaticano.
También Francisco dijo que era necesario “desinflar las
expectativas” porque no se puede esperar mágicamente que en una
reunión de cuatro días se resuelvan problemas que roen en profundidad a la
Iglesia.
En el grupo organizador
se encuentran dos especialistas: el jesuita alemán Hans Zollner, de la
Universidad Gregoriana y miembro de la Comisión Pontificia de Protección al
menor, creada por Francisco; y monseñor Charles Cycluma, arzobispo de
Malta, considerado el mejor experto sobre la materia, que ha investigado en
Chile y otros países los explosivos escándalos estallados en el último cuarto
de siglo.
El padre Zollner explicó que “el nudo central es como lograr cambiar de
actitud, algo mucho más difícil que cambiar una ley”. “¿Cómo puede
producirse un cambio de sistemas, de mentalidad y de culturas”, preguntó.
La reunión se propone poner en
el foco de todos los participantes “a los niños, a las víctimas”, pero en
realidad la cuestión de fondo es como cambiar la mentalidad de los 5.100
obispos de la Iglesia, que son los principales acusados de practicar la
centenaria mentalidad de cubrir y ocultar los hechos y favorecer a los curas
pedófilos culpables, dejando de lado el gran dolor que sufren los
sobrevivientes de la terrible experiencia de las violaciones y otros abusos
sexuales.
El Papa presidirá el
domingo 24 la misa que cerrará el encuentro y se espera que allí enumere
ruegos, pedidos, reproches, indicaciones y órdenes a los obispos para que establezcan una verdadera “tolerancia
cero”, porque, hasta ahora, la que tanto se ha proclamado ha
fracasado.
“Que en el futuro ningún caso
sea cubierto o congelado”. Esta es una directiva inevitable que el Papa quiere
imponer en forma efectiva.
Esta línea comporta la
advertencia o amenaza de sanciones a los que violen el compromiso. Una cuestión
nada fácil. En los tres días en los que
habrá sesiones plenarias, cada jornada será dedicada a un tema fundamental.
El primero será el de la responsabilidad de los obispos.
En la Iglesia la relación de
los descendientes de los apóstoles, como son los episcopales, es prácticamente
directa con el pontífice. Al que deben informar una vez, en las visitas “ad
limina apostolorum”, cada cinco años. Ya solo esta peliaguda cuestión demuestra
que el encuentro debe poner en camino a la Iglesia hacia reformas estructurales
radicales.
Es necesario
crear sistemas de control de la actividad de los obispos al menos en la
cuestión de los abusos sexuales clericales. Si el Papa fuera obligado a seguir con el actual
sistema, debería continuamente recibir a los 5100 obispos del mundo, una opción
absurda.
Es precisamente la autoridad y
la autonomía de los obispos en un sistema de poder muy complicado lo que
convierte a los cambios en las responsabilidades de los obispos en una necesidad imperiosa pero difícil de
realizar. En Italia, por ejemplo, cuando el Papa quiso imponer la
obligación de denunciar a las autoridades civiles los casos de abusos sexuales
clericales, descubrió que, por el Concordato entre los dos Estados, ningún
obispo está obligado a denunciar estos casos ante las autoridades judiciales
italianas
Es necesario crear sistemas de control de la actividad
de los obispos al menos en la cuestión de los abusos sexuales clericales. Si el Papa fuera obligado a seguir
con el actual sistema, debería continuamente recibir a los 5100 obispos del
mundo, una opción absurda.
Es precisamente la autoridad y la autonomía de los
obispos en un sistema de poder muy complicado lo que convierte a los cambios en
las responsabilidades de los obispos en una necesidad imperiosa pero difícil
de realizar. En Italia, por ejemplo, cuando el Papa quiso imponer la
obligación de denunciar a las autoridades civiles los casos de abusos sexuales
clericales, descubrió que, por el Concordato entre los dos Estados, ningún
obispo está obligado a denunciar estos casos ante las autoridades judiciales
italianas.
El jesuita Zollner, que es el principal organizador
del encuentro, destacó que “es necesario que los obispos comprendan la tragedia
del abuso sexual clerical, su profundo efecto en las víctimas y se asuman
plenamente la responsabilidad de garantizar que los errores de la Iglesia no se
repitan”.
Los obispos norteamericanos han elaborado y ya están
aplicando comisiones regionales de control. Zollner, por su parte, dio a
entender que el Papa aprobó la idea de crear “grupos de trabajo” que controlen
lo que ocurre y asesoren a los obispos. Pero no es fácil meterse
con la autoridad de los episcopales. Zollner explica que “hay que trabajar
mucho, porque el problema es de una profundidad que ni nos imaginamos, para que
las autoridades (obispos) entiendan las leyes y los procesos que se aplican en
relación con la presencia del abuso y sus encubrimientos”. A la vez, “tienen
que moverse las comisiones y grupos de tareas para explicar a la pesada
estructura eclesiástica cuáles son las herramientas más efectivas para
implementar la lucha contra los abusadores sexuales clericales”.
No ha sido anunciado pero se supone que los obispos
recibirán todo un plan de medidas que han sido estudiados y aprobados por el
Papa. El objetivo, explicó el padre Federico Lombardi, ex portavoz del
Papa, que será el moderador de las sesiones plenarias, es “que los obispos
vuelvan a sus países teniendo bien claro qué es necesario hacer para
prevenir y combatir el drama mundial de los abusos de menores en la Iglesia”.
El Papa mismo señaló hace poco que se afronta “un
problema global que solo puede recibir una respuesta global”.
La segunda jornada del encuentro estará dedicado a las
“rendiciones de cuentas”. Es decir, establecer con claridad a quien deben
informar los obispos y si actúan verderamente lo que el Vaticano les pide.
También habrá que establecer qué ocurre si no
ponen en práctica las nuevas medidas que entren en vigor. El fracaso de
este cambio fundamental no hará sino demostrar que la jerarquía católica es
incapaz de vigilarse a sí misma. Que son inútiles las convocatorias y
los documentos promulgados, como ha ocurrido hasta ahora. Toneladas de anuncios
y de tolerancias cero no han salvado a la Iglesia de la crisis mayúscula que
está viviendo en la tragedia de los abusos sexuales, que ante todo ha dejado
un tendal de miles y miles de víctimas, con sus vidas arruinadas y con un
saldo de suicidios que pesa sobre la conciencia colectiva católica.
Primera vez en la historia de la Iglesia católica: el Papa expulsará del
sacerdocio a un ex cardenal
La tercera y última jornada estará dedicada a la
transparencia. El jesuita Zollner explica que se trata “de los procesos
internos de la Iglesia: quién debe ser informado, cómo trasmitir las
informaciones al público, a los medios de comunicación”. En resumen “la
transparecia ante el pueblo de Dios, a los fieles, que justamente sienten una
gran impaciencia”.
En esta área se plantea la obligatoriedad por parte de
los obispos de denunciar a los culpables de abusos sexuales clericales
ante las autoridades judiciales de sus países.
La transparencia ha dado frutos en los últimos años. Países como Estados Unidos, Alemaia,
Irlancia, Australia, Austria, han montado crecientes medidas de protección.
El padre Zollner puso el ejemplo de la
investigación-bomba llevada a cabo en Pennsylvania, EEUU, donde desde 1945 a
2018, se contaron 308 curas pedófilos que abusaron de niños. “Si miramos bien
las estadísticas, solo tres casos han sido denunciados después de 2003, gracias
a las medidas de prevención”. En Alemania y Estados Unidos esas medidas y la
creación de instituciones y nuevos controles en diócesis y órdenes
religiosas han dado como resultado progresos importantes. “Pero es
mucho lo que queda por hacer”.
En Pennsylvania, un resultado positivo lo ha dado la
justicia del Estado y la misma justicia federal, que han actuado de oficio
indagando en las diócesis, controlando las escuelas católicas y el personal
docente y no docente que tiene relaciones inmediatas con los niños.
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