¿Por qué, Majestad, no vetó la presencia de la
corrupta Sonia Castedo?
Las andanzas y tramas delictivas vienen de lejos con la colaboración del constructor Enrique Ortiz
05/11/2014
Las andanzas y tramas delictivas vienen de lejos con la colaboración del constructor Enrique Ortiz
05/11/2014
El Rey
desperdició en Alicante -con motivo del Congreso de la Empresa Familiar-
una gran oportunidad
de condenar la corrupción política que desgraciadamente abrasa a la democracia
española y al conjunto de la ciudadanía. Le bastaba a Felipe VI con impedir
la presencia en el citado Congreso de la alcaldesa alicantina Sonia Castedo,
imputada judicialmente por un grave caso urbanístico delictivo. ¿Por qué
no vetó su presencia, Majestad?
Las andanzas
y tramas corruptas de la alcaldesa vienen de lejos y con la colaboración del
principal constructor de Alicante, Enrique Ortiz, íntimo amigo de Sonia. Todo
esto se sabe desde hace
ya algunos años, sin olvidarnos de otras actuaciones irregulares, y más que
sospechosas, de su predecesor en la Alcaldía, Luis Díaz Alperi.
Con su
hermana, la infanta doña Cristina de Borbón, usted fue muy drástico. Tanto que,
de hecho, ella, su marido y sus cuatro hijos, se tuvieron que ir a una especie
de exilio en Ginebra. No quería Felipe de Borbón salir salpicado indirectamente
por el escándalo del affaire Urdangarin y señora. La Corona
estaba en juego y lógicamente el príncipe entonces heredero, o sea, usted, optó
por eludir cualquier riesgo.
El riesgo de
que la democracia se haga trizas en nuestro país, con la economía
tambaleándose en Europa otra vez, no es baladí. El partido
de la derecha, el PP, se encuentra a punto de hundirse, según todos los
indicios. El presidente del Gobierno no ha sido capaz de combatir y
derrotar a la corrupción de no pocos de su gente.
Entre una
larga retahíla de corruptos Rajoy no ha hecho nada para
terminar con ellos o ellas, echándolos a sus casas y a los tribunales. Su
Ejecutivo sigue protegiendo, por ejemplo, a Jaume Matas y a Carlos Fabra y no tiene
el coraje necesario para acabar con Sonia Castedo. La situación es
grave. Felipe VI ha perdido una ocasión espléndida de poner las cosas en
su sitio. Y el sitio de los corruptos se llama cárcel.
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