Algunos hombres buenos (o mujeres)
y el discurso del rey
8-1-2015
Teniente Luis Gonzalo Segura
Público
En los últimos tiempos, es difícil
encontrar militares honrados que den la cara más allá de las órdenes, sobre
todo, si ello supone un enfrentamiento contra el sistema o poner en juego su
carrera militar o su empleo. En mi mente está la imagen de la película “Algunos
hombres buenos” (A few good men, 1992), con esa brillante escena en la que el
protagonista, el teniente Daniel Kaffee (Tom Cruise), pregunta al coronel
Nathan R. Jessup (Jack Nicholson) si ordenó el código rojo. En ese momento de
tensión, se lo juega todo a una carta con ese “¡Quiero la verdad!” y recibe la
ya legendaria respuesta del coronel Jessup: “Tú no puedes encajar la verdad”.
Siempre
he criticado a esa gran cantidad de mandos militares, como a otros ciudadanos,
que permanecen inertes, casi como macetas, dejando hacer a esos otros militares
que son verdaderamente corruptos, lo que les convierte en cómplices y
responsable de lo que sucede. La cita de Edmund Burke, Para que el mal triunfe, basta con
que los hombres buenos no hagan nada o
el poema/sermón de Martin Niemöller sobre su inacción en la Alemania Nazi son
reveladoras del mal que causa en la sociedad que una parte de ella permanezca
al margen por no verse afectada o por encontrarse teóricamente en el grupo de
personas favorecidas.
Debido a esa inacción predominante en la sociedad,
aquellas personas que se arriesgan a hacer lo que tienen que hacer o el actuar como si que describía Christopher Hitchens en
sus Cartas a un joven
disidente (gracias por este
libro Leticia), les convierten en especiales. Yo quisiera poner el foco en una
persona excepcional, en mi opinión, una auténtica heroína. Se llama Patricia
Moncada y es capitán y juez en el Juzgado Territorial número 12 de Madrid. Por
lo común, tengo que reconocer que mis contactos con la justicia militar me han
hecho descubrir lo peor de la propia justicia y lo más bajo de los propios
juristas militares, cuya gran prioridad es proteger a la institución con todo
tipo de ardides, artimañas y bajezas. La gran prioridad de la capitán Patricia
Moncada es impartir justicia y por ello, y por hacerlo en las condiciones tan
adversas en las que lo hace, debería ser recordada por la ciudadanía, ensalzada
por los medios de comunicación y protegida por las instituciones. En cambio, lo
que esta juez ha recibido es el desconocimiento de los ciudadanos, el silencio
generalizado de los medios de comunicación y el perverso ataque de las instituciones,
especialmente de las Fuerzas Armadas.
Esta semana he tenido tiempo de recordar otra gran
película, “El discurso del Rey” (The King´s Speech, 2010), excelente
película en la que Colin Firth interpreta el papel de Jorge VI. De las Fuerzas
Armadas hablaba su majestad el Rey Felipe VI en su discurso, sin tartamudear,
de la Pascua Militar, y lo hacía para dejar una frase para la posteridad:
“Mandar es servir”. Supongo que no se referirá a lo que decía un general en
unas conversaciones grabadas que aparecieron en La Sexta, las cuales aquí dejo por si quiere
alguien revisarlas (sobre todo, el Rey), más que nada para que sepa lo que sus
generales consideran mandar y servir (“No te empeñes en sanear una empresa
cuando todo el país está podrido” decía el general, entre otras muchas perlas).
El discurso del Rey, resultó desalentador para
los que denunciamos corrupción, por no hablar de lo lamentable que supuso oír
al ministro de Defensa pidiendo más dinero para realizar más compras en
armamento, que no para mejorar las condiciones de los militares de tropa. Ello
es especialmente grave cuando la factura no habrá forma de pagarla, se están
expulsado a militares de tropa que trabajan con contratos basura o se están
planeando sus ceses forzosos, por no hablar de los enfermos de hepatitis C que
se mueren porque no reciben tratamientos. Yo soy de los que piensa que es
necesario gastar en Defensa, ojalá no lo fuera, pero con el uso de la razón. Lo
que no se puede es seguir tirando de chequera cuando la anterior factura en juguetitos de guerra asciende a 30.000 millones
de euros y no hay forma de pagarla, el excedente de oficiales o macrocefalia
consume más de 2.000 millones de euros anuales y resulta que nos comprometemos
a otros 10.000 millones de euros en compras. Aunque claro, si se elige como
ministro de Defensa a una persona que ha estado tan relacionado con la
industria armamentística estos años, lo normal es que pase esto, que se gaste
más dinero en material que no se necesita ni se puede pagar, porque ya vendrán
los siguientes y pagarán, y si no pueden pues se quiebra, y si se tienen que
quedar enfermos sin medicamentos, ¿cuál es el problema? Ninguno, al fin y al
cabo, la ciudadanía parece más preocupada del pequeño
Nicolás o de Isabel Pantoja
que de otra cosa.
Hablando de discursos y de películas, espero y deseo
que un día, su majestad el Rey Felipe VI le dedique un discurso íntegro a la
juez Patricia Moncada por su extraordinaria labor (también que haya más
juristas militares y más oficiales que hagan lo que tienen que hacer) y encare
los problemas que hay en las Fuerzas Armadas con el mismo coraje con el que el
papa Francisco I se enfrenta a la pederastia y otros problemas en la Iglesia,
sin duda un ejemplo a seguir.
Patricia Moncada (capitán del cuerpo jurídico, no sé
si lo había dicho) es la responsable, para los que lo desconozcan, de reclamar un informe secreto del accidente del F-5 que se produjo en Badajoz, uno de esos
informes que se pierden y nadie encuentra, cosas de la justicia militar y
nuestro mundillo (aquí es que los informes se camuflan y son expertos en
operaciones especiales por lo que no hay forma de encontrarlos). También es la
responsable de conseguir que se realizase laauditoría en
el Acart de Getafe, la única que se ha hecho pública durante 2014 y que no
tiene desperdicio desde luego (millones de euros por aquí, por allá, facturas
falsas, cuentas corrientes ilegales, cientos de botellas de alcohol y kilos de
embutidos comprados…). Por esa auditoría, y para impedirla, le abrieron un
expediente disciplinario con objeto de arrestarla, lo que no fue nada más
que una auténtica aberración, una de tantas de las que se cometen en el ámbito
militar.
Por suerte, el Consejo General del Poder Judicial tuvo
que intervenir para darleamparo, lo que resultó un enorme revés a la
justicia militar. Debido a este caso, los generales del Tribunal Militar Central,
el mismo que juzga a los altos mandos aforados (de empleo igual o superior a
comandante) y que eran los que pretendían expedientarla, terminaron recusados. Hecho este último, como
tantos otros, que poco o nada parecen importar a dicho tribunal o la inevitable
pérdida de su prestigio, que a estas alturas es una auténtica sangría.
Pero en el año 2014 tuvo tiempo para más (si todos los
juristas militares fueran como ello, sobre todo, los del Juzgado Central al que
ya se encargarán más de uno que nunca llegue salvo que no sea para
condenarla…), ya que también instruyó las brutales palizas a las que sometieron militares
españoles a iraquíes. Estos hechos que deberían haber sido juzgados
con dureza, algo que todos esperábamos, especialmente los militares, se
cerraron con una sentencia sin precedentes, al considerar el
Tribunal Territorial número 1 que los hechos no eran constitutivos de delitos
ya que no se sabía si los apaleados eran terroristas o civiles. Algo que
resulta por completo indecente e inmoral y que ha pasado de puntillas en los
medios de comunicación, lo que quedará, con el tiempo y junto a otros episodios
olvidados, como una de las grandes infamias que han cometido estos. Todavía no
me explico cómo pueden dormir tranquilos unos señores que aseguran que los
apaleados, sean o no terroristas, no están bajo los convenios de Ginebra.
Máxime, cuando días después de conocerse esta sentencia se publicó el informe de la CIA sobre las torturas en Guantánamo y este concluía que ninguna de ellas
había servido para proporcionar pista alguna.
Espero, sinceramente, que para este años 2015
haya una huelga en el mundo de los medios de comunicación porque esta
desinformación acompañada de censura va a terminar por condicionar nuestro
futuro, el de todos (periodistas y sus familias incluidas), que
haya algunos hombres buenos más (y mujeres claro) y que por Dios, por
todos los santos y por Hollywood, alguien cambie el guión del discurso del Rey
Pd: Quisiera pedir a los Reyes Magos (aunque esté
fuera de plazo) que los altos mandos dejen de robar en las residencias, como ocurrió en la
Residencia Universitaria de la Borbolla en Sevilla o que dejen de
acondicionarse sus pabellones gastándose el dinero de otras partidas
presupuestarias, como pasó en Murcia (Javalí Nuevo), en la que se gastaron 92.000 euros “adecentando” su residencia,
aunque la sala V de lo militar del Tribunal Supremo lo absolvió en otra
sentencia sin precedentes… Como podría estar haciendo peticiones semejantes
durante horas y no quiero cansar a los Reyes Magos (que bastante cansados están
ya), diré como dicen en los escritos los juristas, denlos por reproducidos por
economía procesal y pasaré a
mi última petición, que como en el Reino de los Cielos es la primera para 2015:
Una Auditoría pública y externa para las Fuerzas Armadas. Si no la podéis
traer vosotros, Reyes Magos, tampoco me importa que la traiga su Majestad
el Rey D. Felipe VI y ya si echan a los corruptos en lugar de a mí… (Lo dejo
que ya me estoy pasando con tanto pedir cuando lo único que me van a traer los
reyes es carbón, algún encierro más y el despido… Sea como sea, FELIZ AÑO 2015
a todos).
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