Lo que nadie
contará hoy sobre Auschwitz
Por Miguel
Ángel Rodríguez Arias | Se
cumplen 70 años de la liberación del campo de la muerte, cuyo nombre evoca lo
más cerca que ha llegado a estar la humanidad del mal absoluto en toda su
historia.
nuevatribuna.es | 25 Enero 2015
| Se cumplen setenta años de la liberación del campo
de la muerte de Auschwitz.Con toda probabilidad el nombre
que evoca lo más cerca que ha llegado a estar la humanidad del mal
absoluto en toda su historia. Y ya es decir.
Auschwitz, y los otros más de 50 "campos de la
muerte" diseminados por toda la Europa ocupada, evocados al unísono con
ese sólo nombre; y ello sin contar los casi 1000 campos de
concentración del Tercer Reich, los más de 1150 guetos y
todo lo demás.
Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, hablar de Auschwitz continúa
siendo hoy demasiado difícil, demasiado insuficiente, demasiado sobrecogedor.
No hay texto ni palabras suficientes para abarcar lo que fue Auschwitz, y mucho
menos en un breve artículo, es verdad.
Pero con todo me resulta demasiado inaceptable, que
incluso en el día que se recuerda el 70 aniversario de Auschwitz y de todo lo
que allí sucedió se permita -se promueva- olvidar que Auschwitz fue el mayor
campo de trabajo forzado de la Alemania nazi y que Auschwitz fue también
"IG Auschwitz". Filial de IG Farben, el gran cartel empresarial del
momento, formado por las empresas Bayer, HOECHST y BASF. Y no digo el gran cartel empresarial "alemán", porque
eso tampoco sería verdad, no hasta poco antes de diciembre de 1941 y el ataque
a Pearl Harbor.
Esto es más de un 80% del capital social de IG
Farben, fue financiado desde Wall Street y Suiza, frente a poco más de un 10%
directamente alemán.
Y esa sería, precisamente, una de las razones
determinantes para excluir el juicio a los responsables empresariales de IG
Farben (hasta 24 altos directivos de la compañía) de los Juicios
principales de Núremberg: la imposibilidad de dejar fuera de la
investigación penal a otros ciudadanos de Estados Unidos, Reino Unido y otros
países.
Porque los líderes nazis fueron unos monstruos y unos
dementes, por supuesto que sí, pero algún día deberá terminarse de hablar
también de la auténtica conspiración de Farben, Krupp y otras empresas mastodónticas,
mundiales, supuestamente "alemanas" que en nombre de un
"beneficio" autoreferencial y fuera de toda sensatez y humanidad, les
ensalzaron y financiaron sin límite con más de tres millones de marcos de la
época para que "las elecciones de 1933 fuesen las últimas elecciones de la
República de Weimar" (von Schnitzler dixit) y poder hacer después
"negocios" a satisfacción con el régimen nacionalsocialista y
aprovechando la "oportunidad de mercado" de la invasión de casi toda
Europa e "instalaciones de trabajo" como Auschwitz.
Porque tal y como señalaría el fiscal Taylor en su
posterior "indictment", durante los Juicios posteriores a Núremberg: "IG
marchó con la Wehrmacht, concibió, inició y preparó un detallado plan para
hacerse al amparo de ésta con la industria química de Austria,
Checoslovaquia, Polonia, Noruega, Francia, Rusia y otros 18 países".
Y no es que me cupiese esperar en un día como hoy
ningún tipo de comunicado o petición pública de perdón por "IG
Auschwitz" por parte de Bayer, HOECHST y BASF, que, a diferencia de su
matriz, Farben, sí continúan hoy existiendo.
Pero sí que considero que "IG Auschwitz"
representa un motivo muy real de preocupación acerca de la necesidad de los "límites
y controles" del poder corporativo en el mundo actual y la actual
insuficiencia de los instrumentos de Derecho penal internacional ante
todo ello.
Y que, un día como hoy, resulta demasiado inaceptable,
y arriesgado para el futuro, que ni siquiera se mencione la fundamental
responsabilidad desempeñada por estos otros actores empresariales en el crimen
sin fondo de Auschwitz. No olvidemos tan fácilmente lo que no queramos que se
pueda volver a repetir en este nuevo siglo XXI.
Por Miguel Ángel Rodríguez Arias |
Experto en Derecho Penal Internacional
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