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de Pedro: ¡ni se os ocurra leer estos libros!
Dos libros, de Jesús Maraña y
Ainara Guezuraga, diseccionan sin piedad a Sánchez, mientras que el tercero, de
Josep Borrell, retrotrae la crisis socialista a 2010
Dom, 4 Jun 2017
La lectura de libros sobre la crisis socialista publicados antes de
conocerse el desenlace de las primarias es sumamente instructiva: es como
ver un partido en diferido pero relatado en directo por varios narradores cuyo
desconocimiento del resultado final permite al espectador hacerse una idea
cabal de la agudeza de sus análisis, opiniones y presagios.
El partido del que hablamos son las primarias socialistas del pasado 21 de
mayo que ganó Pedro Sánchez y los narradores en directo del mismo son dos
periodistas y un político –Jesús Maraña, Ainara Guezuraga y Josep Borrell–
autores de tres libros publicados poco antes de ese día 21, pero cuya distribución
futura en un único lote editorial tendría muchísimo atractivo para militantes
socialistas interesados en conocer la verdad. Otra cosa es que sean muchos los
militantes que deseen conocer la verdad.
El desenlace de las primarias ha visibilizado –no sin cierta crueldad– los
defectos, errores y debilidades de Susana Díaz tanto como ha encubierto
sigilosamente los de Pedro Sánchez. El hecho no es nuevo: la derrota favorece
la irrupción de la verdad mientras que la victoria tiende a propiciar si no la
mentira, sí la ocultación o el olvido.
Perfil bueno, perfil malo
Los tres libros objeto de este comentario cruzado son muy recomendables,
aunque por razones muy diferentes. El libro de Borrell lo es porque despliega,
con habilidad de abogado defensor y precisión de ingeniero aeronáutico, los
hechos y argumentos favorables a Pedro Sánchez, rehuyendo siempre su ‘perfil
malo’. Esta última expresión es malintencionada pero no ociosa pues está
directamente extraída de esta confidencia contenida en el libro de Guezuraga:
“Pedro Sánchez es consciente de que su imagen es su mejor patrimonio. El
control llega a ser obsesivo, y para muestra este botón: el PSOE –relata la
periodista de Antena 3– contrata a un cámara profesional para que grabe al
secretario general en su periplo norteamericano. La primera orden que le dan,
la más importante, es la de que tiene prohibido filmar al líder socialista
por el perfil izquierdo, su ‘perfil malo’. El motivo es que tiene unas imperfecciones
en la piel a la altura del pómulo”.
Honestamente parcial
Borrell no engaña a nadie y proclama ya desde el propio título cuál es su
tesis y cuáles sus querencias: ‘Los idus de octubre’ es una obra
honestamente parcial, que no es lo mismo que parcialmente honesta, alineada no
tanto con las tesis siempre cambiantes de Pedro Sánchez como con lo que, más
allá de su conducta y sus promesas, el líder socialista representa: “También
los conspiradores contra César –escribe el autor en la página 137– necesitaron justificarse
con nobles razones patrióticas en aquellos idus de marzo que precipitaron a
la Roma imperial a interminables guerras civiles”.
Confiesa el exministro de Felipe González que no habría escrito el libro
sin la indignación que le produjeron las palabras del dirigente susanista Miguel
Ángel Heredia en un encuentro con Juventudes Socialistas donde, creyendo no
ser grabado, atribuyó a Sánchez un diabólico plan para ser presidente del Gobierno
con el apoyo de Podemos y de los independentistas catalanes.
Google no engaña pero despista
Está justificada la indignación de Borrell: de hecho, al difundir aquel
relato fantástico el dirigente malagueño se infligió a sí mismo una
profunda herida que tardará mucho tiempo en cicatrizar. No está, en cambio, tan
justificado el peso desmesurado que el autor otorga a la ‘hipótesis
Frankenstein’ en el desarrollo de la crisis socialista que desembocó en la
caída de Pedro/César Sánchez.
Es más: Borrell sugiere a sus lectores que “si se asoman a la red y teclean
en Google ‘Sánchez conspiración independentista’, se quedarán pasmados
de la profusión de declaraciones y noticias al respecto”. Pues bien: este
cronista ha hecho esa operación y las declaraciones, en efecto, son bastantes,
pero las noticias muy pocas, y de entre éstas las solventes aunque erradas
–como la firmada por el periodista de La Vanguardia Enric Juliana– son
excepción más que regla.
Certero diagnóstico
En todo caso, el exsecretario socialista clava el diagnóstico cuando
reprocha a Susana Díaz haber defendido que los escaños del PSOE no
alcanzaban para formar Gobierno pero tampoco debían servir para dárselo al PP
vía abstención. La presidenta andaluza pensaba desde el principio que la mejor
opción era abstenerse pero no tuvo la inteligencia o el coraje de defenderla.
Lo que le falta a ese certero diagnostico es mencionar que el propio Pedro
Sánchez también fue durante las semanas posteriores al 26J favorable a la
abstención pero se abstuvo de proponerla al partido. ¿Sus razones? Están
explicadas… en los otros dos libros.
En cualquier caso, la lectura del breve volumen de Borrell es altamente
recomendable. Solo hay que tomar esta precaución: debe leerse antes
que los de Maraña y Guezuraga, nunca después pues soportaría mal una
lectura a posteriori.
Laberinto de pasiones
Por su parte, el libro de Ainara Guezuraga ‘El PSOE en el laberinto’ ha
despertado pasiones entre el susanismo, tantas como reproches en el sanchismo.
No puede decirse de él que sea una alabanza de Susana, pero sí es una prueba
de cargo, y no pequeña, contra Pedro Sánchez. El retrato del ganador de las
primarias que se desprende de las páginas de Guzuraga es demoledor. Más que el
PSOE, es él, en realidad, el verdadero y casi único protagonista del libro, que
habría ganado mucho si la autora hubiera prescindido de ciertos adjetivos que
dejan entrever –innecesariamente para el buen fin del relato– un plumero que
bien podría haberse guardado para sí misma.
‘El PSOE en el laberinto’ es una crónica lo suficientemente sólida,
documentada y bien escrita como para no necesitar que se incluyeran en ella
juicios de la autora como este: “Hay un Pedro Sánchez furibundo escondido
tras la máscara de la sonrisa”.
Espejito, espejito…
Tiene mucha más eficacia narrativa que conclusiones de ese tipo las
extraiga el propio lector, al que no le habría costado mucho sacarlas por su
cuenta tras leer algunas de las confidencias que Guezuraga vierte en su libro.
He aquí algunas:
Eduardo Madina sobre Pedro: “El candidato ese que está todo el día mirándose al espejo”.
A una de sus primeras novias: “Yo seré presidente del Gobierno”. Tras su visita
a los Reyes: “Le impacta que doña Letizia le haya hablado de su mujer,
Begoña, y de sus hijas, Ainhoa y Carlota, y que conozca sus nombres y la edad
de las niñas, similar a la de las infantas”. Atribuido a Susana Díaz: “Pedro
Sánchez no es mal político, lo que es es mala persona”. Sánchez sobre su
futuro: “Una de las cosas que sí quiero hacer es abrir La Moncloa. Tú vas a la
Casa Blanca, por ejemplo, y en la Casa Blanca la gente pasea por dentro, hay
visitas guiadas”. La autora: “Sus colaboradores saben que la única forma de
permanecer a su lado es dorarle la píldora”.
Una crónica bien trabada
Si para conocer en detalle el punto de vista del sanchismo más
inteligente hay que leer el libro de Josep Borrell y para aproximarse al escalofriante
perfil psicopolítico de Pedro Sánchez hay que leer el libro de Ainara
Guezuraga, para tener la visión más global y mejor trabada de la crisis
socialista hay que leer el libro del director editorial de Infolibre Jesús
Maraña, ‘Al fondo a la izquierda’.
En ese imaginario ‘pack’ editorial que nunca verá la luz en las librerías,
el de Maraña debería leerse el último porque en buena medida completa,
matiza, documenta, contextualiza y redondea los otros dos libros, sobre
todo el de Borrell. Aunque se exceda en el tratamiento de algunas hipótesis y
ocasionalmente haya abusado de la confianza de algún interlocutor, es un
trabajo periodístico de primer orden.
Contra los adjetivos
Entre los méritos de ‘Al fondo a la izquierda’ destaca el de ser un libro
que prescinde de los adjetivos: estos solo llegan una vez acabada su lectura.
La imagen que sus páginas proyectan del líder socialista es inquietante,
pero inquietante de una forma que no es o al menos no parece ser deliberada: la
impresión que se tiene al acabarlo es que si los militantes socialistas que
votaron el día 21 lo hubieran leído sosegadamente antes de acudir a las urnas, Pedro
habría tenido bastantes menos votos de los que tuvo, aunque no
necesariamente esos votos perdidos habrían ido ni mucho menos a parar a Susana
o a Patxi.
Al contrario que el de Guezuraga, el libro de Maraña contiene pocas
referencias personales sobre Sánchez. No hacen falta: el relato
pormenorizado de los cambios de criterio, las promesas incumplidas, los
bandazos ideológicos, los cambiantes referentes internacionales, el ambiguo
perfil de ciertos apoyos, las mentiras descaradas o las dificultades para
atribuirle “un relato coherente” dibujan un Pedro Sánchez al que solo lo
salva lo malamente que lo mataron sus adversarios.
Hablar por hablar
Aunque son numerosas las ocasiones en que el autor evidencia el desahogo
con que Sánchez incumple su palabra, la primera y quizá más trascendente
por las consecuencias que habría de tener fue la referente al compromiso con
los barones, previo a las primarias de 2014, de no postularse como candidato a
la Presidencia del Gobierno. Era la condición inexcusable que ponía Tomás
Gómez para prestarle el apoyo que con tanta insistencia le pedía Susana
Díaz. Gómez fue, por cierto, el único de los barones en advertir de las severas
contraindicaciones de Sánchez para liderar el partido.
Tras ser ratificado como secretario general en el Congreso Federal de julio
de 2014, el 13 de septiembre se celebra Comité Federal: “Lo que nadie espera
–escribe el autor– es que Sánchez aproveche el momento (sin consulta previa)
para anunciar que optará en primarias a la candidatura a presidente del
Gobierno, recordando que es ‘el primer líder elegido por sufragio directo de la
militancia’ (…) El mensaje va destinado muy especialmente a los oídos de Susana
Díaz, Tomás Gómez, Ximo Puig (…) aunque no existiera un acta con fecha y
firmas, el compromiso [para apoyarlo] se refería exclusivamente a la
secretaría general (…) Susana Díaz se considera traicionada”.
La confianza quebrada
Ahí empieza a romperse todo. Ahí empieza a romperse algo que había
empezado mal, pues en el ánimo de Díaz y de todos los demás estaba utilizar
a Sánchez como regente provisional y con poderes vicarios hasta que llegara el
momento de sentar en Ferraz a la persona idónea. Sánchez, como tantos en su
caso, pensó que la persona idónea era él y ahí empezó todo.
Poco después de su proclamación, Sánchez creará un Gobierno en la sombra
a su medida. “Distintas voces del partido –escribe Maraña– sitúan en ese
momento un giro importante en Pedro, de fondo y de forma, que le lleva a quebrar
la confianza generada en el trabajo de la Ejecutiva y a abordar una línea
muy distinta, especialmente en políticas económicas”.
Banderas y matices
El hecho de que su primer fichaje para ese Gobierno en la sombra
fuera Jordi Sevilla, ejecutivo de élite de Pricewaterhouse y situado en
el ala más liberal de la socialdemocracia, no habría de ser obstáculo para que
apenas un año y medio después Sánchez se envolviera en la bandera del ala
izquierda del partido y miles de militantes dieran por buena su recién
estrenada fe.
Eran los tiempos, recuerda el periodista, en que “el mantra” de
Ferraz era “desde la izquierda tenemos que ganar el centro”. Este es el
juicio que le merece a Maraña el cambio de rumbo de Sánchez: “Pasar de la
crítica del artículo 135 de la Constitución a la defensa a ultranza de la
estabilidad presupuestaria o de la exigencia de derogar la reforma laboral a
proponer cambios parciales de esta… no son simples matices programáticos”.
Alguien miente
También queda retratado el líder socialista –esta vez personalmente, más
que políticamente– en otro de los epígrafes del libro, cuando se relatan las conversaciones
mantenidas entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias para la investidura del
primero. El autor habla con ambos para conocer el contenido de su encuentro,
pero las versiones que obtiene son diametralmente opuestas.
Le cuenta Pedro a Maraña: “Le he explicado a Pablo que lo que yo intento es
avanzar en las conversaciones para que finalmente se abstenga Ciudadanos”. El
autor llama a Pablo. ¿Eso es así? “Para nada. Eso es absolutamente falso. Vamos,
es que ni lo ha insinuado”.
Maraña tiene la benevolencia de titular el epígrafe ‘Alguien miente,
Pedro o Pablo’, pero lo que piensa al respecto queda bastante claro cuando a
renglón seguido de resumir la conversación con los dos, escribe: “Colaboradores
directos de ambos me aseguran desconocer que el plan consista en la
abstención final de Ciudadanos”. Verde y con asas.
Hay que abstenerse. O no
No menos revelador de la habilidad de Sánchez para jugar con dos barajas y
hacer creer a todo el mundo lo contrario, es su actitud sobre la abstención
para permitir que gobernara el PP, de cuyo rechazo hizo el líder socialista su gran
bandera para ganar las primarias y asfixiar con ella a Díaz.
Estamos en julio de 2016. El PP ha vuelto a ganar y las opciones
socialistas de formar gobierno son remotas. Escribe Maraña: “Que Pedro Sánchez
está en esos momentos inclinado hacia la abstención lo confirma el hecho de que
esa misma semana encarga a Jordi Sevilla y a José Enrique Serrano que
redacten un ‘papel breve’ que defina las condiciones para una ‘eventual
negociación con el PP’. Lo cuenta Sevilla en su libro”.
Hablando con Begoña
Pues bien, esos días Sánchez se va de vacaciones a Mojácar con su mujer y
vuelve a mediados de agosto con una opinión completamente distinta: “Dice a
varios miembros de su núcleo más cercano que ha hablado mucho con Begoña 'y
también con militantes', que ha dado muchas vueltas a la situación y cada día
tiene más dudas de la conveniencia de dejar gobernar a Rajoy".
Más tarde, confesará los verdaderos motivos para desentenderse de una
abstención que, a esas alturas del partido, la grada socialista reprobaba con
todas sus fuerzas: “Lo que quieren Susana y compañía es que yo me coma el
marrón de la abstención y después liquidarme”. Y no le faltaba razón. De
hecho, quien al final se comió ese marrón no fue precisamente él. Genio y
figura.
El debate que nunca existió
Aunque puede que el autor se exceda al evaluar el papel que tuvo el grupo
Prisa en la batalla –el papel que, a la vista del desenlace del partido,
efectivamente tuvo; no el que quiso tener– y aunque otorgue a la
hipótesis de la Gran Coalición una verosimilitud que la militancia y la
nomenclatura socialista nunca le otorgaron realmente, el verdadero meollo de la
‘guerra civil’ socialista tal vez sea este, que Maraña resume muy bien en la
página 278: “En lugar de afrontar un debate a fondo sobre los argumentos a
favor de la abstención de Rajoy y sus posibles consecuencias o de la
negociación con Podemos y el cálculo de sus efectos, lo que hacen el
pedrismo y el susanismo es maniatarse mutuamente. Falso nudo puesto que no es
posible mantener a la vez el no al PP, un no a Podemos con apoyo o permiso
independentista y un no a repetición de elecciones”.
¿Dónde está la izquierda?
Vayamos concluyendo. Aunque la narración periodística está centrada en
Sánchez mucho más que en Díaz o en Podemos, no deja de ser paradójico, y tal
vez esclarecedor de los extraños tiempos que nos ha tocado sufrir, que el tipo
más nítidamente de izquierdas que aparece en todo el relato sea, adivina
adivinanza… ¡¡¡César Alierta!!!
No es broma: en la página 365, Maraña relata una jugosa conversación con el
presidente de Telefónica en la cual éste le expone su ‘programa’: “Se lo
dije a Felipe y a Rajoy, tenéis que subir el salario mínimo un 20 por
ciento, poner una renta básica a los hogares sin ningún ingreso, los números
salen, se los mandé a Rajoy. Ni puñetero caso… que a quienes más ganamos se
nos grave hasta con un 65 por ciento en la renta personal. Insisto,
crecimiento y solidaridad”. Las primarias tendría que haberlas ganado él.
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