Planificar
el sexo con mi marido nos ha cambiado la vida
"El sexo no es simplemente una
ventaja más de tener pareja: es uno de los pegamentos de la relación".
26/11/2017
ElHuffPost
Escrito
por Kristen Manieri
Tras el primer año, le pasó algo curioso a mi relación con el hombre con el
que me casé y tuve dos hijas, con el que sigo viviendo: dejé de tener ganas de
practicar sexo. Claro, si surgía la ocasión, lo hacíamos, pero ese instinto
carnal simplemente... se esfumó.
Los científicos e investigadores lo pueden achacar fácilmente a un conjunto
de cambios psicológicos que se producen cuando estrechamos vínculos: el cuerpo
deja de necesitar ese cóctel de sustancias químicas para atraer y sentirnos
atraídos por nuestras parejas. El cerebro empieza a buscar estabilidad y
continuidad una vez que las endorfinas del principio de la relación
desaparecen.
Todo eso es una faceta normal y natural de toda relación, aunque ser
consciente de ello no hace que deje de ser una lástima.
Súmale unas cuantas niñas a la ecuación, después el cansancio, diversos
problemas con la imagen personal y otros cambios neuronales poco orientados a
pasar un rato picante y comprenderás que cualquier persona puede convertirse en
un fiasco sexual.
Lo que
quería era dormir más, tener tiempo para mí misma, tomarme un mimosa con mis
amigas, ir de compras sin mis hijas... Todo tenía prioridad sobre el sexo.
En mi caso, el sexo desapareció por completo de mi radar neurológico. Seis
años y dos hijas después, no solo había dejado de pensar en darme un revolcón,
sino que hasta dejé de aprovechar cuando surgía la ocasión. Lo que quería era
dormir más, tener tiempo para mí misma, una hora para no hacer nada en casa,
tomarme un mimosa con mis amigas, la ocasión de terminar la novela que tenía
empezada, una sesión de pedicura, ir de compras sin mis hijas y un hueco en mi
agenda para ver una maratón de The Good Wife. Ese listado, además de
otras cien cosas que no he mencionado, tenía prioridad sobre el sexo.
Kristen
Manieri
Pero lamentaba esa pérdida de diversión, echaba de menos esa faceta
sencilla y caliente de la relación, y yo quería tener un matrimonio feliz. Me
preocupaba que, si dejábamos de lado la parte más íntima de la relación, quizás
desaparecería para siempre si alguna vez decidíamos retomarla.
Siendo yo una persona a la que le produce un enorme placer la organización
y la eficacia, (de hecho, uno de mis libros favoritos es Organízate con
eficacia, de David Allen), no fue ninguna sorpresa cuando, al dar con la
idea de planificar el sexo, adopté el hábito al instante y marcamos en nuestra
agenda dos noches a las que llamamos "momentos sexis".
Pero ¿hay algún motivo por el que haya que planificar el sexo? Yo le veo
una ventaja: Al saber cuándo voy a practicar sexo, puedo prepararme física
y mentalmente.
Al dar con
la idea de planificar el sexo, adopté el hábito al instante y marcamos en
nuestra agenda dos noches a las que llamamos "momentos sexis".
Al principio fue duro (pero no al estilo de 50 sombras de Grey).
Habíamos olvidado esta faceta de nuestra vida y ya no teníamos ese cóctel
químico que nos ayudaba a ponernos a tono. De forma imprevista, tardamos un
tiempo en reaprenderlo todo, a excitarnos el uno al otro y a volcarnos
emocionalmente en esta nueva rutina... pero la mantuvimos y ya llevamos cuatro
años así.
Durante este tiempo hemos aprendido que, aunque el sexo planificado no
tiene nada de espontáneo (en serio, no hay espacio para la espontaneidad cuando
tienes que criar a dos niñas), le podemos añadir un sentido de novedad incorporando nuevas posiciones o algo de lenguaje picante.
Así, podía prepararme físicamente (depilarme, preparar la lencería),
preparar el ambiente con velas, música y aromaterapia. Vale que no es tan
pasional como antes, pero sigue siendo sexo. ¿Y quién se opondría a practicar
sexo dos veces por semana? Mi marido Marc no, desde luego.
El amor, la
unidad y la comunicación son algunas de las virtudes de un buen matrimonio,
pero sin sexo, parece más bien una amistad.
Cuatro años más tarde, nuestra rutina sexual sigue en pie, pese a interrupciones
ocasionales por vacaciones, visitas a familiares, la regla, la gripe, viajes de
trabajo y demás obstáculos.
Pero la cabra tira al monte. A veces demasiado.
Si le veo alguna pega al sexo planificado es que, cuando surge la ocasión
de practicar sexo espontáneo (algo que Marc detecta tan claramente como un
halcón a un ratón), me cuesta lanzarme. Me gusta demasiado la agenda que hemos
diseñado y me gustaría ser más flexible cuando surge una ocasión de improviso o
cuando hay alguna modificación en la rutina.
Kristen
Manieri
El sexo, según he descubierto, no es simplemente una ventaja más de tener
pareja: es uno de los pegamentos de la relación. El amor, la sinceridad, la
colaboración, la unidad, la vulnerabilidad y la comunicación son algunas de las
virtudes de un buen matrimonio, pero sin sexo, parece más bien una amistad.
Sí, me casé con mi mejor amigo hace 13 años, pero también con mi amor, y
quiero mantener este aspecto de nuestra vida hasta el final de nuestros días.
Kristen Manieri es la fundadora y editora de Date Night Guide, un sitio
web dedicado a ayudar a que las parejas mantengan y potencien la diversión y su
compenetración en la relación. Es una escritora prolífica con más de 100
publicaciones en revistas nacionales e internacionales. Vive en Orlando
(Estados Unidos) con su marido Marc y sus dos hijas.
Este artículo fue publicado originalmente en YourTango, apareció posteriormente en el 'HuffPost' Estados Unidos y ha sido traducido y adaptado del
inglés por Daniel Templeman Sauco.
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