¿Es posible
ser amigo de tu ex?
La idea de ser amigos surge como un
intento de respetar los buenos momentos de una relación en la que ambos
miembros han invertido tanta carga emocional.
02/11/2017
ElHuffPost
Existen diversas razones socialmente fundamentadas que respaldan la
decisión de intentar mantener la amistad con la expareja cuando la relación se
rompe.
Para el miembro de la relación rechazado, la perspectiva de una amistad
puede suponer una especie de premio de consolación. Quizás ya no pueda
compartir cama, tener hijos ni pasar el resto de su vida con esa persona, pero
al menos hay algo positivo entre las cenizas: la posibilidad de seguir hablando
por teléfono, contarle las preocupaciones o ir al cine juntos.
Para la persona que decide cortar, la perspectiva de mantener la amistad
puede ser igual de atractiva. Puede que haya echado de su vida al otro miembro
de la relación, pero tiene sentimientos. Puede que diga eso de que no estaban
hechos el uno para el otro, pero simplemente no quiere pasar el resto de su
vida con esa persona, obviando el asunto del sexo. Además, se suele aferrar con
firmeza a la idea de que no es un monstruo. Como sabemos, la gente simpática
siempre trata de ser amiga de sus ex.
Estos argumentos pueden sonar sensatos, pero, bien analizados, están
cogidos con pinzas y son un desastre para ambas partes.
Mantener la amistad con los ex le hace un flaco favor
tanto al recuerdo de la relación como a los méritos que debe reunir una
verdadera amistad.
Para quien ha sido rechazado, dar el paso de novios a amigos es una eterna
humillación. De planear una vida juntos a salir a cenar el segundo jueves de
cada mes hay, dicho suavemente, una pérdida de categoría. Es más, cada
reencuentro con la expareja es una garantía de que se reavivará la llama de la
esperanza, algo que solo conduce a una humillación mayor. Esa persona no es una
amistad, sino más bien una tortura involuntaria.
Para el miembro que corta, esa "amistad" es un continuo
recordatorio de su culpabilidad y crueldad. Ni siquiera puede estar tranquilo
siendo amable, por si acaso la otra persona lo malinterpreta y, tras varias
copas, se echa a llorar para pedir otra oportunidad.
La idea de ser amigos surge como un intento de respetar los buenos momentos
de una relación en la que ambos miembros han invertido tanta carga emocional.
No conciben la posibilidad de desaparecer de repente y completamente de sus
vidas, de modo que la amistad es la solución que queda para conmemorar una fase
importante de sus vidas.
Si se mira con mayor frialdad, mantener la amistad con los ex le hace un
flaco favor tanto al recuerdo de la relación como a los méritos que debe reunir
una verdadera amistad. Es una traición a todo lo bueno que pudo tener la
relación anteriormente y a los ideales de una amistad, que jamás debería estar
construida sobre las cenizas de una relación personal más intensa.
Lo que debería sustituir a una relación no es la amistad, sino algo mucho
más honesto: una distancia cordial. Eso y la seguridad de que la relación, sus
mejores momentos más bien, vivirán eternamente en el único lugar que puede
ocupar sin peligro: la memoria.
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Este post fue publicado originalmente en el 'HuffPost' Estados
Unidos y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.
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