Las 14 filas
de la represión franquista
El Grup per la Recerca de la Memòria Històrica ha detallado la distribución
de los 530 enterramientos del cementerio civil
emilio regalado 16.09.2018 |
Levante
«Nada tiene que temer quien no tenga las manos
manchadas de sangre». Una frase atribuida a Franco que está detrás de la oscura etapa del
franquismo, en la que miles de personas fueron ajusticiadas en todo el
territorio nacional, muchas de ellas tras confiar en unas palabras que fueron
una trampa mortal. Mudo testigo de esa historia aparece el conocido como
cementerio civil de Castelló, anexo al viejo camposanto, donde hay enterradas
centenares de víctimas de la represión franquista, distribuidas en 14 filas,
algunas con pequeñas tumbas recordando sus nombres, otras sin nadie que les
llore.
Un último estudio
del Grup
per la Recerca de la Memòria Històrica, basado en el trabajo de
investigación de Juan
Luis Porcar, recoge que el total de víctimas mortales en Castelló
consecuencia de la represión de la dictadura fue de 979. De ellas, 969 fueron
enterradas en el cementerio, contando con que fueron 885 fusilados, 79 muertos en la prisión o en el Hospital
Provincial y cinco víctimas de la represión extrajudicial.
Los fusilamientos de junio de 1938 acabaron con
enterramientos en el recinto católico del camposanto castellonense -439 fosas
en total- aunque, quizás por temas de espacio, a partir de 1939 comenzaron a
inhumarse en la zona civil, donde se han contabilizado un total de 530
enterramientos de personas víctimas de la represión -la lista completa puede
consultarse en http://memoriacastello.cat/docs/16102600.pdf-,
a los que acompañan puntualmente en los laterales lápidas de masones, suicidas,
protestantes y pobres.
Mojones numerados
Los fusilados por el franquismo fueron enterrados, como recuerda la investigadora Queta Ródenas, en filas cavadas en tierra, unos cuerpos al lado de otros. Con el paso de los años, familiares de represaliados fueron colocando tumbas que, según la información recabada por Ródenas, se situaron, bien donde les apuntaba el conserje, bien donde algún testigo les había indicado el lugar aproximado donde se había dado sepultura a la víctima en cuestión.
Lo curioso fue que, al revisar los libros del
cementerio del registro de cadáveres, «nos sorprendió que en el suelo había
ocho mojones de piedra numerados, que marcaban las zonas de los enterramientos,
pero realmente eran catorce las filas utilizadas para los fusilados». Así, si
realmente, según los libros del cementerio, hay 14 filas y solo aparecen 8 mojones, el debate
era adivinar exactamente dónde se encontraban las 6 hileras 'desaparecidas'
para ayudar a las familias a saber con la mayor exactitud posible dónde se
encontraba.
El trabajo al
detalle de Queta Ródenas, basado en un informe realizado por el Grup en 2012,
ha permitido dibujar una radiografía más detallada del cementerio civil y
situar con fiabilidad la zona donde se encuentran los retos de todas las
víctimas, además de descubrir que los enterramientos se hacían, no a partir del
mojón de cada fila, sino desde el punto más lejano. Y si hay hileras en las que
apenas llegan a unas 18 inhumaciones, hay otras en las que se sobrepasan el
medio centenar, lo que refleja que los cuerpos en estos casos se enterraron
casi pegados unos de otros.
Es precisamente esta
labor, enmarcada bajo el paraguas del Grup per la Recerca de la Memòria
Històrica, la que ha servido para que las familias tengan más posibilidades de
encontrar los restos de sus seres queridos. Este es el caso, por ejemplo, de
las tres primeras exhumaciones que, con el apoyo económico del Ayuntamiento de
Castelló, se han programado una vez pase el día de Todos los Santos.
Durante
el proceso de investigación de la memoria Històrica, además, se descubrió «documentación inédita»
en la que aparecía el denominado «Cuadro bajo» del cementerio civil. Allí había
unas sepulturas y cuatro filas que hacen mención a enterramientos en 1943,
correspondientes en la actualidad a los columbarios y, por lo tanto,
trasladados.
Por
lo que respecta a las tres primeras exhumaciones, la empresa ArqueoAntro, con
el arqueólogo Miguel
Mezquida a la cabeza, será la encargada de realizar los trabajos. Para
realizarlas ArqueoAntro contará con la amplia documentación aportada por el
Grup per la Recerca de la Memòria Histórica, que tiene localizados los tres
puntos donde deberán trabajar. Ayuda también el libro de registros del
cementerio, que recoge en principio todos los enterramientos del cementerio
civil.
La labor en
cualquier caso, será larga ya que, si consiguen hallar los restos, deberán ser
remitidos a un laboratorio de Madrid para cotejar el ADN, análisis que se
prolongará varios meses.
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