Cómo combatir la soledad
Entrevista con la Dra. Sacramento
Pinazo-Hernandis, vicepresidenta de la Sociedad Española de Geriatría y
Gerontología y presidenta de la Sociedad Valenciana de Geriatría y Gerontología
Cada vez hay más gente que vive sol, especialmente mujeres mayores.
La Dra. Sacramento Pinazo-Hernandis, vicepresidenta
de la Sociedad
Española de Geriatría y Gerontología y presidenta de
la Sociedad Valenciana de Geriatría y
Gerontología, entrevistada en Alma, el portal
social de la Fundación
"la Caixa", cree que la soledad es un problema
social. "Muchas personas viven solas y están encantadas, porque ha sido su
elección. El problema es la soledad forzada: cuando desearías estar con otros y
no puedes. Esta es la situación de muchas personas mayores que han tenido
hijos, vida social y laboral, pero que, al final de su vida, se encuentran sin
nadie con quien hablar o salir". Es entonces cuando llega el sentimiento
de fracaso e incluso de culpa.
Ciudades poco amigables
Para la Dra, las ciudades actuales, tan
"poco amigables", contribuyen a agravar la situación de nuestros
mayores. "No solo por los bordillos y demás obstáculos, por el transporte
poco adaptado o por la falta de bancos en los parques, sino también por la misma
gentrificación: las franquicias sustituyen los comercios de toda la vida y la
persona mayor, acostumbrada a pasar siempre por la misma calle y que le salude
el de la panadería de toda la vida, se encuentra que de repente pasea por un
barrio en el que ya que no conoce a nadie. Así que la soledad no tiene que ver
tanto con la edad de por sí, como con circunstancias del envejecimiento que
hacen que las personas mayores sean más vulnerables a ella".
Esa soledad se convierte en un problema de salud
pública porque estas personas pasan mucho tiempo solas y se mueven menos.
"Esto lleva a problemas cardiovasculares, de nutrición, osteoarticulares…
La soledad puede contribuir al deterioro cognitivo y al desarrollo de
enfermedades concretas, como la depresión, el alzhéimer, la obesidad, el
accidente cerebrovascular o la hipertensión arterial. El aislamiento social
y la escasez de contacto social, en definitiva, conllevan un mayor riesgo
de desarrollar enfermedades cardiovasculares e infecciosas y una mayor mortalidad".
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