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domingo, 4 de septiembre de 2022

 


Esto es lo que tienen que saber las personas que nunca han tenido un orgasmo

Paciencia, disfruta mientras exploras y pruebas cosas nuevas. Recuerda que es un viaje, no una carrera.

Por 

Caroline Bologna

03/09/2022


Si nunca has tenido un orgasmo, es fácil que pienses que tu cuerpo es defectuoso, pero la realidad es que hay muchas cosas que pueden provocar la incapacidad de llegar al orgasmo y también muchas formas de solucionarlo.

Según Sadie Allison, sexóloga, escritora y fundadora de la tienda de juguetes sexuales TickleKitty, ser anorgásmica puede deberse a “inhibiciones en el dormitorio, creencias culturales o religiosas que dificultan la relajación mental, problemas médicos, ciertos medicamentos, malas experiencias pasadas y problemas en la relación”.

Los traumas del pasado, la sensación subconsciente de vergüenza o miedo, la incomodidad con tu cuerpo, la ansiedad o incluso el simple desconocimiento de tu anatomía también pueden ser factores de anorgasmia.

Una de las principales razones es la falta de educación sobre la anatomía sexual, la excitación, el placer y el clítoris”, añade Allison. “Desgraciadamente, estas cosas no se enseñan en la escuela. La buena noticia es que se pueden practicar y aprender”.

Pero, ¿cómo aprender y practicar si nunca has tenido un orgasmo? A continuación, Allison y otros terapeutas sexuales comparten sus consejos.

No hay nada “roto” en ti

Si nunca has tenido un orgasmo, es importante que entiendas que no estás sola y que no hay nada defectuoso en ti. Se trata de una experiencia frecuente, especialmente para las personas con vulva.

De hecho, los estudios sugieren que aproximadamente el 10% de las mujeres no han tenido nunca un orgasmo, y el 50% no suele experimentar orgasmos durante las relaciones sexuales.

No estás rota”, afirma Kate Balestrieri, terapeuta sexual y fundadora de Modern Intimacy. “Los orgasmos y el placer pueden ser complejos, tienen múltiples niveles y son imprevisibles, especialmente si tienes menos experiencia de la que te gustaría con los orgasmos. Abstente de juzgarte o avergonzarte a ti misma si aún no has sentido un orgasmo”.

Intenta conocer tu cuerpo

La mayoría de las personas alcanzan su primer orgasmo con la masturbación y no en pareja”, asegura Keeley Rankin, asesora sexual y de relaciones. “Estar con una nueva pareja supone una dinámica nueva y compleja. Y aunque es sexy y divertido, para la gente que busca un orgasmo, suele ser más estresante”.

En vez de empezar a investigar en pareja, empieza con tu propio cuerpo, por ti misma. Explora qué zonas son tus puntos débiles y ponte cómoda para masturbarte.

Elige un lugar donde tengas intimidad y ponte cómoda”, aconseja Nazanin Moali, terapeuta sexual y presentadora del podcast Sexology.

Moali recomienda empezar generando excitación psicológica leyendo o escuchando contenido sexualmente explícito o romántico, lo que más te excite.

Cuando te sientas excitada, te recomiendo que anotes todas las sensaciones de tu cuerpo, de la cabeza a los pies”, dice Moali.

También puedes frotarte aceite de masaje por todo el cuerpo. Respira hondo lentamente para liberar cualquier tensión.

Empieza tocándote y acariciándote la cara y el cuello y prueba con diferentes tipos de caricias”, aconseja. “El objetivo de las primeras veces es conocer las diferentes sensaciones que te puede dar tu cuerpo. Hazlo simplemente con la intención de conocer tu cuerpo y explorarlo, sin presiones. Cuando estés preparada, pasa lentamente a la zona genital y presta atención a los tipos de caricias que te hacen sentir bien”.

Puedes utilizar los dedos, las palmas, un vibrador o cualquier otro juguete sexual. Familiarízate con las diferentes sensaciones.

No pienses en el orgasmo como objetivo

Al principio, descarto el orgasmo como objetivo”, dice la terapeuta sexual y psicóloga Megan Fleming. “El objetivo es volver a los fundamentos de dar y recibir placer. La presión de tener un orgasmo suele ser gran parte del problema que inhibe la excitación”.

En lugar de concentrarte en tener un orgasmo, intenta centrarte en el placer de la excitación, la conexión con tu cuerpo o con el de tu pareja, la creatividad y el goce general.

Replantéate tus expectativas sexuales”, recomienda Balestrieri. “Muchas personas organizan el sexo en torno a la penetración y piensan en el orgasmo como la cúspide y el modo de alcanzar el placer, pero eso invalida las innumerables formas de placer que pueden aumentar la probabilidad de llegar al orgasmo. Sustituir el objetivo de tener un orgasmo por el de experimentar placer y diversión puede, paradójicamente, hacer que los orgasmos sean más alcanzables”.

Préstale atención al clítoris

Los encuentros sexuales que vemos en las películas muestran sobre todo sexo con penetración”, dice Zoë Ligon, educadora sexual y fundadora de Spectrum Boutique. “Y aunque algunas mujeres pueden llegar al orgasmo solo con la penetración, la gran mayoría necesita estimulación externa o estimulación externa e interna para llegar al orgasmo. Nuestra cultura a menudo ignora la estimulación del clítoris, así como el tiempo que se necesita para generar la excitación necesaria para alcanzar el orgasmo”.

Ligon espera que la sociedad siga distanciándose del coito con penetración como forma estándar del “sexo” y trata de enseñarles a las personas con vulva y a sus parejas la importancia del clítoris para alcanzar el orgasmo.

Préstale atención al clítoris”, coincide Allison. “Si todavía estás aprendiendo dónde está el clítoris o cómo darle placer, este es un buen punto de partida. El clítoris tiene unas 8.000 terminaciones nerviosas y es el principal responsable de la creación de orgasmos. Aunque hay otros tipos de orgasmos como el del punto G, el penetrativo o el anal, son más complicados, así que primero concéntrate en el clítoris”.

Defiende tu placer

A la hora de practicar sexo en pareja, es fundamental una buena comunicación. Cada persona es diferente, así que no te cortes a la hora de explicar cómo te gusta que te toquen.

No tengas miedo de decirle a tu pareja lo que te hace sentir bien y lo que no”, aconseja Kimberly Resnick Anderson, terapeuta sexual y profesora de psiquiatría en la UCLA. “Te sorprendería lo que puede conseguir una conversación sobre gustos y fantasías sexuales. Si te da demasiada vergüenza hablar de sexo con tu pareja, estás perdiendo la oportunidad de aumentar tu satisfacción sexual”.

La conversación puede ser incómoda, especialmente con una nueva pareja, pero mantener un diálogo abierto os vendrá bien a ambos.

El orgasmo consiste en entregarse al momento, al placer de tu cuerpo y a la otra persona”, resume Jenni Skyler, terapeuta sexual y directora de The Intimacy Institute. “Si estás con una nueva pareja, la confianza aún se está desarrollando y, por tanto, puede ser complicado”.

Hagas lo que hagas, no finjas un orgasmo, o deja de hacerlo si ya tienes esa costumbre.

A veces, las mujeres fingen los orgasmos para complacer a su pareja”, dice Moali. “Sin embargo, si lo haces también le estás enviando una información errónea a tu pareja sobre lo que te gusta. En vez de hacer eso, céntrate en ir más despacio y sentir curiosidad por los tipos de caricias que te hacen sentir placer. Dedicar más tiempo a los preliminares te ayudará a generar suficiente excitación, lo que acortará la brecha de excitación entre tu pareja y tú”.

No dejes de experimentar

Nunca dejes de probar cosas nuevas, ya sean técnicas o juguetes. Resnick Anderson sugiere expresar el placer para facilitar el orgasmo.

Las investigaciones han demostrado que expresar el placer durante el sexo puede facilitar el orgasmo”, explica. “Las mujeres tienen más probabilidades de llegar al orgasmo durante el coito si controlan la velocidad, la profundidad y el ángulo de la penetración con posiciones como la vaquera o la vaquera invertida”.

Resnick Anderson también recomienda consumir porno alternativo, como los vídeos concebidos para el público femenino o los relatos eróticos. Incluso algo tan sencillo como dejarte los calcetines puestos puede hacer que te sientas más cómoda y relajada.

Activa tantos sentidos como puedas”, añade, señalando que a algunas personas les cuesta salir de su cabeza y entrar en su cuerpo. “Cuantas más sensaciones experimentes al mismo tiempo, más fácil será conectar con tu cuerpo. Pon a prueba tus sentidos haciendo que participen el oído, la vista, el gusto, el olfato y el tacto, todos a la vez. Cuando el cerebro está ocupado escuchando, oliendo, saboreando, viendo y tocando, es más fácil ignorar los pensamientos intrusivos o estresantes”.

Cómprate un nuevo vibrador u otros juguetes sexuales para el sexo en solitario o en pareja. Prueba un lubricante. Y presta atención a los distintos tipos de experiencias que te dan placer o te excitan.

No te limites a lo que crees que debería excitarte. Date permiso para explorar fantasías y material erótico para descubrir a qué responde tu cuerpo”, comenta Balestrieri. “No te juzgues. Las fantasías son solo fantasías y no dicen nada de ti como persona. A menudo, las fantasías nos brindan una experiencia emocional o sensorial que no podemos (y puede que ni siquiera queramos) experimentar en la vida real. Piensa en el sexo como un juego y déjate llevar por la emoción”.

Busca ayuda profesional

Si te preocupa tu incapacidad para llegar al orgasmo, también puedes buscar ayuda profesional.

En primer lugar, acude a un especialista en medicina sexual para asegurarte de que no te ocurre nada físico: problemas hormonales, dolor pélvico, problemas en algún tejido...”, aconseja la terapeuta y educadora sexual Nicoletta Heidegger. “No son ginecólogos o urólogos normales, sino médicos con formación especializada en medicina sexual y funcionamiento sexual”.

Si no te diagnostican problemas médicos, el siguiente paso es acudir a un sexólogo o a un asesor sexual.

También hay una serie de aplicaciones, libros y otros recursos que pueden ser útiles. Heidegger recomienda Come as You Are y Becoming Cliterate, de Laurie Mintz. A Ligon le gusta Girls & Sex, de Peggy Orenstein.

Con muchas otras actividades, como conducir o cambiar una rueda, aprendemos viendo tutoriales, leyendo o yendo a clase. No hay que avergonzarse de que esto no surja de forma natural. Puede que necesites práctica, ayuda, herramientas, educación y apoyo, y no hay absolutamente nada de malo en ello”, tranquiliza Heidegger.

También puede ser útil hablar con un psicólogo sobre cualquier mala experiencia sexual que hayas vivido en el pasado.

Explícale cualquier vergüenza que sientas sobre el sexo”, aconseja Balestrieri. “La vergüenza es una experiencia inhibidora. Nos hace sentir pequeños e indignos, es una barrera enorme para el orgasmo”.

Ten paciencia

Lo primero que les explico a mis clientas es que suele ser un largo viaje, no para asustarlas, sino para que tengan unas expectativas realistas”, advierte Rankin. “No hay una pastilla mágica para llegar al orgasmo. Suele ser un viaje profundo a través de la propia sexualidad, las heridas emocionales, los bloqueos psicológicos, las creencias y el aprendizaje de nuevas habilidades”.

La paciencia es la clave. Prepárate para pasar mucho tiempo con tu cuerpo e intenta mantenerte relajada y optimista. Céntrate en explorar, en pasártelo bien y en disfrutar de las sensaciones del momento.

Mantente positiva y sé paciente”, recomienda Allison. “No te desanimes ni sientas que hay algo mal en ti. A veces puede ser simplemente una nueva técnica de caricias o un vibrador que te sorprenda con una sensación especial, o incluso una nueva pareja que te aporte ese algo especial. Paciencia, disfruta mientras exploras y pruebas cosas nuevas. Recuerda que es un viaje, no una carrera”.

Este artículo fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.


jueves, 25 de agosto de 2022

 


Las barbaridades misóginas del nuevo concejal del PP en Almería a varias famosas: "Cacho de puta"

Jesús Luque toma posesión como concejal tras la

 renuncia de Ramón Fernández-Pacheco

RUBÉN PARRAS

 Miércoles, 24 de agosto de 2022


Este martes 23 de agosto, Jesús Luquetomó posesión como nuevo concejal del PP en el Ayuntamiento de Almería tras la renuncia de Ramón Fernández-Pacheco. El joven político viene de Nuevas Generaciones y se define a sí mismo en redes sociales como "economista y andaluz" y señala que sus "ideas" son su "identidad". A pesar de esta descripción, su Twitter esconde una serie de mensajes machistas que ha borrado de forma pertinente. Sin embargo, todavía hay rastro de su odio.

El tuitero Agustín Martínez ha recopilado una serie de mensajes antiguos de Luque. Y en ellos, insulta gravísimamente a varias famosas. En primer lugar, a la periodista deportiva Carme Barceló: "Vocaliza raro la zorra de tu madre al intentar sacarse de la boca todas las pollas que chupa hija de puta". También atacó a la también periodista Samanta Villar: "Los andaluces no hablamos un mal castellano y sí un perfecto andaluz. Y para que me entiendas te diré una palabra sin 'eses'. PUTA". Con la presentadora Anna Simón, tampoco tuvo ningún reparo: "Cacho puta", expresó. También mostró su misoginia con Pepa Bueno: "Se ha comido las babas de Iglesias y ha atizado fuerte al putero de Albert (Rivera). No sé quién me da más asco de los tres".

A raíz de la viralización de sus tuits durante la campaña electoral en las municipales de 2019, trató de explicar su comportamiento: "Hace años escribí aquí algunos comentarios desafortunados cuya lectura sólo me produce vergüenza y arrepentimiento. Ojalá que las personas y colectivos ofendidos tengan algún día la generosidad de perdonar mi error. Al leerlos no reconozco al niñato que lo escribió. Lo siento".


viernes, 19 de agosto de 2022

 



La Obra


Tienen un inmenso poder, sobre todo


 económico y educativo. Han sobrevivido


 un siglo; no será tan sencillo impedir que


 sobrevivan otro


Vozpópuli


Luis Algorri


5-8-22


Tuvo que intervenir mi padre porque aquello era una persecución en toda regla. Mi amigo Pablo y yo (éramos compañeros de clase; andaríamos por los dieciséis años, no más) me convenció para que fuésemos a estudiar juntos a un piso que él conocía, grande y cómodo, en el centro de la ciudad. Buena idea: se estudiaba bien allí. Pero, para mi estupefacción, a las doce del mediodía nos llamaron para que fuésemos a rezar el Ángelus a una sala grande en la que habría, no sé, quince o veinte personas. Yo no entendía gran cosa. Luego volvimos a los libros.

Por poco tiempo, porque al rato me llamó un chaval poco mayor que yo, de ojos ígneos, Javier se llamaba, y me soltó un vibrante discurso sobre Dios y sobre la santidad en la vida diaria y sobre un cura del que yo no había oído hablar en mi vida, el padre Escrivá, que por lo visto era muy santo. Yo aguanté el inesperado (e incomprensible) chaparrón y traté de decir dos o tres cosas, pero era imposible: aquel Javier hablaba sin respirar y casi a la misma velocidad que hoy usan quienes te llaman al móvil para convencerte de que cambies de compañía. Dije que pensaría en todo aquello.

Buena la hice. Javier empezó a llamarme dos, tres, cinco veces diarias. Un acoso en toda regla. Mi padre, que había sufrido una crisis nerviosa cuando le dije que estaba “en contacto” con el Opus Dei (“Lo que te faltaba, Luisito; esto era ya lo que te faltaba”), me propuso ponerse él al teléfono cuando volviese a llamar aquel desquiciado. Lo hizo. Le dijo, a gritos, cosas que hoy no publicarían ni en Twitter, para que se hagan ustedes una idea. Javier no volvió a llamar. Y Pablo y yo acabamos distanciándonos. No le he vuelto a ver. Y nos queríamos mucho.

Durante muchos años formaron parte de la dirección del Partido Popular, pero estaban también en la judicatura, en la banca, en el ejército, en las grandes empresas. Eran la elite


Pensé que me había librado de “la Obra” de Escrivá para el resto de mis días. Craso error. A lo largo de mi vida profesional he tenido que escribir muchísimo sobre ellos. Acabé leyendo decenas de libros, tanto favorables como críticos. Estuve en Roma en mayo de 1992, en la beatificación de Escrivá (hice el viaje en autobús desde Barcelona, rodeado de ancianitos inolvidables), y también en la canonización, diez años después; en ambos casos, el poder de convocatoria del Opus Dei se demostró escalofriante. Entrevisté a miembros y a exmiembros. Me convertí en una especie de “experto” en algo que, la verdad sea dicha, nunca me interesó demasiado. Pero la vida, a veces, es terca. Incluso he visto varias veces la magnífica película Camino, de Javier Fesser (2008) donde nada es lo que parece.


La “Obra” del padre Escrivá (odiaba que le llamasen así; la verdad es que tenía un carácter terrible aquel hombre) cumplirá un siglo dentro de seis años y ha pasado por muchas vicisitudes, tanto en el mundo de la política como de su situación dentro de la estructura del Vaticano. Fue, durante décadas, la principal “oferta religiosa” del catolicismo para la gente de la clase alta. Se convirtió en un refugio, y en un prodigioso trampolín, para los bien preparados trepas del franquismo de camisa blanca y no azul, para los llamados tecnócratas de los años 60 y 70. Mandaban muchísimo y, esto sobre todo, tenían un poder económico que les convertía casi en inexpugnables. Durante muchos años formaron parte de la dirección del Partido Popular, pero estaban también en la judicatura, en la banca, en el ejército, en las grandes empresas. Eran la elite. Y en buena medida lo siguen siendo, aunque cada vez con más discreción.

Los papas se ocuparon de ellos… pero no todos en el mismo sentido. Pío XII les miraba con simpatía, pero aquel hombre tenía de su monarquía un concepto absoluto y sobre todo personal (ni siquiera nombró secretario de Estado a la muerte del que heredó, el cardenal Maglione), y no tenía humor para atender a los extraños requerimientos de aquel cura aragonés que tan hábilmente se movía por los pasillos de los palacios apostólicos. Se limitó a nombrar a Escrivá “prelado doméstico”, que era algo que no comprometía a nada y que permitía al “fundador” vestir la sotana con ribetes, botones y fajín morados. Y que le llamasen “monseñor”. Le hizo mucha ilusión (era bastante presumido) pero nunca lograría, en vida, ninguna otra cosa.

Montini se había propuesto separar a la Iglesia española del franquismo al que tanto y tan bien había servido el Opus Dei

A Juan XXIII no le dio tiempo a nada; bastante liado andaba con el Concilio. Pero su sucesor, el bresciano Montini, o sea Pablo VI, fue seguramente el peor dolor de muelas que sufrió Escrivá en su vida. Montini se había propuesto separar a la Iglesia española del franquismo al que tanto y tan bien había servido el Opus Dei. Montini era más bien progresista y Escrivá era ultraconservador. Tuvieron tiempo de hacerse alguna foto juntos, pero es fama que Escrivá rezaba por la salvación del alma de Pablo VI, a quien consideraba candidato clarísimo al infierno. Hoy son santos los dos. Recuerdo muy bien que, en aquel viaje en autobús para la beatificación, los ancianitos de mi autobús visitaron las Grutas vaticanas. Se posaron a rezar como palomitas ante el sepulcro de Pío XII y ante el de Juan XXIII, pero ante el de Pablo VI pasaron rencorosamente de largo.

Pablo VI había dejado las finanzas del Vaticano al borde de la quiebra. Juan Pablo II las puso en manos de los hombres de Escrivá, ya fallecido. Fue prodigioso. En muy pocos años, los economistas del Opus Dei convirtieron a la Santa Sede en un excelente negocio perfectamente gestionado. El premio fue triple: la beatificación, la canonización y, esto sobre todo, la transformación del Opus Dei en una prelatura personal. Era y es hoy la única en toda la Iglesia, lo cual convertía a la organización en lo que Escrivá siempre soñó: un burbuja o, por mejor decir, una fortaleza aparte dentro del organigrama romano. Una institución que no dependía de diócesis ni de obispos y que no daba cuentas a nadie, solo al propio Papa. Y eso si este preguntaba.

Abandonó la primera línea y continuó trabajando, pero en la sombra y sin dar escándalos, cosa que no supieron hacer muchos de los demás

Paralelamente, llegó el momento de la discreción. Con el paso del tiempo surgieron “competidores” que trataban de hacerse con la clientela habitual de la “Obra” escrivaniana. Para las clases altas –que eran su territorio natural– aparecieron los Legionarios de Cristo. Para la zona media y media-alta de la tabla, los Focolares y Comunión y Liberación, pero estos eran básicamente italianos. Y para la “clase de tropa” llegaron los poderosos y numerosísimos kikos, el Camino Neocatecumenal, fundado por un español enloquecido –Kiko Argüello– que disfrutaba como nadie de las manifestaciones públicas, de las muchedumbres y de los espectáculos.

El Opus Dei abandonó la primera línea y continuó trabajando, pero en la sombra y sin dar escándalos, cosa que no supieron hacer muchos de los demás. Apenas se han dado, entre ellos, casos de curas pederastas (aunque alguno sí hay). Salió indemne –y, a la larga, fortalecido– del enorme estrépito que se armó con la publicación de la novela (y luego película) El código Da Vinci, donde Dan Brown pintaba al grupo con unos tintes sectarios y conspirandeiros muy desagradables para ellos, pero que coincidían bastante con las críticas que han recibido desde hace décadas. No pasó nada, al final.

Decreta el Papa que su funcionamiento no puede basarse en la jerarquía sino en el “carisma”, y les obliga a presentar un informe anual sobre qué andan haciendo y con qué recursos

Y ahora llega este argentino, el jesuita Bergoglio (los jesuitas y el Opus Dei se han llevado siempre muy mal, sobre todo desde el Concilio), y mete en cintura, por primera vez en 40 años, al Opus Dei. Mediante un documento pontificio de rango menor, el motu proprio, mantiene la prelatura personal, pero la adscribe a un “ministerio” vaticano, el Dicasterio para el clero, donde están todos los demás: se acabaron las exclusividades. Ordena la revisión de los estatutos de la “Obra”. Niega al prelado la consagración episcopal, que sí tuvieron el segundo “padre” (Álvaro Portillo) y el tercero (Javier Echevarría). Afirma que su funcionamiento no puede basarse en la jerarquía sino en el “carisma”, y les obliga a presentar un informe anual sobre qué andan haciendo y con qué recursos.

Es un varapalo sin precedentes y, para muchos, completamente inesperado. Pero no es fácil que marque el principio de la decadencia del Opus Dei, como sí pasó (por motivos distintos) con los Legionarios de Cristo y con los kikos. Tienen un inmenso poder, sobre todo económico y educativo. Han sobrevivido un siglo; no será tan sencillo impedir que sobrevivan otro.

El Opus Dei insiste muchísimo en el inmenso poder de la oración. Escrivá rezaba por la salvación del alma de Pablo VI, al que no podía ni ver. No resulta exagerado imaginar a los 90.000 hombres y mujeres que la “Obra” tiene en el mundo rezando fervorosamente, a partir de ahora, para que el Señor, en su misericordia, llame cuanto antes junto a Él al pontífice argentino.

No serían los únicos.