Gómez de Salazar, un trastornado al frente de la
Fuerza Terrestre
Público
26 febrero, 2017
He sentido una enorme tristeza cuando he leído la entrevista del teniente
general Gómez de Salazar. Si hace unos meses consideró a las asociaciones
militares tan peligrosas como el yihadismo, ahora ha vomitado que “el
deber militar excede a cualquier garantía, a cualquier derecho, hasta a los
derechos humanos”. Ahondando en la indigencia moral del teniente
general, también se ha referido a Israel con la admiración que le debería
producir Alemania, Bélgica, Holanda o Noruega.
Gómez de Salazar evoca la guerra y el sometimiento de los derechos humanos
al deber militar sin querer recordar que la cúpula militar solo ha conseguido
con ello desangrarnos desde hace siglos. Y lo hace con el analfabeto brillo en
los ojos del que ignora Cuba, Filipinas, Annual o el asesinato de la
democracia. Esa inopia del que desearía que fuéramos nosotros los que
cometiéramos las violaciones de derechos humanos y los atroces crímenes que
cometen los hebreos y, también, que nos encontrásemos en el mismo contexto
bélico que ellos. Ese entorno en el que psicópatas de su categoría pudieran
hacerse valer y los españoles comprender lo mucho que valen. Sin embargo, la
excelentísima persona, o lo que sea, debería recordar que la última vez que los
militares se encomendaron a tan patriótico deber militar de apuñalar los
derechos humanos terminaron enterrando a la democracia en cal viva y levantando
en Intxaurrondo un monumento a la Transición. No cabe duda que tan tétricos
personajes son de los que desean veranear en El Tarajal con pelotas de
goma o descansar en alguna de las muchas cunetas siniestras de nuestra
geografía. Porque ahí, en todos esos escenarios, se forjaron nuestras fuerzas
armadas mientras el deber militar fusilaba a la democracia, a los derechos humanos
y a los que se cruzaron en su camino.
Los derechos humanos, debería saber el perturbado general, están por encima
de todo. No solo eso, sino que tendrían que ser la referencia de cualquier
militar, la estructura en la que asentar cualquier ejercicio, el mapa en el que
guiarse en cualquier situación o la herramienta con la que solventar cualquier
problema. Si nuestros militares conocieran y amasen los derechos humanos no se
habrían producido las terribles torturas que acaecieron en Irak, ni se producirían
las violaciones sistemáticas de derechos y libertades que sufren nuestros
soldados y que tanto regocijo generan a la cúpula militar. Por tanto, no cabe
duda que Gómez de Salazar, los que son como él, que de momento son mayoría en
la cúpula militar, y los que consienten que esté en el lugar en el que está (PP
y PSOE) son los que impiden que nuestro ejército se subordine a los derechos
humanos y a la ciudadanía.
Indudablemente, la situación es mucho más grave de lo que se pudiera
pensar, ya que solo un militar modélico que destacase por su excelencia y
contase con el respeto y la admiración de sus jefes y compañeros habría sido
capaz de ostentar el mando de tan transcendental unidad militar como es la
FUTER o Fuerza Terrestre. Por si alguno lo desconociera, sería conveniente
señalar que esta unidad cuenta con 41.000 militares y la mayoría de las
unidades de combate. Por tanto, comprobar que la excelencia es Gómez de
Salazar produce escalofríos y, a la vez, explica y revela lo que acontece en
los cuarteles, máxime cuando no es el primer desquiciado que ostenta el mando
de la Fuerza Terrestre, pues entre sus antecesores se encuentra el teniente
general Mena, ese ilustrado que amenazó con un golpe militar en el año
2006 por las negociaciones del ‘Estatut’.
Gómez de Salazar no es un cualquiera, aunque lo cierto es que debería
serlo. Es hijo de franquista, como Dios manda y a La Cospe le gusta, y
es uno de esos militares que forman parte de la ‘Quinta del 23-F’. Uno de los
muchos cachorros fascistas que fue condecorado y ascendido hasta convertirse en
un majadero a tiempo completo capaz de espetar la mayor sandez que uno pudiera
imaginar mientras trabaja a tiempo parcial como jefe de la FUTER o Fuerza
Terrestre.
Ojalá, algún día, nuestros generales comprendan que los derechos
humanos no son enemigos del deber militar, sino que son el deber militar en sí
mismo, y que de ser enemigos de algo, lo son de su propia y tradicional
negligencia. Desgraciadamente, me temo que eso no ocurrirá y que solo nuestra
sociedad podrá impedir que el deber militar siga asfixiando a los
derechos humanos.
Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra, portavoz de OATM y
autor de dos novelas (Un paso al frente en 2014 y Código rojo en
2015).
Mi principal fuente de ingresos en la actualidad es la venta de
ejemplares de la novela Código rojo y las presentaciones que
realizo con ella. ¡CONSÍGUELA AQUÍ FIRMADA Y DEDICADA!. “Código rojo
no deja títere con cabeza. Se arriesga, proclamando la verdad a los cuatro
vientos, haciendo que prevalezca, por una vez, algo tan denostado hoy en día
como la libertad de expresión” (“A golpe de letra” por Sergio Sancor).
Si quieres organizar una presentación, una charla u otro evento puedes
ponerte en contacto conmigo en el correo electrónico
luisgonzalosegura@gmail.com.
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