EL MUNDO
accede en exclusiva a su autopsia
El
hígado mató a Rita Barberá
·
JAVIER NEGRE
·
LUIS F.
DURÁN
05/02/2017
Martes. El
dolor sigue inundando el rostro de los familiares de Rita Barberá durante
el acto de entrega de la Llave de Oro de la municipalidad a la ex
alcaldesa de Valencia. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy,
que asiste al homenaje póstumo, se refiere a ella como "una buena persona,
decente y trabajadora" y abraza cariñosamente a sus hermanas. Siempre ha
estado cerca de estas mujeres que llevan luto desde aquel fatídico 23 de
noviembre en el que la senadora apareció sin vida en la habitación 315 del hotel Villa Real de Madrid.
En su
entorno más próximo algunos todavía achacan su fallecimiento repentino a
"la campaña de acoso político y mediático" a la que se había
visto sometida desde que fuese imputada por un presunto delito de blanqueo de
capitales. Sin embargo, la presidenta del PP valenciano no falleció por estrés
ni por la presión que sufrió tras declarar en el Tribunal Supremo, donde llegó
incluso a tropezar.
A Rita la
mató su hígado. Según
consta en el informe médico definitivo de la autopsia -al que ha accedido en
exclusiva Crónica,- la senadora falleció por un "problema
hepático" que le provocó un "fallo multiorgánico".
Las
conclusiones forenses tras el análisis de los tejidos confirman que tenía un
grave problema de cirrosis, que era irreversible y que fue uno de los
detonantes principales de su muerte. Asimismo, el informe clínico determina que
padecía una ascitis (líquido en el abdomen) causada por una hipertensión
en las venas que llevaban sangre al hígado, debida a la cirrosis que padecía.
Precisamente,
el día de la autopsia en el Instituto Anatómico Forense de Madrid, los
médicos observaron que el riñón estaba muy deteriorado y extrajeron gran
cantidad de líquido infeccioso de su cuerpo debido a que el órgano hepático
ya no purificaba.
Aquel miércoles
23 de noviembre de 2016 la histórica dirigente del PP valenciano se levantó
con síntomas de ahogo y ansiedad y fue atendida por una crisis respiratoria durante
media hora por los facultativos del Summa, que recibieron el aviso a las 7:00
de la mañana. Los doctores le practicaron una reanimación cardiopulmonar,
pero no lograron reanimarla y sólo pudieron verificar su fallecimiento.
Tenía 68 años.
La última cena
Rita llevaba
37 horas parapetada en su habitación del Villa Real. Había regresado a las seis
de la tarde del lunes 21 de noviembre tras almorzar con su sobrina, que le
había acompañado a declarar en sede judicial. Se encerró en el hotel.
Pidió un whisky y una ración de tortilla española. Aquella sería su
última cena. No se acostó tarde. Al día siguiente, la ex alcaldesa de Valencia había
decidido no acudir al pleno del Senado. Se encontraba indispuesta, pero no
alertó al personal del hotel. Sí a su hermana María José, que no tardó en
viajar hasta la capital junto a su hijo y sobrino de Barberá.
A media
tarde del día 22, Rita ya había dejado de responder al teléfono. En él
tenía varias llamadas perdidas del senador Pedro Agramunt y del entonces ministro
de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo, que habían quedado a cenar
con ella esa noche. Y como último mensaje enviado desde su iPhone figuraba
un alarmante SMS en el que avisaba a un alto cargo de Interior de la
última amenaza, desconocida para la mayoría de sus allegados, que había
recibido:
"Simplemente
recordarte de la nueva carta de amenaza (sic) que he recibido. Esta vez me dan
de plazo hasta el día 1. Bss. Espero verte dias (sic) después. Rita",
escribió.
Antes había
recibido decenas de advertencias, aunque sólo denunció en dos ocasiones:
en enero de 2015 y en julio de 2016, cuando recibió dos sobres con balas del
calibre 9 milímetros parabellum.
Cuando sus
familiares llegaron a la habitación del hotel la tarde del 22 se la
encontraron débil. Trataron de convencerla para que regresara a Valencia.
Hablaron con la recepción para que les facilitase una silla de ruedas, pero Barberá
prefirió mantenerse en la cama. Su hermana y su sobrino intentaron reservar
para ellos una habitación en el mismo hotel, pero no quedaba ninguna libre. Así
que María José decidió dormir con su hermana en la misma cama y su hijo
se marchó a un hotel cercano.
La senadora
no cenaría nada y las luces de la 315 se apagaron temprano. Rita se
encontraba mal y en el hotel se preguntaron días después de su muerte por
qué no dio una señal de alarma para ser trasladada de inmediato a un
hospital. Un allegado explica su comportamiento: "Es probable que Rita no
quisiera ir a un hospital por no verse al día siguiente en los periódicos.
La perseguían a todas horas ¡Pobre!".
Aquella
noche, Rita no volvió a hablar. Su respiración fue dificultosa durante
la madrugada, según relató su hermana. Ésta no pudo conciliar el sueño, pero no
fue hasta las siete de la mañana cuando llamó a su hijo para advertirle
que Rita estaba inconsciente y no respiraba. El corazón de la ex alcaldesa
había dejado de latir 15 minutos antes.
Su sobrino
puso rumbo al hotel y llamó al Summa. Entró en el vestíbulo avisando a la
recepción de que venía una ambulancia porque "doña Rita" se
encontraba "muy grave". El joven, mientras llegaba el personal
sanitario, trató de reanimarla con un boca a boca y presionándole el
pecho varias veces. La escena fue de gran tensión. Su madre trataba de refrescarle
la frente con una toalla húmeda. Pasadas las 7:20 de la mañana, un equipo
médico del 112 subió a la habitación y se encontró a la hermana de Rita
empapada en lágrimas y nerviosa junto al cuerpo.
Reanimación imposible
Les pidieron
que abandonasen la estancia tanto ella como su sobrino. Le preguntaron si
Barberá tenía problemas cardiorrespiratorios y la hermana aseguró que
padecía hipertensión y que se tomaba pastillas contra el estrés. No se
habló de cirrosis, según los testigos. Más tarde, Margallo revelaría que su
amiga se medicaba con antidepresivos. Durante 30 minutos los
facultativos del Summa trataron de reanimarla, pero fue imposible.
El juez
llegó a las nueve de la mañana y certificó la muerte. También estuvo en
la habitación el inspector jefe de homicidios de la Policía Nacional, pero esa
hipótesis fue rápidamente descartada. A pesar de lo cual, las teorías de la
conspiración inundaron las redes sociales. Ahora, con el informe forense en
la mano, quedan descartadas.
Lo que nadie
explicó en los días de luto posteriores fue de dónde estaban saliendo esas
amenazas que recibía la senadora. Fuentes de Interior confirman que se
investigaron en su momento, pero que no llegaron a ninguna determinación.
"Eran amenazas tremendas, ella lo estaba pasando realmente mal y temía
por su vida", cuenta un investigador.
Rita murió
sin explicar a nadie de su entorno por qué le dieron, en el anónimo
recibido, un plazo de vida hasta el 1 de diciembre. Querían forzarla a
renunciar a su cargo en el Senado.
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