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domingo, 30 de julio de 2023

 



Y Pedro Sánchez frenó a Feijóo

El PP iba sobrado de soberbia. Por eso aceleraron los pactos con Vox en 140 municipios y en varias comunidades autónomas

Miguel Ángel Heredia Díaz

Doctor Cum laude en Ciencias Biológicas por la Universidad de Málaga y Titulado Superior en Cultivos Celulares

ElPlural

30-7-23


Hemos vivido cincuenta días de campaña y una noche electoral apoteósica. Ni los mejores guionistas de HBO y Netflix habrían creado una historia igual. Cuando prácticamente todas las encuestas daban mayoría absoluta a PP y Vox, el presidente Pedro Sánchez con el apoyo por José Luis Rodríguez Zapatero, pelearon hasta el último minuto del partido por defender los valores socialistas y la gran gestión del PSOE esta legislatura, consiguiendo que el bloque de izquierda superase al bloque de derecha y ultraderecha.


Ni Feijóo ni el PP vieron venir esa mayoría silenciosa, que pese al calor, a las encuestas en contra y al enorme ruido, se levantó el 23 de julio, para ir a votar sin estridencias, pero con sus ideas muy claras. Querían que en España no hubiese recortes en derechos y libertades como donde gobiernan PP y Vox. No querían a alguien como Feijóo, que pretendía ganar alimentando las mentiras contra todos. Y valoraron el trabajo de Pedro Sánchez, que se ha dejado la piel para sacar adelante a España en momentos muy difíciles.

A la derecha siempre le ha costado entender que el voto de una trabajadora de supermercado valga lo mismo que el de una presentadora de un programa de televisión privada. Siempre ha creído que solo ellos tienen el derecho para gobernar España y que los presidentes socialistas son “okupas sin legitimidad” de La Moncloa. Por eso no lo vieron venir. Pero más de 7,7 millones de españoles y españolas, un millón más que en 2019, dieron su apoyo al PSOE. Y Pedro Sánchez lo volvió a hacer, solo él puede lograr la investidura y frenar a la extrema derecha.


La campaña ha sido muy dura. Todos los medios de derechas sacaban encuestas diarias con un PP que ganaba por goleada, eso sí, sin ficha técnica y más falsas que una moneda de latón, pero con un objetivo claro: Desmovilizar a los progresistas, para que no fuesen a votar.

Una campaña brutal de la derecha. Con falsedades permanentes, bulos y odio, demasiado odio. Llegando a decir que habría un pucherazo en mayo y otro en julio. Intentando poner en duda el voto por Correo, que luego fue un récord, alcanzando las 2.471.935 personas. Aventurando que en julio nadie iría a votar por el calor y que ni siquiera se constituirían las mesas, pero el porcentaje de participación creció. El PP intentó ensombrecer la imagen de nuestra democracia, manchando la imagen de España. Y todo por ganar las elecciones.

El PP iba sobrado de soberbia. Por eso aceleraron los pactos con Vox en 140 municipios y en varias comunidades autónomas, como en Extremadura. A Feijóo no le importó el ataque a los derechos de las mujeres y del colectivo LGTBI; ni el ataque a los derechos y libertades de los trabajadores; ni la censura al mundo de la cultura; ni el negacionismo climático. ¿Qué les importaba si la gente les iba a votar de todas maneras?

Pero la soberbia les sobrepasó y llegó la votación, el 23 de julio, y el PP no dio respiro: siguieron alimentando la teoría de la conspiración sobre un incidente en el AVE entre Valencia y Madrid, culpando directamente al Gobierno. Todo les valía para poner en cuestión el sistema.

Las urnas cerraron a las ocho de la tarde. Y empezó el baile de las encuestas. En todas, la suma PP-Vox rozaba la mayoría absoluta o la superaba. Feijóo ya se veía presidente. Pero a las 9 de la noche un compañero de Alameda, un pequeño municipio malagueño, me envíaba un dato de recuento a pie de urna: PSOE 278, PP 105, Sumar 92 y Vox 44. Le pedí que me mandase los datos de hace 4 años y se comprobaba que PP no tiraba y Vox se hundía, y que el PSOE estaba fuerte. Solo erauna mesa, es cierto, pero si aquello era tendencia, habría sorpresa.

Minutos después salían los primeros datos oficiales. El PSOE estaba por encima del PP en votos y escaños. Los tertulianos de la derecha no daban crédito, aseguraban que eran muy poco el porcentaje escrutado. Llegó el 50% del recuento y había poca variación. Al final el PP adelantó por los pelos al PSOE. PP 136; PSOE 122. Pero la peor noticia para Feijóo era que no sumaba de ninguna de las maneras con Vox.

Feijóo trató de escenificar su “pírrica” victoria y se fue al balcón de Génova, pero a quien vitoreaban los militantes del PP no era a él, sino a Ayuso. Al día siguiente, escenificó un ronda de contactos con partidos. ¿Una ronda de contactos con quién? ¿Con Vox? No sumaba. ¿Con PNV? PNV en menos de 24 horas le dijo que no lo iban a apoyar y que ni se sentarían a negociar. El aún lider del PP, ha pasado de “derogar el sanchismo” a buscar su apoyo a la desesperada. Y es que Feijóo siempre ha sido un hombre de principios, y si no gustan, siempre tiene otros.

Pero Feijóo sabe contar. Sabe que no tiene los escaños para gobernar. Sabe que se ha embarcado en una huída hacia adelante que no va a ninguna parte, porque ni los suyos creen que tenga posibilidad alguna de gobernar. Sabe que el PP cada día se parece más a la película “El sexto sentido”, donde el niño a veces veía muertos.

Feijóo vendió la piel del oso antes de cazarlo. Se equivocó. No quería debates porque pensaba que todo estaba hecho, que sacaría entre 40 y 50 diputados más que el PSOE, lo decían todas las encuestas de los medios de derechas. Se equivocó. Hizo una campaña basada en falsedades y en ataques terribles a la figura del presidente Pedro Sánchez. Se equivocó.

Ni Feijóo ni el PP ni los medios de derechas lo vieron venir. Jamás imaginaron que iba a pasar. Se burlaron cuando José Luis Rodríguez Zapatero, que se ha dejado la piel en esta campaña por el partido, auguró un “sorpresón” a favor del PSOE. Pues hubo sorpresón. Y menospreciaron al presidente del Gobierno cuando habló de “remontada”. Pues hubo remontada.

Aunque el final de esta historia esté por escribir, no cabe duda de que el PP pretende continuar con su estrategia de la mentira y la desestabilización de nuestra democracia y que Pedro Sánchez va a seguir trabajando con más fuerza e ilusión si cabe, para conseguir la investidura y cuatro años más de progreso, futuro y esperanza para España.





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