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miércoles, 19 de noviembre de 2025

 



¿CUÁNTO VALE UNA CIUDAD?

Por Javier F. Ferrero

Siempre me hago la misma pregunta cuando leo los presupuestos municipales: ¿qué se entiende por ciudad?

¿Un espacio común? ¿Un proyecto colectivo? ¿Una suma de vidas entrelazadas?

O, como parece entender el Ayuntamiento de Madrid, ¿una lista de activos liquidables?

La venta —y rebaja— de suelo público no es un desliz administrativo. Es un síntoma. El síntoma de una lógica política que ha trasladado el centro de gravedad de la ciudad hacia el mercado. Una ciudad no es un bien raíz, pero su gobierno actúa como si lo fuera.

Planteemos la cuestión de forma directa:

¿Por qué rebajar parcelas cuando la vivienda sube un 51%?

Porque no se busca corregir un desequilibrio, sino alimentarlo. Rebajar precios en plena burbuja no responde a criterios técnicos. Responde a intereses. Cuando la operación beneficia a una promotora, el mercado se convierte en “inefable”. Cuando beneficia al común, se convierte en “imposible”.

¿Por qué vender 50 parcelas en plena crisis de vivienda?

Porque el Ayuntamiento no quiere gestionar un parque público robusto. Prefiere externalizar, privatizar, ceder, transferir. Un parque público fuerte es una herramienta de poder urbano. Un parque público débil es un negocio.

¿Por qué no construir las casi 700 viviendas que podrían hacerse?

Porque construir vivienda pública es una declaración de intenciones. Es afirmar que la ciudad es de quienes la viven, no de quienes especulan con ella. Y esa idea no es compatible con la arquitectura ideológica que gobierna Madrid.

La ciudad se está rediseñando a través de operaciones aparentemente técnicas. Precios de salida. Concursos. Parcelas desiertas. Rebajas. Incrementos. Pero detrás de cada cifra hay un desplazamiento. No solo físico —quien no puede pagar se va— sino simbólico: quien no puede pagar deja de pertenecer a la ciudad.

Madrid está rompiendo su propio pacto social. Y lo hace como se rompen las cosas importantes: sin ruido, sin titulares, sin ser consciente de que lo perdido no vuelve.

La pregunta que queda es otra:

¿Qué dejará de ser Madrid cuando no quede suelo público que proteger?

Quizá entonces descubramos que lo que se vendía no eran parcelas.

Era el derecho a vivir aquí.

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Artículo completo:

El Black Friday de Almeida con el suelo público

https://spanishrevolution.net/el-black-friday-de-almeida...

Rebajar parcelas municipales en plena crisis habitacional es más que una venta: es un modelo de ciudad al servicio del ladrillo.


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