TRUMP, ARANCELES Y DECLIVE: CÓMO UNA POTENCIA SE DESMORONA A GOLPES DE IMPROVISACIÓN
La guerra arancelaria de Trump no es una estrategia. Es un síntoma.
Un movimiento desesperado de una potencia que ya no puede sostener la estabilidad económica en la que se apoyó durante casi un siglo.
Mientras tanto, millones de trabajadoras y trabajadores estadounidenses pagan una inflación creada desde la Casa Blanca a golpe de tuit.
Aquí van todas las claves para entender lo que está ocurriendo.
EL
BAILE ARANCELARIO QUE HUNDE LA ECONOMÍA
Entre febrero y abril de 2025, los aranceles a China pasaron del 10% al 145%, luego al 30%, y hoy se estabilizan en una media del 47%.
No es política industrial.
Es inestabilidad extrema.
Ese caos tiene consecuencias directas:
Las importadoras de EE.UU. pagan la factura.
Las empresas trasladan el golpe a los precios finales.
La inflación vuelve a subir.
La clase trabajadora soporta el impacto.
Mientras Trump promete “América PRIMERO”, en la práctica está haciendo América MÁS CARA.
DESAMERICANIZACIÓN:
EL MIEDO QUE YA SE PRONUNCIA EN WALL STREET
La credibilidad económica de EE.UU. se basa en dos pilares:
El dólar como moneda global.
Los bonos del Tesoro como refugio financiero.
Ambos están tambaleándose.
El baile de aranceles ha provocado:
Venta masiva de dólares.
Caída del valor de los bonos.
Fuga de capitales.
Y algo impensable hace una década:
fondos de inversión hablando abiertamente de “DESAMERICANIZACIÓN”.
Cuando un imperio deja de ser previsible, deja de ser dominante.
CHINA
MUEVE LAS FICHAS ESTRATÉGICAS
Mientras Trump se desgañita, China actúa:
Restringe tierras raras, esenciales para tecnología, defensa y automoción.
Redirige compras globales de soja y otros productos clave.
Bloquea a empresas occidentales mediante listas negras.
Y obliga a Washington a retroceder en cuestión de días.
La llamada “tregua” de octubre solo demuestra una cosa:
Pekín controla las piezas del tablero. Trump solo golpea la mesa.
INDUSTRIA
ESTADOUNIDENSE: SIN PLAN, SIN FUTURO
Los aranceles afectan no solo a productos acabados, sino a materiales básicos para fabricar maquinaria, vehículos, electrónica y bienes de capital.
Resultado:
Las fábricas pagan más por acero, aluminio y componentes.
Las inversiones se frenan.
La Reserva Federal reconoce que la incertidumbre pesa más que los aranceles.
Y la economía avanza hacia la temida ESTANFLACIÓN: precios altos y crecimiento muerto.
Mientras tanto, Trump amenaza con despedir a Jerome Powell, sembrando más caos institucional.
EL
PROTECCIONISMO NO ES EL PROBLEMA: EL PROBLEMA ES TRUMP
El proteccionismo puede ser útil. Japón y Corea del Sur lo demostraron.
Pero se necesita:
Estrategia.
Estabilidad.
Coordinación industrial.
Justicia social.
Redistribución.
Trump no ofrece nada de eso.
Solo improvisación, propaganda y volatilidad.
No hay proyecto. Solo un imperio desorientado.
LO
QUE SE JUEGA
Esta no es una guerra comercial.
Es la evidencia de que Estados Unidos está entrando en su fase de decadencia económica.
Y lo hace con el peor guía posible: un presidente que confunde política internacional con apuestas compulsivas.
Las consecuencias no son solo para EE.UU.
Cuando la potencia que sostiene la economía global empieza a arder, todos sentimos el humo.
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