REFLEXIONES VESPERTINAS.
Mazón o el misterio del teléfono en la mochila.
La comisión de la DANA en el Congreso, vivió una sesión cargada de adjetivos durante la comparecencia de Mazón.
Florero, homicida, mentiroso, psicópata, inepto, tonto... fueron algunas de las palabras. Literalmente justas, atinadas y merecidas, aunque manifiestamente insuficientes para describir a este tipejo.
La insuficiencia real, no radicó en la falta de contundencia, sino en la reiteración de calificativos hacia un personaje que ya se ha ganado su propio diccionario de agravios. La mayoría de portavoces se enzarzaron en esa descripción moral y política del sinvergüenza Mazón, mientras el PP y Vox, fieles al guión, actuaron como defensores, repartiendo consuelo y comprensión al interpelado caradura.
La sobredosis de calificativos, sin embargo, restó espacio a lo esencial: las preguntas que no se formularon o que quedaron sin completa respuesta entre interrupciones y desvíos.
Aún así, el compareciente dejó entrever algunos datos, digamos, reveladores: llevó el teléfono en la mochila en plena tragedia, se enfundó un jersey amarillo por la “frescura” a veinte grados, y ordenó a sus escoltas marcharse al llegar al Ventorro.
Indicios, retazos. Nada nuevo bajo el foco al que nos tiene acostumbrados.
En Les Corts, el caradura, ya había ensayado el papel: discurso leído, tono victimista y gesto medido. Ayer repitió el libreto -sin lectura-, confiado en que la teatralidad taparía las grietas de su relato. En cierto modo, el interrogatorio se ha diluido por la bronca, la distracción y la indignación en las preguntas.
Subrayar, no obstante, la pertinente referencia que Gabriel Rufián realizó sobre los fallecidos y su dramático final.
Roberto J. Vazquez
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