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miércoles, 19 de noviembre de 2025

 



¿QUÉ SIGNIFICA PROHIBIR UNA MARCHA FASCISTA EN 2025?

Por Javier F. Ferrero

Me preguntan si la prohibición de la marcha falangista hacia Ferraz es un triunfo democrático, una medida excepcional o un síntoma preocupante. Y quizá sea todo a la vez.

La cuestión central no es si Falange tiene derecho a manifestarse. La pregunta real es:

¿qué hacemos cuando una organización con pasado criminal intenta ocupar el espacio público con fines explícitamente antidemocráticos?

Las y los jueces hablan de riesgo real y acreditado. La Policía lo subraya. Quienes trabajamos analizando política lo vemos venir desde hace años: la ultraderecha española ha sofisticado su maquinaria simbólica. Ya no pretende gobernar. Antes necesita reconquistar la calle. Lo que llaman “20N” es un calendario de nostalgia reaccionaria pensado para activar emocionalmente a grupos ultras. No es memoria. Es un dispositivo.

Alguien podría decirme: “pero Javier, ¿no estamos cerrando un debate, no estamos prohibiendo una idea?”.

No.

Las democracias no tienen la obligación de permitir que se celebren dictaduras.

La libertad de expresión no incluye humillar a las víctimas de un régimen que asesinó, torturó y depuró a decenas de miles de personas. Este marco no es teórico. Está escrito en informes policiales que describen alteraciones del orden público, agresiones previas y un clima combustible.

Aquí surge otra pregunta:

¿por qué Ferraz?

Porque Ferraz no es un destino: es un símbolo.

El franquismo sociológico necesita ritualizar su narrativa, ocupar territorios emocionales, convertir avenidas en escenarios. No buscan una marcha. Buscan un plano televisivo. La política convertida en coreografía, el odio convertido en acontecimiento.

Y esto nos lleva a otra reflexión:

¿por qué ahora?

Porque este año se juntan tres vectores: el 50º aniversario de la muerte de Franco, la resignificación del Valle de Cuelgamuros y la extinción de fundaciones franquistas. Los ultras leen estos procesos como afrentas, como derrotas simbólicas. Reaccionan. Y lo hacen como siempre: en bloque, con ruido y con vocación de intimidación.

Lo relevante es lo que subyace: el franquismo organizado quiere reaparecer como actor político.

Desea provocar un episodio que fracture el clima social y les permita volver al relato del victimismo. Ese relato que PP y Vox alimentan cada día con sus discursos de “dictadura progre” y “libertad secuestrada”.

Prohibir esta marcha no desactiva el problema. Pero lo señala. Y obliga al Estado a reconocer lo que cuesta tanto admitir: que la ultraderecha española ya no es “residual”, sino una estructura activa, emocional y violenta cuando se siente legitimada.

La pregunta final, quizá la más incómoda, es otra:

¿qué hacemos mañana, cuando convoquen la siguiente?

Porque prohibir puede ser necesario, pero nunca suficiente.

La democracia no puede sostenerse solo en medidas de urgencia.

Necesita memoria, educación, valentía política y un compromiso real contra la impunidad franquista.

Hoy se ha frenado una marcha.

Lo difícil empieza ahora.

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Artículo completo:

Un poco de sentido común ante el enésimo pulso ultra en Madrid

https://spanishrevolution.net/un-poco-de-sentido-comun...

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