Adiós a Shangay Lily
Fallece
el activista y colaborador de 'Público', Shangay Lily, a los 53 años
El malagueño fue el primer 'dragqueen' del país y un
referente en la defensa de los derechos de los homosexuales. Ha muerto tras una
"larga enfermedad".
PÚBLICO
MADRID.- El
activista y polifacético colaborador de 'Público' Enrique Hinojosa Vázquez, más
conocido como Shangay Lily, ha fallecido a los 53 años a causa de una
larga enfermedad.
"Feminista, gay, ateo, escritor, artista y activista" ('activista', como el nombre de la bitácora en este diario), así se definía Shangay, pionero en España de la visibilidad gay y queer y primera dragqueen de España. En los años 90 revolucionó el panorama artístico fundando el "Shangay Tea Dance", la primera fiesta temática gay del país, o creando "Shangay Express", la primera revista gratuita de España orientada exclusivamente al público homosexual.
Su popularidad creció tras sus apariciones en varios programas de televisión como "Esta noche, sexo", de Antena 3; "Esta noche cruzamos el Mississippi", de Tele 5, e intervino en la primera edición del "reallity" de Antena 3 "La Granja".
"Feminista, gay, ateo, escritor, artista y activista" ('activista', como el nombre de la bitácora en este diario), así se definía Shangay, pionero en España de la visibilidad gay y queer y primera dragqueen de España. En los años 90 revolucionó el panorama artístico fundando el "Shangay Tea Dance", la primera fiesta temática gay del país, o creando "Shangay Express", la primera revista gratuita de España orientada exclusivamente al público homosexual.
Su popularidad creció tras sus apariciones en varios programas de televisión como "Esta noche, sexo", de Antena 3; "Esta noche cruzamos el Mississippi", de Tele 5, e intervino en la primera edición del "reallity" de Antena 3 "La Granja".
Publicó varias novelas "Escuela de
glamour" (Plaza & Janés, 2000) y "Machistófeles" (Punto de
Lectura, 2002), y los ensayos "Hombres y otros animales de compañía"
(Temas de Hoy, 1999) y "Mari, ¿me pasas el poppers?" (DeBolsillo,
2002). También ha publicado sus textos teatrales en “La vida en rosa, en rojo y
en violeta” (Atrapasueños, 2014) y su primer libro de poemas “Plasma Virago:
vida y obra de un poeta homociborg anticapitalista” (Huerga & Fierro,
2015).
El artista fallecido iba a publicar su primer ensayo titulado "Adios, Chueca", sobre el conocido barrio madrileño.
El artista fallecido iba a publicar su primer ensayo titulado "Adios, Chueca", sobre el conocido barrio madrileño.
Debutó en cine en 1995 con la comedia de
Gómez Pereira protagonizada por Javier Bardém y Aitana Sánchez-Gijón “Boca a
boca”. Diez años después escribió, dirigió y protagonizó la película Santa
Miguel de Molina (2005), una ácida denuncia sobre la corrupción en la comunidad
gay por intereses comerciales.
En teatro ha paseado su personal visión de la sociedad en espectáculos como “Monólogos feministas para una Diva”, “Mari, ¿me pasas el poppers? [La disfunción]”, “Uterolandia”, “Burgayses” o su actual propuesta politicosocial “Palabra de Artivista” que espera llevar por toda España.
Actualmente escribía en un blog en este diario, Palabra de artivista en el que plasmaba sus ideas políticas, culturales, sus opiniones y sus comentarios sobre temas de actualidad.
La capilla ardiente de Shangay Lily se abrirá al público hoy martes, a partir de las 10,30, en la sala 4 del tanatorio de la m-30 de Madrid y sus restos serán incinerados el próximo miércoles por la mañana en el cementerio de La Almudena.
En teatro ha paseado su personal visión de la sociedad en espectáculos como “Monólogos feministas para una Diva”, “Mari, ¿me pasas el poppers? [La disfunción]”, “Uterolandia”, “Burgayses” o su actual propuesta politicosocial “Palabra de Artivista” que espera llevar por toda España.
Actualmente escribía en un blog en este diario, Palabra de artivista en el que plasmaba sus ideas políticas, culturales, sus opiniones y sus comentarios sobre temas de actualidad.
La capilla ardiente de Shangay Lily se abrirá al público hoy martes, a partir de las 10,30, en la sala 4 del tanatorio de la m-30 de Madrid y sus restos serán incinerados el próximo miércoles por la mañana en el cementerio de La Almudena.
Una
Drag Queen al servicio de la dignidad y la risa
Público
JUAN CARLOS
MONEDERO
Creo que no
recuerdo una sola vez que me encontrara con Shangay Lily que no me regañara. Y
creo que no recuerdo una sola vez que, con el mismo entusiasmo, no me abrazara
y me plantara dos besos y echara hacia atrás la melena de su cabeza calva como
si le pusiera una cometa de pelo interminable a su rasurada testa. Ojos entornados,
cabeza inclinada en un ángulo de “qué me estás diciendo”, cadera flexionada y
ojos echando chispas por encima de sus labios que venían siempre de alguna
fiesta. El regaño inevitable –la última vez en Madrid, un bar del centro
después de una Tuerka- venía alimentado por su sensibilidad con los débiles.
Siempre le parecía poco lo que hacíamos allá donde estuviéramos. Con su pasión
irrefrenable, con una vehemencia teatral que ocupaba todo el espacio con su
cuerpo enorme y sus brazos dando vueltas –por eso era una “activista”, como
anunciaba en neón rosa su columna en Público-, nos miraba y nos decía: “¿es que
no te parece que estamos haciendo muy poco?”. Poco en la defensa de los
humildes, poco en la defensa de los trabajadores, poco en la defensa de las
libertades, poco en el apoyo a la variada comunidad LGTB y, por supuesto,
siempre muy poco a la hora de pararles los pies a la santa madre iglesia, tan
empeñada en que no nos toquemos – “¡Me toco cuando me da la gana!”- como tan
implicada en tocamientos no consentidos de quienes no podían defenderse. La
imagen que tengo de Shangay es la de alguien que siempre iba a defender a los
que no podían defenderse, que se acordaba de los asesinados, de los presos, de
los desahuciados, de los condenados a la fealdad de un mundo que entierra la
belleza. Un arte comprometido con la libertad y la risa. No portaba mala
bandera Shangay Lily
.
Shangay era el ya el mismo personaje que le ocupaba desde que se atrevió a defender su condición de Drag Queen de manera pública. No cuando hasta los concejales del PP se casan, sino cuando esa exposición aún salía cara en nuestra España de grado y sacristía. Pero a fuerza de sumar representaciones no representaba nada: era, con toda la coherencia de su convicción. Y ser uno mismo no es pequeña tarea. Ha sido hasta el final. Con esa voluntad de hierro y pintauñas sacó de donde ya rebosaba el cansancio fuerzas para defender a los titiriteros asaeteados por los que fusilaron a Lorca y no dudó en regañar a su adorada Manuela Carmena y a los que no se dieron cuenta de que caer en las trampas de los reaccionarios lleva a volver a encarcelar a Miguel Hernández, a prohibir a Valle-Inclán, a exiliar a Miguel de Molina después de darle una paliza. A su adorado Miguel de Molina.
Shangay era un personaje lleno de optimismo trágico en un esperpento español donde la dignidad iba vestida de túnica y faralaes. Voy a echar de menos sus regaños y sus abrazos. A donde se ha ido le esperan dioses y diosas traviesas y juguetonas que le harán repetir esa sonrisa picarona. Y entonces se llevará la barbilla al pecho, y mirará con los ojos entornados, flanqueados por esas cejas amenazantes de Fu Man Chú y Divine, y con la boca burlona les dirá con maneras de requiebro: “bueno, qué pasa, que aquí no se trabaja o qué”.
Que el fuego y el aire y el mar te sean leves y que tu ejemplo nos acompañe. Y que no nos falten los besos y los regaños envueltos en sedas al servicio de la risa y la dignidad.
Shangay era el ya el mismo personaje que le ocupaba desde que se atrevió a defender su condición de Drag Queen de manera pública. No cuando hasta los concejales del PP se casan, sino cuando esa exposición aún salía cara en nuestra España de grado y sacristía. Pero a fuerza de sumar representaciones no representaba nada: era, con toda la coherencia de su convicción. Y ser uno mismo no es pequeña tarea. Ha sido hasta el final. Con esa voluntad de hierro y pintauñas sacó de donde ya rebosaba el cansancio fuerzas para defender a los titiriteros asaeteados por los que fusilaron a Lorca y no dudó en regañar a su adorada Manuela Carmena y a los que no se dieron cuenta de que caer en las trampas de los reaccionarios lleva a volver a encarcelar a Miguel Hernández, a prohibir a Valle-Inclán, a exiliar a Miguel de Molina después de darle una paliza. A su adorado Miguel de Molina.
Shangay era un personaje lleno de optimismo trágico en un esperpento español donde la dignidad iba vestida de túnica y faralaes. Voy a echar de menos sus regaños y sus abrazos. A donde se ha ido le esperan dioses y diosas traviesas y juguetonas que le harán repetir esa sonrisa picarona. Y entonces se llevará la barbilla al pecho, y mirará con los ojos entornados, flanqueados por esas cejas amenazantes de Fu Man Chú y Divine, y con la boca burlona les dirá con maneras de requiebro: “bueno, qué pasa, que aquí no se trabaja o qué”.
Que el fuego y el aire y el mar te sean leves y que tu ejemplo nos acompañe. Y que no nos falten los besos y los regaños envueltos en sedas al servicio de la risa y la dignidad.
Público
David
Bollero
Se nos ha
ido Shangay Lily. Lo ha hecho sin hacer ruido, quizás por aquello de
seguir sorprendiendo, de continuar siendo la irreverente que siempre fue, por
hacer lo contrario de lo que esperaban de ella. Han pasado muchos meses desde
la última vez que hablamos -ahora me parece una eternidad- y recuerdo cómo
desde mi fuga a Málaga me animaba a “reconstruir”. Shangay Lily era
una experta en eso, en “reconstruir”, aunque para eso antes sabía
perfectamente que hay que destruir. Y lo hacía, vaya si lo hacía.
Cualquier que siguiera Palabra de Activista se daba cuenta de ello. Shangay
Lily nunca tuvo pelos en la lengua, ni adornó lo que no merecía ser adornado.
Aquello de ser diplomáticamente correcta, sencillamente, no existía para ella,
porque a las cosas hay que llamarlas por su nombre, porque cuando uno cuenta
con una tribuna pública tiene la responsabilidad de denunciar con
crudeza los atropellos de quienes nos pasan por encima con sus coches de la
vida de alta gama.
Shangay Lily siempre supo hacer eso
muy bien. El modo en que se volcó, por
ejemplo, con Alfon es una
prueba de ello, pero no es, ni mucho menos, la única. El feminismo y la
lucha encarnizada contra el patriarcado estarán siempre en deuda con ella,
como lo estará también el movimiento LGTB y queer, el verdadero, no esa
escisión capitalista que al final sacrifica su propia identidad por un puñado
de euros. Y es que ella nunca se vendió, aunque fueron muchos los que quisieron
comprarla.
Se nos va una persona íntegra, de
esas pocas con las que uno se cruza en la vida, a las que uno admira, con la
que no siempre coincides pero respetas porque es genuina, es auténtica, tiene
principios. Shangay Lily, mal que le pese a muchos, seguirá siendo azote de
las injusticias, sus textos cáusticos continuarán corroyendo la moral de los
que se alzan, precisamente, como pilares éticos de la sociedad, de esos
cristofascistas que tanto detestaba
.
Hoy es un día triste porque uno
tiene la sensación de que siempre se nos van antes de tiempo los buenos, nunca los indeseables que, por
norma general, siguen haciendo la puñeta octogenarios. Hoy es uno de esos días
en los que uno siente que las filas de este frente activista se debilitan,
flaquean con una baja irremplazable pero, lejos de desfallecer, hay que sacar
fuerzas para seguir la lucha. Así lo habría querido Shangay Lily, porque si
algo demostró siempre es que hay que luchar hasta el final. Adiós, amiga mía.
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