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miércoles, 13 de abril de 2016

Adiós, Shangay Lily.


Adiós a Shangay Lily
Fallece el activista y colaborador de 'Público', Shangay Lily, a los 53 años
El malagueño fue el primer 'dragqueen' del país y un referente en la defensa de los derechos de los homosexuales. Ha muerto tras una "larga enfermedad".
PÚBLICO
MADRID.- El activista y polifacético colaborador de 'Público' Enrique Hinojosa Vázquez, más conocido como Shangay Lily, ha fallecido a los 53 años a causa de una larga enfermedad.

"Feminista, gay, ateo, escritor, artista y activista" ('activista', como el nombre de la bitácora en este diario), así se definía Shangay, pionero en España de la visibilidad gay y queer y primera dragqueen de España. En los años 90 revolucionó el panorama artístico fundando el "Shangay Tea Dance", la primera fiesta temática gay del país, o creando "Shangay Express", la primera revista gratuita de España orientada exclusivamente al público homosexual.

Su popularidad creció tras sus apariciones en varios programas de televisión como "Esta noche, sexo", de Antena 3; "Esta noche cruzamos el Mississippi", de Tele 5, e intervino en la primera edición del "reallity" de Antena 3 "La Granja".




Publicó varias novelas "Escuela de glamour" (Plaza & Janés, 2000) y "Machistófeles" (Punto de Lectura, 2002), y los ensayos "Hombres y otros animales de compañía" (Temas de Hoy, 1999) y "Mari, ¿me pasas el poppers?" (DeBolsillo, 2002). También ha publicado sus textos teatrales en “La vida en rosa, en rojo y en violeta” (Atrapasueños, 2014) y su primer libro de poemas “Plasma Virago: vida y obra de un poeta homociborg anticapitalista” (Huerga & Fierro, 2015).

El artista fallecido iba a publicar su primer ensayo titulado "Adios, Chueca", sobre el conocido barrio madrileño.
Debutó en cine en 1995 con la comedia de Gómez Pereira protagonizada por Javier Bardém y Aitana Sánchez-Gijón “Boca a boca”. Diez años después escribió, dirigió y protagonizó la película Santa Miguel de Molina (2005), una ácida denuncia sobre la corrupción en la comunidad gay por intereses comerciales.

En teatro ha paseado su personal visión de la sociedad en espectáculos como “Monólogos feministas para una Diva”, “Mari, ¿me pasas el poppers? [La disfunción]”, “Uterolandia”, “Burgayses” o su actual propuesta politicosocial “Palabra de Artivista” que espera llevar por toda España.

Actualmente escribía en un blog en este diario,
Palabra de artivista en el que plasmaba sus ideas políticas, culturales, sus opiniones y sus comentarios sobre temas de actualidad.

La capilla ardiente de Shangay Lily se abrirá al público hoy martes, a partir de las 10,30, en la sala 4 del tanatorio de la m-30 de Madrid y sus restos serán incinerados el próximo miércoles por la mañana en el cementerio de La Almudena.




Una Drag Queen al servicio de la dignidad y la risa
Público
JUAN CARLOS MONEDERO
Creo que no recuerdo una sola vez que me encontrara con Shangay Lily que no me regañara. Y creo que no recuerdo una sola vez que, con el mismo entusiasmo, no me abrazara y me plantara dos besos y echara hacia atrás la melena de su cabeza calva como si le pusiera una cometa de pelo interminable a su rasurada testa. Ojos entornados, cabeza inclinada en un ángulo de “qué me estás diciendo”, cadera flexionada y ojos echando chispas por encima de sus labios que venían siempre de alguna fiesta. El regaño inevitable –la última vez en Madrid, un bar del centro después de una Tuerka- venía alimentado por su sensibilidad con los débiles. Siempre le parecía poco lo que hacíamos allá donde estuviéramos. Con su pasión irrefrenable, con una vehemencia teatral que ocupaba todo el espacio con su cuerpo enorme y sus brazos dando vueltas –por eso era una “activista”, como anunciaba en neón rosa su columna en Público-, nos miraba y nos decía: “¿es que no te parece que estamos haciendo muy poco?”. Poco en la defensa de los humildes, poco en la defensa de los trabajadores, poco en la defensa de las libertades, poco en el apoyo a la variada comunidad LGTB y, por supuesto, siempre muy poco a la hora de pararles los pies a la santa madre iglesia, tan empeñada en que no nos toquemos – “¡Me toco cuando me da la gana!”- como tan implicada en tocamientos no consentidos de quienes no podían defenderse. La imagen que tengo de Shangay es la de alguien que siempre iba a defender a los que no podían defenderse, que se acordaba de los asesinados, de los presos, de los desahuciados, de los condenados a la fealdad de un mundo que entierra la belleza. Un arte comprometido con la libertad y la risa. No portaba mala bandera Shangay Lily
.

Shangay era el ya el mismo personaje que le ocupaba desde que se atrevió a defender su condición de Drag Queen de manera pública. No cuando hasta los concejales del PP se casan, sino cuando esa exposición aún salía cara en nuestra España de grado y sacristía. Pero a fuerza de sumar representaciones no representaba nada: era, con toda la coherencia de su convicción. Y ser uno mismo no es pequeña tarea. Ha sido hasta el final. Con esa voluntad de hierro y pintauñas sacó de donde ya rebosaba el cansancio fuerzas para defender a los titiriteros asaeteados por los que fusilaron a Lorca y no dudó en regañar a su adorada Manuela Carmena y a los que no se dieron cuenta de que caer en las trampas de los reaccionarios lleva a volver a encarcelar a Miguel Hernández, a prohibir a Valle-Inclán, a exiliar a Miguel de Molina después de darle una paliza. A su adorado Miguel de Molina.

Shangay era un personaje lleno de optimismo trágico en un esperpento español donde la dignidad iba vestida de túnica y faralaes. Voy a echar de menos sus regaños y sus abrazos. A donde se ha ido le esperan dioses y diosas traviesas y juguetonas que le harán repetir esa sonrisa picarona. Y entonces se llevará la barbilla al pecho, y mirará con los ojos entornados, flanqueados por esas cejas amenazantes de Fu Man Chú y Divine, y con la boca burlona les dirá con maneras de requiebro: “bueno, qué pasa, que aquí no se trabaja o qué”.

Que el fuego y el aire y el mar te sean leves y que tu ejemplo nos acompañe. Y que no nos falten los besos y los regaños envueltos en sedas al servicio de la risa y la dignidad.

 
Público
David Bollero
Se nos ha ido Shangay Lily. Lo ha hecho sin hacer ruido, quizás por aquello de seguir sorprendiendo, de continuar siendo la irreverente que siempre fue, por hacer lo contrario de lo que esperaban de ella. Han pasado muchos meses desde la última vez que hablamos -ahora me parece una eternidad- y recuerdo cómo desde mi fuga a Málaga me animaba a “reconstruir”. Shangay Lily era una experta en eso, en “reconstruir”, aunque para eso antes sabía perfectamente que hay que destruir. Y lo hacía, vaya si lo hacía.
Cualquier que siguiera Palabra de Activista se daba cuenta de ello. Shangay Lily nunca tuvo pelos en la lengua, ni adornó lo que no merecía ser adornado. Aquello de ser diplomáticamente correcta, sencillamente, no existía para ella, porque a las cosas hay que llamarlas por su nombre, porque cuando uno cuenta con una tribuna pública tiene la responsabilidad de denunciar con crudeza los atropellos de quienes nos pasan por encima con sus coches de la vida de alta gama.
Shangay Lily siempre supo hacer eso muy bien. El modo en que se volcó, por ejemplo, con Alfon es una prueba de ello, pero no es, ni mucho menos, la única. El feminismo y la lucha encarnizada contra el patriarcado estarán siempre en deuda con ella, como lo estará también el movimiento LGTB y queer, el verdadero, no esa escisión capitalista que al final sacrifica su propia identidad por un puñado de euros. Y es que ella nunca se vendió, aunque fueron muchos los que quisieron comprarla.
Se nos va una persona íntegra, de esas pocas con las que uno se cruza en la vida, a las que uno admira, con la que no siempre coincides pero respetas porque es genuina, es auténtica, tiene principios. Shangay Lily, mal que le pese a muchos, seguirá siendo azote de las injusticias, sus textos cáusticos continuarán corroyendo la moral de los que se alzan, precisamente, como pilares éticos de la sociedad, de esos cristofascistas que tanto detestaba
.
Hoy es un día triste porque uno tiene la sensación de que siempre se nos van antes de tiempo los buenos, nunca los indeseables que, por norma general, siguen haciendo la puñeta octogenarios. Hoy es uno de esos días en los que uno siente que las filas de este frente activista se debilitan, flaquean con una baja irremplazable pero, lejos de desfallecer, hay que sacar fuerzas para seguir la lucha. Así lo habría querido Shangay Lily, porque si algo demostró siempre es que hay que luchar hasta el final. Adiós, amiga mía.




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