17-5-16
David
Bollero
Público
De cara a
las próximas generales del 26 de junio se habla del PP, del PSOE y, por
supuesto, de la gran novedad de esta cita electoral, de Unidos Podemos (IU y
Podemos). Sin embargo, ¿qué sucede con Ciudadanos? En las elecciones del 20
de diciembre la formación liderada por Albert Rivera sufrió un duro correctivo
a sus expectativas: para ser un partido que se presentaba por primera vez a
unas Generales, conseguir 3,5 millones de votos y 40 diputados es un gran
logro, pero está lejos de lo que la formación naranja ambicionaba. Quedaba a
mucha distancia de su gran rival en esa cita: Podemos.
La mediocre
actuación de Rivera en los debates, que se suponía que era una de sus grandes
bazas dado su perfil fraguado en debates universitarios, así como su ‘peculiar’
modo de combatir la violencia de género, le pasaron factura. Ahora, en el
arranque de la precampaña, el argumentario que presenta tan sólo está a la
altura del Rivera de aquellos debates. Sacar a relucir su perfil netamente
capitalista, presentar el mundo neoliberal como el paraíso y contraponerlo
al modelo venezolano o griego es de un simplismo tan hueco que no cala ni en el
más desinformado… sólo a sus hinchas.
Mucho habrá
de cambiar Rivera su discurso si quiere conservar el voto que ‘robó’ del
granero del PP -que presumiblemente volverá al redil-. Más aún si consideramos
que votar a Ciudadanos, como sucede con el PSOE, es no saber qué se vota.
Ambos partidos, tanto PSOE como Ciudadanos, han demostrado en sus políticas de
pactos que es indiferente pactar con izquierda o con derecha, lo
importante es conformar Gobierno, como si luego no fuera a ver implicaciones. Y
eso es grave, muy grave, porque se pierden principios básicos por el camino y,
para un votante que realmente está informado, eso es imperdonable.
A todo ello
se suma, además, algunos casos puntuales de corrupción, cambios de primeros de
lista inexplicables, primarias que no son primarias o algún que otro
aforamiento para evitar ser juzgado. “Vieja política”, como le gusta
decir a Rivera.
Adicionalmente,
otro factor que pronostica una caída de Ciudadanos es el hecho de que la ley
electoral le penalizará aún más. Según la consultora GAD3, la aparición de la
coalición impulsada por IU y Podemos (Unidos Podemos), que cada vez va
atrayendo a más fuerzas políticas, da
un vuelco al reparto de votos. Si a
IU le hicieron falta 462.000
votos para conseguir un diputado,
en Unidos Podemos únicamente necesitará 61.000 votos
(14.000 votos menos de los que necesitó Podemos el 20D).
En este
cambio de reparto de votos, Ciudadanos sale perdiendo. En las elecciones de
diciembre, la formación naranja necesitó 88.000 votos por escaño y, ahora,
según GAD3, necesitará 9.000 votos más (97.000). El bloque de centro
derecha también habrá de sumar 5.000 votos más por diputados.
Así las
cosas, Rivera no sale a ganar, diga lo que diga, sale a ser de nuevo el
perejil para todas las salsas pero, especialmente, para la salsa del PP con
la esperanza de que una alianza de dos sea suficiente para formar Gobierno.
Volver a pactar con PSOE será complicado, porque si Unidos Podemos asciende
como parece que hará, el electorado de izquierdas no perdonará jamás a Pedro
Sánchez que vuelva a adherirse a la derecha para tocar La Moncloa. Sería su
última traición a un PSOE que, mal que le pese, está muy lejos del PSOE de
antaño.
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