15-5-16
Público
Luis Gonzalo Segura
Empieza a ser muy complicado sobrevivir a la
inmundicia de este país. En los últimos tiempos hemos confirmado que
el Grupo Prisa (El País, La Ser,…) es un entramado
mediático que se comporta como un poder fáctico y que está dirigido por Juan
Luis Cebrián, un personaje peligroso, miserable y con maneras de pistolero. Es
un capo que no acepta la crítica y tiene urticaria a la verdad, por
eso tan pronto despide a Miguel Ángel Aguilar como a Ignacio Escolar. Por si
fuera poco, fue su megalomanía (si es que no lo hizo a propósito) lo que
endeudó y arruinó a su grupo mediático, terminando de someterlo a los
poderes de este entramado mafioso que llamamos España.
Otro de los pilares de esta cosa en la
que vivimos es Felipe González. Lo último de semejante inmoral ha sido grabar un vídeo a un hispano-iraní, Farshad Massoud Zandi, con el que también
está relacionado Cebrián (al que donó seis millones de euros).
Parece que si hay dinero de por medio, Felipe González y Juan Luis Cebrián
son capaces de todo. Lo peor ya no es que sea un expresidente del país el que
caiga tan bajo, lo más preocupante es lo cutre que resulta todo. Parece más
propio de una película de mafiosos que de la realidad ver a Felipe González
hablando a un móvil para promocionar a un hispano-iraní de tan dudoso prestigio
como el suyo o el de Cebrián.
Descorazona
pensar que los últimos cuarenta años han estado asentados en personas
tan amorales como los nombrados o el rey Juan Carlos. Sin duda, hay pocas
personas en el mundo que puedan igualarse al rey emérito en cuanto a corruptos en
su familia, asuntos oscuros en su vida personal o profesional y tantas
“amigas entrañables”. En muchas ocasiones, al pensar en estos y otros
miserables, me preguntaba el motivo por el que no tenían ningún reparo en
relacionarse con la escoria de este mundo, cuestión que queda resuelta con las
informaciones de estos últimos años. Por poner un ejemplo, los tres personajes
nombrados tienen personas cercanas a ellos en los Papeles de Panamá.
Recuerdo que
me indigné mucho cuando José Bono, José Luis Rodríguez Zapatero y Trinidad
Jiménez, la que nunca ficharía por una gran empresa, afirmaron y apoyaron
aquello de que nos unía mucho a la Guinea de Teodoro Obiang (“no se puede ignorar lo que
nos une, que es muchísimo más de lo que nos separa”). A tenor de las últimas
informaciones, no me queda más remedio que darles la razón. Nos unen más cosas
de las nos separan de Guinea: nuestros dirigentes. Los que dirigen nuestro
país blanquean el dinero en los mismos paraísos fiscales y están metidos en los
mismos negocios sucios que los que dirigen Guinea. Así pues, no es que nuestros
dirigentes se relacionen con la escoria del mundo, nuestros dirigentes forman
parte de la escoria del mundo.
Esta cuestión es muy importante porque son muchos
los que todavía piensan en conceptos como patria, nación, unidad, himno,
bandera, constitución… y no se han dado cuenta que todos esos elementos son
una distracción con la que esconden la verdadera realidad. Si
aceptamos que los poderosos están saqueando el país y que son capaces de vender
a cualquiera de nosotros o a todos nosotros por un pedazo del pastel,
conseguiremos encontrar sentido a las noticias que se publican.
Por ejemplo, esta semana hemos sabido que la
Guardia Civil ha gastado 3.000 euros en cubiertos de plata
mientras sus agentes están sin chalecos antibalas. Supongo que será para
las paellas del coronel Tejero, hijo del golpista, con las que conmemora el
23-F o las que toman los generales que usan los helicópteros militares para ir
a las Fallas. También, en un insulto más, se ha hecho público que el ministerio
de Defensa ha gastado 600.000 euros en el mantenimiento de un campo de golf al
tiempo que los militares discapacitados son expulsados y tratados como
desechos. Duele comprobar el trato tan degradante y deshumanizado reciben los
militares que han sido víctimas de una enfermedad, un accidente o una
negligencia de los altos mandos.
Ojalá lo
conocido en los últimos años sirva a los ciudadanos, guardias civiles
y militares incluidos, para elegir bien la próxima vez, porque la patria
no son las cucharillas de plata o las pelotas de golf, la patria es tratar con
humanidad a los discapacitados, con dignidad a los soldados e imponer los
derechos humanos y el derecho internacional en la conducta y la participación
de los militares y los ejércitos. Más allá de las palabras, ello supone la
categoría de funcionario para la tropa, una pensión digna para los
discapacitados, mayor formación de la milicia y garantías constitucionales para
un uso ético de los ejércitos.
Tenemos que impedir que este país
siga siendo un gigantesco vertedero de basura del que se alimentan los
carroñeros. No podemos rendirnos, se lo debemos a las siguientes generaciones y
a nuestra propia salud física y mental. Es imposible seguir
respirando entre tanta ruindad y tanto miserable, que no se nos olvide el
26-J.
Luis Gonzalo
Segura, exteniente del Ejército de Tierra.
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